CRISTINA RIVERA GARZA: “COMALA ES EL MILAGRO MEXICANO”
Charlamos con la escritora mexicana a raíz de su nuevo libro sobre Juan Rulfo, un hombre urbano, trabajador y andariego que prefigura el México actual en su obra; además de hablar de género, el español como lengua perseguida y el movimiento más político que la autora ha hecho en su vida.
Por Adán Medellín (@adan_medellin) Fotografía de Román Gómez @playadura
PLAYBOY: Han pasado más de 60 años de la publicación de Pedro Páramo. México ya no es un país predominantemente rural, ya probó la alternancia política, ya tiene un porcentaje de familias no nucleares tradicionales. ¿Somos el mismo país que relató Rulfo?
RIVERA GARZA: Yo había leído por muchos años a Juan Rulfo y las investigaciones sobre su obra. Parte de mi interés en publicar este libro era estar en los lugares que él había estado. Me gustaría poderte decir sin dudas que estamos en un país totalmente distinto al que él narró. En cierto sentido lo es: ahora es predominantemente urbano, tiene una polémica con la existencia de familias no tradicionales. Pero también creo que en el corazón de este país seguimos sufriendo las consecuencias de los conflictos que rodearon el contexto en que vivió Rulfo. Los dilemas que vemos en su obra prefiguran los estallidos y los grandes fracasos de un sistema ideológico que se instaura a mediados del siglo XX y cuyas consecuencias estamos viendo trágicamente. Varios de los escritos de Rulfo que vi se referían a Guerrero y Oaxaca, nuestros mismos lugares de violencia y de extrema pobreza.
PLAYBOY: Es interesante que notes la conexión material y laboral en la obra de Rulfo, porque tendemos a entronizarlo sólo como el escritor perfecto, cauto, que eligió el silencio del arte.
RIVERA GARZA: Y no sólo nos pasa con Rulfo. Tendemos a pensar en los trabajadores del arte o de la palabra como si no tuviéramos hijos, familia, no tuviéramos que comprar mesas o pagar la luz. Como si la producción del texto eximiera al escritor de todo lo que constituye estar vivo, estar sobre la tierra. Para mí el caso de Rulfo es paradigmático y era muy importante el crear esos puentes entre su trabajo y sus empleos, que no fueron menores. Justamente la desmesura de proyectos como el alemanismo hacen que Pedro Páramo o El llano en llamas evitan el blanco y negro de las cosas, se mantienen en el claroscuro donde nosotros como lectores debemos tomar estas decisiones.
PLAYBOY: Dices que cada quien tiene a su Rulfo. Noto en tu lectura un Rulfo migrante, en tránsito. ¿Qué es lo que más te sorprendió, te inconformó del tuyo?
RIVERA GARZA: Todos sabemos que le gustaba caminar, que hacía montañismo, pero de “mi Rulfo” me sorprendió lo central que esto es a su experiencia. Ahora ya casi es moda hablar del caminar y escribir, pero esto fue central a la obra de Rulfo en un tiempo en que no era cool para los escritores. Me interesa esta relación muy carnal con el paisaje, con la superficie terrestre, que puede añadirse a la gran conversación sobre Rulfo. En algunos documentos vemos la relevancia estratégica y económica de sus trabajos, no sólo para su familia sino para el país en general. Vemos una discusión acerca de la modernidad, del lugar de la mujer en ella, de la sexualidad, de las distintas formas de ejercer el poder, que tienen ecos increíbles con las cosas que hoy discutimos. Es un Rulfo complejo, urbano, que se está moviendo continuamente, que está tan preocupado por producir libros como por producir una vida. Ese Rulfo nos muestra que el trabajo del escritor no se agota en la publicación de los libros, sino que se derrama en múltiples actividades que son relevantes para la escritura.
PLAYBOY: Voy a citarte hablando de Rulfo: “Tuve que reescribirlo porque no conozco otra manera de decir que quiero vivir dentro de ti. Quiero traerte aquí, conmigo.” Eso no es lejano a una carta de amor.
RIVERA GARZA: ¡No es lejano para nada! De hecho después hago la pregunta: y si esto no es amor, ¿qué es? Mi lectura de Rulfo es muy devota, una lectura con todo el cuidado del que soy capaz. Es una lectura de alguien profundamente enamorado de su trabajo. Pero como ocurre en el amor y cuando aceptamos a alguien de verdad, le vemos los puntos positivos y los puntos problemáticos…
PLAYBOY: ¿Cuál es tu Rulfo problemático?
RIVERA GARZA: Creo que uno de los dilemas más fuertes es esta participación en la Comisión del Papaloapan. No digo que él los haya designado, él era un trabajador “menor” en todo el complejo, pero tal como lo cuento platicando con miembros de la comunidad de Tlahuiltoltepec (Oaxaca) que resintieron los desalojos de ese proyecto, es algo complejo y polémico. Pero eso también es Juan Rulfo. No lo señalo como el policía a la persona que hace mal, sino como alguien que acepta con mucho cariño esta presencia con estos claroscuros y estos dilemas, todos ellos hacen a esta obra.
