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La lección del policía

Escrito por:Jafet Gallardo

LA LECCIÓN DEL POLICÍA

Por Arturo Flores

@ArturoElEditor

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También estuve en la cárcel como El Chapo. Aunque yo era inocente.

 

Ya sé: Eso dicen todos.

 

En mi caso no fue una prisión de alta seguridad. Sólo cuatro horas en los separos de la delegación Tlalpan, cuando tenía 17 años.

 

Salí de noche con tres amigos de la preparatoria. Nos tomamos unas cervezas. De regreso a casa, obligados por la orina acumulada, nos detuvimos en un terreno a ofrecerle alivio al cuerpo. Subimos de nueva cuenta al auto y continuamos nuestro camino.

 

Al poco tiempo descubrimos que se nos habían caído las carteras en aquel toilette al aire libre.

 

Regresamos al baldío. Ahí estaban tres de la cuatro carteras. El único que no recuperó la suya fue el dueño del vehículo.

 

Entonces vaciamos aquella heroica caribe anaranjada en busca de su billetera. Acomodamos en la banqueta los envases vacíos que siempre viajaban abordo.

 

Fue cuando llegaron las patrullas, alertadas por los vecinos. Nos remitieron por dos antónimos que también eran faltas administrativas: Beber y desaguar en la vía pública.

 

Yo era menor de edad. Los oficiales amenazaron con llevarme al tutelar.

 

Compadecido por mis ruegos, uno de ellos murmuró: “Llegando a la Delegación, di que tienes 18 para que no te separen de tus cuates”.

240 minutos permanecimos en cautiverio. Cantamos canciones con otros compañeros de desventura. Compartimos la dura sed de la resaca. Contamos chistes para matar el tiempo. Era 1995. No había alcoholímetro ni torito. Joaquín Guzmán ya era “El Chapo”, pero una peña de irresponsables aún podía pegarse una noche bohemia sin correr tanto peligro.

Hasta que mi papá llegó a sacarnos de ahí.

—¿Con quiénes vienes? –me preguntó enfadado.

—Señor, no se preocupe. Déjenos aquí –dijo Alberto.

Pero nos sacó a los cuatro.

Dicen que en la cárcel y el hospital se conoce a los amigos.

Por fortuna nunca he vuelto ahí. Ignoro lo que será escaparse y regresar tantas veces como “El Chapo”.

 

Mientras reviso esta edición de febrero, con Pamela Anderson (que a mis camaradas y a mí nos descubrió placeres durante nuestra adolescencia) en la portada y el narcotraficante sinaloense que continúa en boca de todos, recuerdo la lección que me dio, sin pretenderlo, aquella noche un policía.

 

Mercadotecnia aparte. En las buenas y en las peores.

“Que nunca te separen de tus cuates”.

 

 

 

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