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Christian Martinoli: “México necesita un golpe como no ir a un Mundial”

Por: Adán Medellín 05 Jul 2018
Christian Martinoli  se define muy crítico y cínico, habla del Piojo y de sus “pollos” favoritos, declara que para cambiar estructuras en el futbol quizá se necesiten catástrofes deportivas
Christian Martinoli: “México necesita un golpe como no ir a un Mundial”

Amado u odiado, pero no hay medias tintas con el hombre que se ha convertido en el narrador de futbol más famoso de nuestro país. Christian Martinoli  se define muy crítico y cínico, habla del Piojo y de sus “pollos” favoritos, declara que para cambiar estructuras en el futbol quizá se necesiten catástrofes deportivas, y cuenta cómo nacieron algunas de las frases que le han ganado tanto popularidad como una guerra sin fin en la calle, los estadios, los medios y las redes sociales.

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Fotografías de @Mann_fotografo

 

PLAYBOY: ¿Cómo vives ser el narrador de futbol más famoso del país?

MARTINOLI: Hay cierta percepción de que podría serlo, pero no sé si sea así… Nada, normal, lo sientes un poco en la calle, pero busco aislarme completamente de ese tema. Me centro en mi trabajo y en mi familia. Si hay gente que me pide una foto o algo por el estilo, generalmente lo hago. A veces en los estadios es muy complicado porque empiezas con uno y tienes que estar ahí ocho horas. Tampoco me engancho con la gente que me insulta, me mienta la madre o me tira las bromas de toda la vida. Pasé de que me gritaran “Hijo de José Ramón” a “Ahí viene Televisa” y, de unos tres meses a la fecha, “Ahí viene el Piojo”. Más allá de que me guste o no la historia, no me engancho. Antes cuando la gente me gritaba lo del América, les mandaba besos, pero la gente se ponía más loca, entonces ya lo evito, no los pelo. Soy muy cínico y muy sarcástico, respondía broma con broma y a algunos no les gustaba.

PLAYBOY: ¿Te imaginaste una vida así? ¿Es la que tú querías?

MARTINOLI: Siempre me gustó estar relacionado con el futbol. Sí me imaginaba estar narrando partidos, nunca me imaginé tener medianamente algo de fama. Yo no trabajo en esto para ser un personaje público, sino porque me gustaba el juego. Cuando estaba en la universidad, todos me decían que me moriría de hambre como comentarista deportivo. Busqué las mejores alternativas para trabajar, sentirme cómodo y generar un patrimonio para mi familia. Ahora, estoy contento, aunque es cierto que cada vez salgo menos a la calle. No soy Luis Miguel, ni Jorge Campos, pero tengo un grado de popularidad con cierta gente muy fanática y nosotros trabajamos en un tema que maneja mucha pasión, somos intermediarios de ella, y cuando vives algo con pasión, también vives cegado. No pretendes escuchar algo negativo de lo que tanto te gusta. Es el riesgo que nosotros corremos como comentaristas.

PLAYBOY: ¿Qué posición jugabas cuando eras niño?

MARTINOLI: Al principio, de delantero. Y me fui haciendo tan malo que me transformé en defensa central y luego en líbero, no tenía velocidad pero sí ubicación. Técnicamente me costaba la pelota y entendí que era marcador, sentía al rival, chocaba al centro delantero. Me preocupaba más por destruir que por construir. Sí, mi vida siempre ha sido destrucción y no construcción (sonríe).

PLAYBOY: Eres un gran improvisador. ¿Nunca te has planteado hacer stand up?

MARTINOLI: (risas) No. Hacemos algunas conferencias porque nos invitan, yo no sé para qué. Algunas empresas nos piden charlas de liderazgo y yo digo “no, güey, estás equivocado de persona, no me tienes que llamar a mí”. Cuando vamos a prepas o universidades, nos piden que promovamos el estudio, la instrucción. Pero yo soy muy crítico. Eso también nos habla del grado de educación que tenemos en nuestro país, donde los comentaristas deportivos o la gente pública terminan siendo muy importantes para las masas. No sé si en Noruega un comentarista deportivo dé conferencias. Son culturas que tienen otras prioridades e intereses.

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Fotos de @Mann_fotografo

PLAYBOY: ¿Y tu lado cómico?

