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Green piece: se acuestan con la naturaleza

Escrito por:Soraya Villanueva

Los Ecosexuales surgieron a finales de la década pasada en Estados Unidos y sólo tienen relaciones sexuales con personas que respeten el medio ambiente, no comen carne y son sustentables.

La ecosexualidad no es ni un fetiche ni una filia. Ser parte de este movimiento consiste en optar por un comportamiento distinto, en el que los que forman parte se niegan a tener relaciones sexuales con alguien que consume carne o sostiene un comportamiento agresivo con el planeta. Se trata de hacer el amor al planeta, no sólo de forma genital, sino a través de los estímulos de la naturaleza con los cinco sentidos.La iniciativa nació en 2008 de la mano de dos artistas estadunidenses: Beth Stephens y Annie Sprinkle, quienes crearon el término, aunque propiamente como movimiento surgió hasta 2011, incorporando en dicha acción una mezcla el ecologismo, el sexo y el arte. Se trate de una relación esporádica o a largo plazo, los ecosexuales tienden a fijarse si la otra persona es respetuosa con el entorno y si las condiciones del encuentro erótico no dañan al planeta.

La tendencia Ecosexual nació a partir del manifiesto redactado por Stephens y Sprinkle, en el que se menciona: “Abrazamos los árboles sin pudor, masajeamos las tierra con los pies y hablamos eróticamente a las plantas. Nadamos desnudos, somos adoradores del sol y observadores de las estrellas”. El texto completo se encuentra disponible en sexecology.org.

El movimiento Ecosexual ha cobrado fuerza, sumando artistas, abogados, y gente de diferentes esferas sociales, como es el caso de Ecosexual Bathhouse, una instalación artística realizada por los performers Ian Sinclair y Loren Kronemyer. La exhibición, situada en el jardín botánico Victoria de Melbourne, Australia, contaba con una sección llamada ‘baño público’, en la que se podía interactuar sexualmente con los objetos, gemir con ellos, frotarse con margaritas o césped y después, limpiarse en un sauna para no sentir culpa.

Existe otro performer escocés, Graham Bell Tornado, que luego de celebrar bajo la guía de Stephens y Sprinkle su boda ecológica, decidió volverse ecosexual. Hasta el día hoy promueve actos artísticos relacionados con esta práctica que no hace referencia a ninguna identidad, género, raza o edad, pues según sus practicantes, la naturaleza siempre está ahí y permite tener sexo sin depender de nadie, ya que recurre al órgano sexual más grande que existe: el cerebro, capaz de imaginar y conectar con el medio ambiente

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