Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

Difícil de creer: ¿cuánto cuesta la vida humana?

Por: Sergio Sepulveda 20 Ene 2020
Matar es un trabajo que cada vez atrae a más personas en busca de empleo, en parte por el desempleo, pero también por las garantías que tiene el asesino
Difícil de creer: ¿cuánto cuesta la vida humana?

 

¿Qué tienen en común una persona graduada de alguna licenciatura y un sicario? El sueldo.

Estudiar una licenciatura en México te da la posibilidad de tener un salario mensual promedio de entre 11 mil y 13 mil pesos, un sueldo bajo para concretar grandes sueños.

Un asesino a sueldo en nuestro país puede recibir entre 10 mil y 15 mil pesos por acabar con la vida de personas comunes y corrientes, un sueldo bajo si tomamos en cuenta que un sicario español, en la Madre Patria, cobra mínimo 20 mil euros por asesinato.

¿Qué se sentirá matar a alguien? Distintos testimonios coinciden en que la primera vez es la más complicada, impactante, traumática; que es como echarte al muerto encima de los hombros y lo cargas y lo ves en todos lados, ya después se vuelve cotidiano.

¿Por qué, tanto dedicar tu vida a una profesión, como dedicarte a terminar con las vidas de otros vale tan poco? Por la falta de oportunidades.

Los licenciados, con formación integral de valores y méritos académicos, perseguidos por el lobo del desempleo, enfrentan una competencia feroz, que los empleadores aprovechan para pagar poco; por su lado, los especialistas del crimen, criados en una sociedad corrupta, sin nada que perder, con hambre de sobrevivir, se someten a las reglas de una industria violenta amparada por la impunidad. Y aprovechan ésta, la impunidad, como una macabra oportunidad para vivir matando.

En México asesinar es fácil porque lo más probable es que nunca te culpen por ello, ya que, según datos del INEGI, en casi el 95 por ciento de los homicidios no hay un responsable sentenciado. Mientras que en Europa, en 81 de cada 100 homicidios se condena al homicida. En Europa los sicarios cobran más, no porque sus técnicas sean más sofisticadas sino porque enfrentan un mayor riesgo de ser atrapados. Y en nuestro país, los licenciados del crimen, cuya formación es tan básica como empírica, tienen la prestación que la corrupción otorga, entonces “cualquiera” se atreve.

Al escarbar en la historia, fácil encontramos que el oficio de quitar la vida, tan antiguo como la prostitución, es rico en perversión y abolengo, muchos capítulos se han escrito con sangre derramada por verdugos y sicarios.

Vale la pena diferenciar entre estos dos términos. Verdugos y sicarios se distinguen porque los primeros estaban al servicio del gobierno, ejecutando las penas de muerte, digamos que eran crueles ejecutores pero de la Ley. Los sicarios, lo sabemos, se mueven en la clandestinidad. La palabra sicario viene del latín SICA que era el nombre de un puñal pequeño, de punta afilada y curva. Entonces hay quienes entienden que sicario significaría hombre daga. Pero se entiende mejor el concepto si lo definimos como aquel que alquila su arma para matar a alguien.

Hoy los sicarios hacen alarde del poderío de un arma de fuego, pero en la antigüedad la sica era ideal por su tamaño, pues se podía esconder entre las ropas con tal de cometer el asesinato en la mayor discreción posible. Los primeros sicarios pertenecían al grupo conocido como zelotas, movimiento político de Israel que buscaba su independencia de Roma. Dentro de los zelotas estaban los sicarios que mataban por encargo de forma violenta.

Si en el mundo actual, la motivación de convertirte en asesino a sueldo empieza por la desigualdad, siglos atrás en Europa, muchos verdugos se sentían atraídos por este oficio, ya que suponía el poder viajar con todos los gastos pagados y conocer lugares desconocidos, además de que el puesto lo heredaban de generación a generación. En Inglaterra, a mediados del siglo XIX, el célebre verdugo fue William Marwood, un zapatero que mostró un gran interés por la anatomía corporal y por el “arte” del ahorcamiento, trabajó como verdugo durante 11 años, colgó a 181 personas, nueve de las cuales fueron mujeres.

Marwood aplicaba una técnica propia conocida como la larga caída que garantizaba una muerte rápida y digna. Para ello, colocaba el nudo de la soga bajo la oreja izquierda y calculaba con precisión, según el peso del ejecutado, la longitud de la caída para que quedase inconsciente rápidamente y muriera en sólo dos minutos. Gracias a ello, William se convirtió en el verdugo oficial de la Policía de Londres y de Middlesex. Por sus servicios recibió un salario anual de 20 libras, otras 10 por cada ejecución y las prendas de las personas que ahorcaba.

Sí, José Alfredo tenía razón, “en este mundo la vida no vale nada”. O vale muy poco. O vale madres. Difícil de creer.

Te recomendamos
Foto perfil de Sergio Sepulveda
Sergio Sepulveda sergio.sepulveda
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2024
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER 2024.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!
¿QUÉ TEMA TE INTERESA?