MARTINOLI: Soy muy malo como cómico, pero me divierto transmitiendo los partidos de futbol. Yo trabajo para dos o tres personas que me emplean y me piden que haga lo que hago, no para millones. Lo que me diga la masa me tiene sin cuidado. El día que deje de gustarles a esos tres, tendré que ver si modifico mi estilo, me cambio de canal, en fin. En redes sociales todo mundo te insulta o te alaba, es ridículo, es una hoguera de grillismo brutal donde todos participamos. Comentas algo y la gente se prende. Estamos en un lugar un poco violento, somos poco tolerantes.

PLAYBOY: ¿Qué es lo más difícil de narrar un partido de la selección? ¿Equilibrar pasión y objetividad? ¿La gente? ¿El entorno?

MARTINOLI: Claro que para mí mientras más gane la selección, es mejor, pero a mí no me pagan por decir que México juega bien, sino para que dé mi punto de vista. No quiere decir que lo yo vea es lo que la gente tiene que apreciar. Muchas personas ven a la selección mexicana de futbol con la bandera puesta. Quieren que gane y no que alguien les diga lo que ya saben y tienen en el subconsciente. Yo no sé cuánta gente está consciente de que México puede ser campeón del mundo, pero muchos lo dicen porque es lo que desean. En mi caso, si me piden que dé un pronóstico, yo procuro aislarme de lo que quiero y decir lo que pienso que va a pasar. Y así voy. No escatimo en mis comentarios ni positivos ni negativos con respecto a o que creo que veo del juego. Jamás. Maximizo tanto bondades como cuestiones no tan agradables dentro del juego.

PLAYBOY: Así como has dicho que amas a Oribe Peralta, has acusado al equipo nacional de soberbios, de infames, de petardos…

MARTINOLI: Sí, a Giovani, a Hernández, a Ochoa. Generalmente me agarro con los que son los más populares…

PLAYBOY: ¿Cómo es tu relación con el plantel nacional?

MARTINOLI: No me llevo con ellos. No hablo con los futbolistas. Soy cínico, pero no tanto. No le pido algo al futbolista del que hablo bien, ni espero que venga a hablar conmigo aquel del que hablo mal. Alguna vez me han reclamado, por supuesto no tan efusivamente como lo hizo el último entrenador de la selección [Miguel Herrera]. Cada vez que se acercan conmigo lo único que les digo es: “tengo muy buena memoria, he hablado bien de ti muchas veces y jamás te has acercado para agradecerme y no lo espero; pues aplica de la misma forma a la inversa”. No me interesa la opinión de los jugadores, como creo que a ellos no les debería interesar la mía. Ellos juegan, les pagan muy bien, tienen todas las comodidades necesarias, son ídolos absolutos jueguen bien o mal. Tienen la ventaja de que en México el aficionado no es tan crítico con sus futbolistas y por eso molesta aún más que alguien los critique.

PLAYBOY: ¿Qué le falta al futbolista mexicano para ser un jugador de primer nivel?

MARTINOLI: No podemos aislarnos de cuestiones técnicas de fortaleza, pero en gran parte es la mentalidad. No hay autocrítica. No hay un compromiso real del día a día. Al futbolista mexicano le gusta entrenar poco. Aborrece la disciplina. Hacen contubernios entre ellos para generar el día a día. “Hoy queremos entrenar así, hoy no queremos entrenar, no queremos sesión doble, hoy queremos día libre, hoy queremos ir de shopping.” El futbolista mexicano goza mucho lo que tiene, pero una vez que consiguió llegar a Primera División, se sacrifica muy poco por mantener un nivel porque la Liga mexicana no te lo exige. Desde su sistema de competencia -muy dramático y muy llamativo para la mayoría, incluidas por supuesto las televisoras, porque es cuando más dinero ganas ya que es cuando la gente ve más el juego- el futbolista mexicano tiene una mentalidad extremadamente mediocre. Muy pocos de ellos piensan más allá de lo que tienen hoy.

PLAYBOY: ¿Hay algún jugador que se salga de ese modo de acción?

