Cinco enseñanzas económicas de la 4T
El primer elemento que se puede extraer de los casi primeros 100 días de gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación es que la política económica —presupuesto, regulaciones, incentivos— no está sustentada en los ejes clásicos de incentivar la maximización de los beneficios personales o de empresa. Se puede asegurar que no existe un “modelo económico” homogéneo del nuevo gobierno, sino un conjunto de planes y propósitos que aspiran a promover el bien colectivo sin romper por ahora los principios de una economía alineada a los bases “neoliberales” (equilibrio fiscal, mercados abiertos, libre empresa) que en el discurso público el primer mandatario rechaza.
Veamos:
1.- Alineación “neoliberal”
El presupuesto de Ingresos y Egresos de la Federación, la presentación de estados financieros de Pemex y los reportes de deuda pública del nuevo gobierno siguen todos los protocolos y formatos de información y expedientes solicitados por los acreedores, a los que el país adeuda casi 11 billones de pesos. El equilibrio presupuestal con un reducido déficit y el compromiso de pagar todos y cada uno de los adeudos —incluido el malquerido rescate bancario de 1995 con el FOBAPROA— es parte esencial del manejo financiero del actual gobierno que se anotó un primer reconocimiento por parte de la comunidad financiera internacional… pero que, en el terreno específico de Pemex, dejó mal sabor de boca en Wall Street el road show que a principios de año hizo la SHCP y funcionarios de la petrolera.
2.- Presunción “ex ante”
La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México tuvo como elemento discursivo la acusación de ser “un nido de corrupción”, “daño a las finanzas públicas” y “afectaciones ecológicas”. Pero tras una noticia falsa sobre presuntos desvíos de 17,500 millones de pesos en el desarrollo de ese proyecto, el presidente López Obrador aceptó que “no existen pruebas de corrupción”. Si no hubo corrupción, entonces ¿por qué se canceló? También se presumió de altos salarios en la burocracia federal, lo que llevó a un severo recorte salarial y despido masivo que comprometió la eficiencia del aparato gubernamental.
3.- Enemigos y “blitz” mediático
La estrategia contra el robo de combustible tuvo un componente básicamente político y de propaganda: un ataque frontal contra las poderosas mafia de huachicoleros, apuntando en buena medida al Sindicato Petrolero, cerrando los ductos que distribuyen 80 % de los combustibles del país en afectación a millones de consumidores y a miles de empresas en el centro del país. Independientemente de la justicia que reviste la acción contra un crimen que se relaciona con los carteles del narcotráfico, su ejecución tuvo por eje el factor político y de propaganda: se le denominó una lucha para “rescatar la soberanía”, equiparándola simbólicamente con la expropiación petrolera de 1938 realizada por Lázaro Cárdenas, y en los mensajes oficiales en el gobierno solicita la “solidaridad” de los ciudadanos y agradece su “resistencia”, como si el país enfrentara una invasión.
4.- Política social ad-hoc
La puesta en marcha de los programas “Jóvenes Construyendo el Futuro” y la ampliación de las pensiones para adultos mayores (costarán 106 mil millones de pesos este año), desarrollarán una base social leal al partido Morena, sin que ello garantice el abatimiento de la pobreza patrimonial.
5.- Infraestructura y simbolismo
La cancelación del NAIM fue un “golpe de mano” sobre el “corrupto legado” del expresidente Enrique Peña Nieto, el acto simbólico y fundador de la #CuartaTransformación. El uso de la efigie de Lázaro Cárdenas en la lucha contra el huachicol, y el uso de Emiliano Zapata dentro de un bien estructurado programa de impulso a los pequeños productores de granos, oleaginosas, leche y carne, revelan la simbiosis entre los símbolos nacionalistas y los actos de gobierno. Vaya, la petición de “Anuencia a la Madre Tierra” para la construcción del Tren Maya es el ejemplo más acabado de tal simbiosis, que al tiempo de tomar en cuenta las expresiones culturales de los pueblos originarios, implementa una “ingeniería social” que haga políticamente viable el proyecto.
En resumen, estos cinco elementos nos pueden ayudar a prever las acciones que tomará el nuevo equipo gobernante, ya sean acertadas o equívocas.
