Guía para sobrevivir en la era de la cancelación

Recientemente hemos sido testigos de cómo un sólo video puede arruinar tu reputación en cuestión de minutos.
Ejemplos sobran. Ahí están los más recientes, el de Ximena Pichel, modelo argentina radicada en México, quien fue grabada insultando con expresiones racistas a un policía en la colonia Condesa.
Un grupo de manifestantes en contra de XIMENA PICHEL, la mujer extranjera que discriminó a un policía de tránsito, lanza huevos a la fachada del tribunal, luego de la inculpada la sacaron por una puerta trasera oculta en un auto particular color rojo 👀
📹 @sandovalvictor pic.twitter.com/NWLrQ8vjjM
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El video se volvió viral, la indignación creció en redes, y terminó siendo vinculada a proceso por discriminación.
O el de Claudia Mollinedo, periodista quien publicó un video quejándose del trato en un restaurante de Polanco tras haber pagado una cuenta onerosa.
Su tono fue percibido como clasista y prepotente, y la reacción pública la llevó a perder su espacio en televisión.
¿Cómo navegar este nuevo entorno sin caer en el extremismo ni en la ingenuidad? Aquí, una guía práctica —y crítica— para entender cómo sobrevivir (y pensar) en la era del escrutinio digital permanente.
1.Piensa antes de grabarte (o de hablar en voz alta en público)
Vivimos rodeados de cámaras. Las tuyas, las de otros, las que no ves. Eso no significa que debas vivir con paranoia, pero sí con conciencia. Si vas a grabar un video —o a reaccionar frente a una situación— pregúntate: ¿esto que estoy diciendo puede sonar soberbio, clasista, racista o simplemente ridículo si alguien más lo viera sin contexto? Si la respuesta es sí (o tal vez), mejor respira. No todo necesita ser contenido.
2.No minimices el daño
Si ya cometiste un error y estás en el ojo del huracán, evita las frases tipo “me sacaron de contexto” o “yo no soy así y no le hago daño a nadie”. Ese tipo de respuestas solo echan leña al fuego. Reconocer el daño —aunque no haya sido tu intención— es el primer paso para contener una crisis.
3.Las disculpas deben llegar antes que los abogados
Una disculpa sincera, rápida y bien comunicada puede evitar más días de desgaste. No se trata de ceder ante la presión, sino de reconocer que tus palabras sí afectan y dañan. Que la defensa no llegue antes de la reflexión.
4.Escoge bien tus batallas (y tus plataformas)
No todas las discusiones merecen una historia de Instagram o un live indignado. A veces, el silencio estratégico es más inteligente que un mensaje redactado con furia. Otras veces, una respuesta bien pensada en el canal adecuado puede recuperar parte de tu credibilidad. Piensa: ¿esto ayuda o me hunde más?
5.Aprende, cambia y sigue adelante (sin justificarte)
Nadie es perfecto. La cultura de la cancelación no tendría tanto poder si no se enfrentara constantemente a la soberbia de quienes se niegan a aprender. Lo que sigue, después del tropiezo, no es victimizarse ni desaparecer, sino demostrar con acciones —no con discursos vacíos— que se entendió el error y que hay voluntad de hacerlo distinto.
En un mundo donde cada palabra puede ser grabada, compartida y juzgada en segundos, la reputación dejó de construirse únicamente con años de trabajo; hoy también se juega en minutos de descuido.
No se trata de vivir con miedo, sino con responsabilidad. Más que censura, se necesita criterio. Y más que perfección, se exige humanidad: saber reconocer errores, rectificar y actuar con empatía.
Porque al final, lo que más pesa no es el error cometido, sino cómo decides enfrentarlo.
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