MARTINOLI: Aquí debo reconocer y aplaudir, entre algunos futbolistas nacionales, por ejemplo a Guillermo Ochoa. Él se fue a jugar a uno de los peores equipos del futbol europeo buscando trascender, cuando se pudo haber hecho ultramegamillonario en el futbol mexicano. Se fue a cobrar menos de una quinta parte de lo que ganaba en el América, cuando ya era figura. Se sacrificó para tratar de ser mejor, más allá de si él es bueno o malo. Javier Hernández es otro jugador que, sin ser un fenómeno, ha estado en dos de los mejores equipos del mundo. Hoy ha encontrado un nicho como figura en un equipo de mediana estatura [Bayer Leverkusen]. Él se ha sacrificado en el aspecto de comer banca, ha tratado de mejorar en el futbol de Europa. Ha aguantado y eso es una virtud. Que me guste o no, eso ya es de cada quien. Este chico tiene estrella, porque técnicamente no es el mejor delantero ni cerca. Ni de México. En técnica, es uno de los peores delanteros que existen. Pero dentro del área, Hernández es el mejor delantero con movimientos del mundo. Esta dualidad tan extraña termina dándole resultados interesantes. Así como se come 700 goles, mete 200. Es el Enrique Borja de nuestro siglo.

PLAYBOY: Después del incidente con Miguel Herrera, ¿cambiará tu relación o tu manera de criticar a los técnicos nacionales?

MARTINOLI: No. Es que mucha gente no se acuerda, y tampoco Miguel Herrera, que yo le aplaudí muchas cosas del Mundial y la previa. Cuando después del Mundial, Herrera se vuelve un ícono del país y él pierde completamente la noción de dónde está parado para hacer su trabajo, yo empiezo a decir y advertir, como lo hicimos con los técnicos anteriores. Herrera no aceptó la crítica porque todo mundo vive en este negocio rodeado de aduladores. Al colombiano [Juan Carlos Osorio, nuevo técnico nacional], ¿cómo lo puedo criticar si tiene dos partidos y los ha ganado? Hay que esperar cómo va la eliminatoria, el hexagonal y cómo viene la Copa América del centenario. Cuando desde mi punto de vista considere que Osorio no esté haciendo lo que se le pide a un técnico nacional, lo voy a decir. El día que él fue a TV Azteca, me lo crucé en el lobby. Yo no iba a entrevistarlo. Venía con los mismos de la Federación que estuvieron en el aeropuerto de Filadelfia y que no hicieron nada por detener a Miguel Herrera. Vinieron y me saludaron. Y yo me acerqué a él y le dije: “¿Cómo le va? Bienvenido a México. Aquí será alabado o criticado como corresponde. No vamos a escatimar ninguna crítica o halago para usted”. Y él me dijo que así es como tiene que ser. Es todo el diálogo que he tenido con el nuevo entrenador nacional.

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Fotos de @Mann_fotografo

PLAYBOY: ¿Alguna vez te has arrepentido de lo que has dicho al calor de un partido?

MARTINOLI: La única vez que me arrepentí, y lo pensé en cuanto acabé de decirlo, y que me costó tomarme un café con la gente de la CONAPRED, fue cuando llamé aborigen a un tipo que invadió la cancha y agredió a un futbolista en un partido dantesco entre Cruz Azul y Monarcas, en Morelia. Yo estaba muy molesto con esta persona que rompió un espectáculo. Pudo pasar una tragedia. Esto calentó más los ánimos y terminó en una bronca importante. En cuanto terminé la palabra, supe que me había equivocado en el concepto que había utilizado. Cometí el error de no corregirlo, dejé pasar el juego. Y en los medios de comunicación, nuestro estilo genera una crítica constante, así que algunos periódicos pidieron a la CONAPRED mi destitución como comentarista deportivo de TV Azteca. Yo ofrecí disculpas en televisión, en radio, en el diario y para mí quedó en ese incidente triste de mi parte. De lo demás, no me arrepiento.

PLAYBOY: Ni de tu estilo.

MARTINOLI: Yo no sé si le estamos haciendo un daño irreversible a la crónica deportiva. Yo manejo esto porque a mí me dijeron un día: diviértete en los juegos de futbol y compitamos contra el Perro Bermúdez, que era entonces la gran competencia de TV Azteca. Y nos tardamos diez años en competir, en hallar la forma para ganarle al Perro Bermúdez. La idea era: digan cosas distintas pero no copien. Y nosotros empezamos con nuestro estilo. Luego nosotros somos unos payasos, pero las máximas críticas que ha recibido la selección mexicana de futbol salen de los payasos, los burlones, los ridículos de TV Azteca. Y nosotros como empresa de televisión somos patrocinadores de la selección. O sea, nosotros le estamos pegando a nuestro propio producto, cosa que en publicidad es algo impensado. En TV Azteca nos han felicitado por este estilo, porque nos da un poco más de credibilidad respecto a las otras opciones que existen.

