Octavio Paz escribió en El arco y la lira que “la poesía revela este mundo; crea otro”. Lo mismo se podría decir de la mirada del bardo. Su ojo —siempre atento y siempre crítico— le permitió guardar una relación íntima con la vida entera. Caminaba, casi sin distinción, de la poesía al ensayo, de la política a la historia, y entre muchas otras categorías intermedias. Y entre tantos intereses abrazó, por supuesto, el arte.
“Esto nos deja ver aquello y, a veces, esto se transforma en aquello. Todas las artes, lo mismo las verbales que las visuales son de esencia metafórica […] La realidad del arte es siempre otra” son las palabras que encabezan la exposición En esto ver aquello: Octavio Paz y el arte, montada en el Museo del Palacio de Bellas Artes (hasta el 4 de enero de 2015), que recuerdan la idea de que la poesía revela el mundo, a la par que crea otro. La lógica detrás de este esfuerzo museográfico, por lo demás sugerente, responde a tratar de reunir distintas obras con las que Octavio Paz dialogó —ya sea por escrito, ya sea por medio de amistades— a lo largo de su vida.
El esfuerzo es monumental y no de fácil contención. La exposición reúne obras de todo tipo y de variadísimos periodos y técnicas. En ella confluyen Duchamp, Picasso y Miró con arte hindú, obras mesoamericanas y pintura popular, entre diversas, diversísimas expresiones y artistas más. En un principio se podría antojar sentirla abigarrada, recargada y dispersa; sin embargo, la combinación de ratatouille, curry y mole no responde a un mero capricho museográfico, sino a tratar de mostrar lo lúdica que era la mirada del poeta y los muchos intereses que abarcaba. En este sentido, uno puede recorrer la exposición casi de manera aleatoria y sin preocuparse demasiado por acabarla, pues tal vez lo único que pretende es cartografiar un mapa íntimo del poeta, su mirada y el mundo.
En esto ver aquello crea diálogos, tiende puentes a través de una misma mirada curiosa. El arte, percibido desde la trinchera a la que nos invita Octavio Paz, parece una respuesta poética a lo ramplón y absurdo de la existencia.
Una de las salas de la exposición recibe a sus visitantes con los versos de “Hermandad”, un homenaje a Claudio Ptolomeo, en boca de Paz:
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
Parece una invitación a reconocerse, en su mirada, pero en la propia también. Parece una invitación a la hermandad y la empatía por medio de algo que va más allá de la existencia diaria. Parece, por tanto, una invitación a en el arte ver poesía, y en la poesía, el mundo.
En esto ver aquello: Octavio Paz y el arte (lo básico)
