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La hipocresía tras el arresto de la ejecutiva de Huawei

Por: Iván Montejo 07 Dic 2018
El arresto de una ejecutiva de Huawei oculta una hipocresía con el potencial de desatar un gran conflicto entre Estados Unidos y China.
La hipocresía tras el arresto de la ejecutiva de Huawei

Trump y el presidente Xi Jinping de China acordaron en Buenos Aires pactar una tregua de 90 días para pausar su guerra comercial. El mandatario estadounidense alardeó del acuerdo como uno de los mayores en la historia y que tendría un gran impacto positivo en el campo, las minas y las fábricas.

En enero del próximo año las tarifas iban a escalar, por lo que el acuerdo pondría a aquellas restricciones en pausa y motivaría el comercio de ambas partes. A diferencia de lo que dijo Trump, no se trató de un nuevo acuerdo comercial, más bien los países acordaron pausar el incremento de las tarifas mientras se establecía un diálogo.

 

La traición estadounidense

Al mismo tiempo que las manos de Trump y Xi Jinping se estrechaban para ayudar a los comerciantes estadounidenses de luces de navidad y a la industria de soya estadounidense (que está basada en importantes bastiones trumpistas), se realizó un arresto con el potencial de iniciar una guerra comercial sin precedentes.

 

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En Canadá, Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei e hija del fundador, fue arrestada por una orden de aprensión realizada por un Distrito de Nueva York. Las autoridades estadounidenses todavía no han confirmado los cargos, pero aparentemente el arresto estaría relacionado con una violación a las sanciones que Estados Unidos tiene en contra de Irán.

De inmediato, la embajada China en Canadá mostró su oposición ante el arresto y exigió la liberación inmediata de Meng; mientras Huawei comentó estar siguiendo de cerca el caso y que no había sido informado sobre los cargos.

 

La hipocresía capitalista

El arresto ha sido visto por la prensa China como “una declaración de guerra”. Huawei no es una empresa cualquiera: Ren Zhengfei, quien fundó la compañía en 1987, era un antiguo ingeniero en el ejército chino y buena parte del éxito de la empresa se debe al apoyo total que tiene del Partido Comunista de China.

A diferencia de otras empresas chinas (como Lenovo y One Plus), Huawei jamás ha buscado negar sus orígenes adoptando nombres y directivos occidentales. Mantuvo su nombre original y resguarda sus puestos más altos para ciudadanos de la República Popular China, es un grupo que no tiene pena de ocultar sus raíces.

En los últimos años, Huawei se ha postulado como una amenaza para las industrias de tecnología estadounidenses. El mercado de los Smartphone es la muestra más clara de este peligro: en el segundo cuarto de 2016 Apple tenía el 11.7 % del mercado, detrás de Samsung que tenía el 22.7 %; sin embargo, tres años después, Huawei tomó la segunda posición al quedarse con el 15.8 %, mientras que la empresa californiana se quedó con 13.2 %.

Samsung no le representa una amenaza a Estados Unidos al ser una empresa surcoreana (un aliado fundamental); no obstante, todo cambia cuando se toma en cuenta que el éxito de Huawei tiene su origen en el gobierno chino.

Los números son más alarmantes si se observa que Huawei no ha llegado oficialmente a Estados Unidos, el mercado más grande de tecnología del mundo. Los celulares de esta empresa no se pueden conseguir en aquel país debido a un bloqueo “fantasma”: no están prohibidos, pero ningún distribuidor ha aceptado venderlos. Por si fuera poco, este año se le prohibió a ZTE distribuir sus productos por mantener relaciones comerciales con Irán y Corea del Norte.

Estados Unidos no ha permitido entrar a su territorio a los gigantes tecnológicos de China, postura que contrasta cuando se toma en cuenta que el Tío Sam históricamente ha realizado crímenes  políticos y acciones militares para forzar la apertura de mercados. Desde la expedición a Japón del comodoro Matthew Perry en 1853, hasta las constantes intervenciones y golpes de estado en Sudamérica y Centroamérica, todo parece indicar que Estados Unidos vela por el libre mercado siempre y cuando obedezca a sus intereses.

 

La hipocresía capitalista

La doble moral estadounidense se potencia cuando se toma en cuenta la justificación tras el arresto de Meng Wanzhou. Las fuerzas aliadas ven a Irán como un gobierno que financia el terrorismo en el mundo, atenta en contra de los derechos humanos y que busca acabar con occidente. De esta manera, el arresto cobra sentido, una empresa no puede facilitar de tecnología a un gobierno que fomenta el mal.

 

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La detención expone la hipocresía del “vigilante del mundo” al ver la postura que ha tenido la Casa Blanca frente al caso de Yamal Jashogyi, periodista saudí que fue torturado, degollado y  descuartizado en el consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía.

El periodista era un columnista conocido por criticar férreamente al gobierno saudí y al príncipe heredero, Mohammad bin Salman. Antes del crimen se habían establecido una serie de tratados comerciales y Arabia Saudita parecía estar en la senda de la reforma al permitirles a sus mujeres manejar por primera vez y establecer una alianza con la WWE (y por ende con el entretenimiento occidental).

Estos “aires de cambio” han puesto a Estados Unidos en un lugar muy complicado. Trump ha tenido mucho cuidado en sus declaraciones, jamás ha culpado al príncipe heredero del crimen e incluso insinuó que —de ser verdad— las relaciones comerciales con Arabia Saudita se mantendrían por su importancia económica. Al parecer, el desmembramiento de un periodista no tiene que ver con los derechos humanos si existe petróleo y venta de armas de por medio.

 

La hipocresía y la seguridad

Por último, otro de los “peligros” que Estados Unidos ha visto en las empresas de tecnología chinas es la seguridad: al tener vínculos con el gobierno asiático, la información de los terminales podría verse comprometida y las autoridades comunistas podrían tener fácil acceso a ella.

La seguridad y la privacidad son cuestiones que preocupan a todos los usuarios, pero que cualquier gobierno busca vulnerar para que sirva a sus metas. Al parecer, el gobierno chino lo ha comenzado a hacer con dispositivos de empresas de su país; por su parte, las autoridades estadounidenses lo intentaron realizar entre 2015 y 2016, cuando le solicitaron a Apple realizar una “llave maestra” que les permitiera entrar a cualquier iPhone.

El conflicto entre Estados Unidos y China apenas está por comenzar, no es claro si la guerra se mantendrá en el plano económico. Lo que sí es claro, es que este arresto es muestra del miedo e hipocresía estadounidense frente a una potencia que está amenazando su hegemonía.

*

Con Información del New York Times

 

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