PLAYBOY: ¿De dónde nacen frases como “Hazme un hijo”, “¿de qué te vas a disfrazar” o “¿qué te pasó?”?

MARTINOLI: Yo tengo una dualidad cultural en mi casa. Mi padre es argentino y mi mamá, mexicana; yo viví en los dos países [Martinoli nació en Mar del Plata en 1975]. He vivido tres cuartas partes de mi vida en México, y un cuarto en Argentina. He estado muy relacionado con ambas culturas. He procurado, he leído, he estado con gente de futbol en los estadios, en los vestidores desde niño. Tengo 23 años trabajando, pero desde los 3 mi padre me llevaba a los estadios, entrábamos a los vestidores, veíamos a los jugadores. Yo jugué 5 años en el Toluca a nivel reserva máximo, nada profesional. Pero cuando tú estás en un nivel así, el lenguaje futbolístico de la reserva básicamente es el lenguaje futbolístico en todo el país. Son frases que uno saca de los vestidores de ambas culturas, que están muy relacionadas, porque somos latinos, más allá de la rivalidad cuando hay una pelota de por medio. “La turca que la mía es árabe” viene de un amigo de segundo de secundaria, de raíces árabes, al que le cargaban carrilla. Y él les respondía así a los que le mentaban la madre. Y se me quedó, es una estupidez a los 14 años. El “¿De qué te vas a disfrazar” es una frase de hace 79 mil años del futbol argentino. Se dice en los vestidores y los entrenamientos cuando fallas un gol clarísimo. En México nadie la usaba y yo la usé el día que México tuvo un partido criminal contra Haití, con una actuación terrorífica de Santiago Fernández. Pobre. México falló 17 goles, más o menos. Yo estaba con Jorge Campos en la transmisión. Era ofensivo y te reías de la tragedia. Decías: no puede ser que esté pasando esto. Así nació. Somos personajes. Yo no voy por la calle diciendo “¿qué te pasó?”; ni si mi hija sale con una mala calificación le digo “¿de qué te vas a disfrazar?”.

PLAYBOY: Si tienes que escoger entre todos tus “pollos”, ¿con cuál te quedas? ¿quién te ha impresionado más al narrarlo?

MARTINOLI: Evidentemente siempre me voy a quedar con el original: con mi pollo Nery Castillo, a quien ya no sé qué le pasó, creo que ahora vende pescado en Grecia. Pero bueno, él en menos de un año perdió a sus dos padres y a partir de eso, él ya no jugó como antes. Siempre estuvo en la polémica y cuando jugó en la selección mexicana, tuvo algunos pasajes muy agradables de un jugador llamativo, distintivo. Luego se diluyó. Después, con Oribe Peralta. Puede ser muy criticado porque ahora juega en el América, pero él formó parte del logro más importante de la selección mexicana de futbol. Peralta y Jesús Corona, mi Yisus Crown, fueron las grandes figuras del equipo mexicano que ganó de manera contundente y sorpresiva la medalla de oro en Londres 2012. Ellos tres son mis pollos favoritos. José Saturnino Cardozo forma parte de otra vitrina.

PLAYBOY: ¿Qué gol te ha gustado cantar más? Recuerdo la chilena de Raúl Jiménez en la eliminatoria contra Panamá en 2014.

MARTINOLI: La chilena es buena. De ella se acuerdan más por el “no mames” del doctor [Luis García]. A mí me gustó mucho el de Jared Borgetti [contra Italia, en Corea-Japón 2002], es un remate de cabeza excepcional, en un Mundial. El de Nery Castillo contra Brasil [en la Copa América Venezuela 2007]. Yo era de los pocos que defendió a Castillo siempre, más allá de sus polémicas. Para mí, es uno de los mejores diez goles en la historia de la selección mexicana de futbol: levantar la pelota, hacer un sombrero en el área y definir de volea cuando sale el portero. Es muy complicado, contra Brasil, en un partido oficial. El de Jiménez es fantástico por la historia, porque México ganó un partido que no merecía ganar y estaba a punto de abandonar la Copa del Mundo. Un día me tocó narrar un gol de escorpión que hizo Landín [jugando en Cruz Azul contra Morelia, en el Clausura 2009], y de la emoción, le cambié el nombre. Yo pensaba que decía Landín y estaba diciendo Sabah. Me volví loco. No creas, a veces cuando salgo de un partido de futbol, digo “qué cagada acabo de hacer”. Me hago güey, pero sé (risas).