PLAYBOY: Haces una aseveración interesante. Para ti, como para muchos otros escritores y estudiosos, Rulfo inventó el espacio, el paisaje que llamamos “México”.
RIVERA GARZA: Me gusta decirlo, es una provocación. Él lo hizo junto con otros artistas de la lente y otros escritores. Hay una frase de Rulfo que yo cito en el libro, donde él utiliza la palabra “invención”. Yo creo que a partir de sus múltiples experiencias en carreteras, en comunidades, a pie, platicando con mucha gente, tomando fotos verbales o textuales, vemos la transformación de un paisaje, de un país fundamentalmente rural a un país que desatiende el campo y transformando parte de este interior en el lugar liminal y en ruinas que es Comala. Comala es el milagro mexicano, es lo que deja el milagro mexicano detrás. Por eso digo que Pedro Páramo es un libro urbano, que ve este proceso de ruina del campo mexicano desde la ciudad.
PLAYBOY: Los análisis de Paz o la narrativa de Rulfo parecen remitirnos a una narrativa de los estragos del padre ausente en la confección de lo mexicano. ¿México aún es el país del padre ausente?
RIVERA GARZA: Se leyó así en un momento, en el proceso de modernización y de transformación de la familia mexicana nuclear. Me parece que esa pregunta viene desde esa idea de que hay una cabeza masculina en la familia: el padre. Yo creo que en este país que vive en arreglos muy complejos que incluyen mujeres como jefas de familia, abuelitas y abuelitos viviendo en el mismo lugar, mujeres conviviendo en relaciones con hijos, esa pregunta del padre ausente no es tan relevante hoy porque estamos viendo familias muy distintas. La pregunta se ha transformado.
PLAYBOY: Actualmente el género, el feminismo, la violencia contra la mujer son temas muy fuertes en la investigación, la escritura, la calle o las redes sociales. ¿Qué responsabilidad te representa ser escritora en el México actual, considerando un ambiente literario tradicionalmente masculino?
RIVERA GARZA: No sólo en un ambiente masculino, en el contexto de un país donde el asesinato de mujeres se ha convertido en la norma. Cada que hablo de cuestiones de género, de sexualidad, insisto en que si nos interesa una literatura de cuerpo, de carne y hueso, literatura sucia y de a de veras, de la vida, nos tiene que interesar el género, porque los cuerpos no son cuerpos abstractos que vaguen por la inmensidad sin responsabilidades ni conexiones con otros cuerpos. En esas conexiones, el género cumple una función fundamental. Me parece que estamos en un medio intelectual que se ha desmarcado con una gran facilidad de las cuestiones de género considerándolas cuestiones de capilla o de corrección política. Me parece irresponsable, criminal, en un país que se beneficiaría muchísimo de una discusión seria, profunda, humana, emotiva, de parte de nuestros intelectuales, de parte de nuestros escritores sobre cuestiones de género. Y si necesitamos una razón, basta ver la prensa, basta ver en la calle a mujeres que son encontradas todos los días después de ser asesinadas en situaciones francamente inhumanas.
PLAYBOY: Hay muchos feminismos y grandes puntos de discusión dentro del mismo. ¿Cuál es tu feminismo en pocas palabras?
RIVERA GARZA: Yo creo que una cosa básica: a igual cantidad de trabajo, igual cantidad de paga. Un país, un medio que pudiera siquiera garantizar ese tipo de arreglo, nos daría una ventaja grandísima. Debemos partir de ahí. Después las discusiones son masivas. Creo que lo que nos permite aglutinar en lugar de separar será lo más importante.
PLAYBOY: Tuviste algunos años de “silencio”, como has mencionado en algunos de tus poemas. ¿Alguna vez te planteaste un silencio literario parecido al gesto de Rulfo?
RIVERA GARZA: No, creo que esas cosas en general no se planean, y si uno lo hace, salen mal. Pero he tenido una época de muchos cambios y de mucho trabajo. Acabo de mudarme de San Diego y acabo hacer el movimiento más político de mi vida, empezando a dar clases en una universidad pública en Houston. Es una “hispanic serving institution”, que se dedica sobre todo a atender las necesidades de la comunidad hispana, donde estamos iniciando un proyecto de doctorado de escritura creativa en español. Pero te digo esto en el contexto de una de las elecciones más denigrantes e insultantes para la comunidad mexicana, migrante, latinoamericana y para el idioma español, que una vez que atraviesa la frontera es un idioma atacado, sin estado y sin ejército. Eso no es una cosa menor para mí. Y creo que para quienes van a ser escritores escribiendo en español en Estados Unidos, tampoco será una cosa menor.
PLAYBOY: Nunca conociste en persona a Rulfo, pero si por el arte de la ficción lo hubieras podido encontrar en la carretera. ¿Qué libro tuyo le habrías dado y qué pregunta le habrías hecho?
RIVERA GARZA: ¡Ay no, me habría dado una pena enorme darle cualquier cosa mía! Seguramente me habría vuelto tartamuda, le habría dicho “buenas tardes” y me habría ido a otro lado.
Había mucha neblina o humo o no sé qué. Cristina Rivera Garza. Literatura Random House, 245 págs.