PLAYBOY: ¿Y el momento más triste?

MARTINOLI: Las eliminaciones de México en Mundial no, porque sabes que puede pasar cuando llegan a octavos de final. Es normal. Lo de Costa Rica [en el hexagonal final de Concacaf, donde México estuvo a punto de quedar fuera de Brasil 2014] fue feo, triste, pero más bien lamentable y vergonzoso. A veces pienso que a México le hubiera venido bien no haber ido al Mundial. México necesita un golpe muy fuerte como ese. Lo peor es que alguna vez le pregunté a Decio de María y algunos directivos del futbol mexicano si sabían por qué México había ganado la medalla de oro. Se me quedó viendo. Y le dije: “y me imagino que tampoco saben por qué México hizo el bochorno en el Hexagonal, por qué nos calificó Estados Unidos”. Tampoco saben. La capacidad de análisis que hay en la Femexfut y los cuerpos técnicos de la selección es básicamente nula. Sólo nos vamos al resultado final, no se preocupan por las formas. Nada cambió en la estructura del futbol mexicano por ganar la medalla de oro o por hacer un ridículo espectacular en el Hexagonal. Es lo más grave de todo.

PLAYBOY: ¿Qué es lo más bochornoso que te ha pasado durante una transmisión televisiva?

MARTINOLI: Fue un día en Morelia, unos cuartos de final. Me cayó muy mal la comida. Al lado de nosotros había un baño, nunca había ido al baño en ese estadio, prefería morir. Y ese día me moría. Sudaba frío. Era un dolor muy intenso, con retortijones. Soporté al medio tiempo, me salí y fui al baño, que sólo tenía una barra que servía de mingitorio. No tenía excusado. Sólo lavabo. Pensé en cerrar el baño y usar el lavabo. Pero no había puerta y la gente seguía entrando. Aguanté. Al minuto 15 del segundo tiempo, siguieron los retortijones y pedí que subieran a Eugenio Díaz a narrar el partido. Por mi mente pasó pedir una cubeta. Hacerme en la ropa y pedir que me compraran pantalones. O irme del partido. El dolor era tanto que me fui al vestidor de Morelia. Estuve ahí unos ocho minutos. La gente de Azteca me empezó a mandar mensajes por el teléfono. Regresé. Estuve a punto de morir ahí por un dolor estomacal. Memorable.

PLAYBOY: Si pudieras elegir un partido en la historia del futbol, del torneo y del tiempo que quieras, ¿cuál narrarías?

MARTINOLI: De los que yo vi, el que más me gustó fue Brasil-Francia, cuartos de final del Mundial 86. Zico falló un penal; y luego en la tanda de penales fallaron Platini y Sócrates. Un partido espectacular, yo tenía 11 años.

PLAYBOY: Los grandes locutores de futbol han legado frases como “Me pongo de pie”, ”El último minuto también tiene sesenta segundos”, “No falles, Borja”. ¿Con cuál de las tuyas te gustaría que te recordaran?

MARTINOLI: ¡Ninguna! ¡Que mejor no me recuerden (risas), ya me la han recordado tanto! Si alguien me recuerda en la crónica deportiva que sepan que no me guardé nunca ningún comentario y que me divertía. Busco en lo posible que la audiencia comparta conmigo la diversión. Que recuerden que había un güey medio loco que a veces decía cosas inapropiadas para las buenas costumbres de las mayorías.

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Yo no sé cuánta gente está consciente de que México puede ser campeón del mundo, pero muchos lo dicen porque es lo que desean. En mi caso, si me piden que dé un pronóstico, yo procuro aislarme de lo que quiero y decir lo que pienso que va a pasar. Y así voy. No escatimo en mis comentarios ni positivos ni negativos con respecto a o que creo que veo del juego. Jamás.

A veces pienso que a México le hubiera venido bien no haber ido al Mundial. México necesita un golpe muy fuerte como ese. Lo peor es que alguna vez le pregunté a Decio de María y algunos directivos del futbol mexicano si sabían por qué México había ganado la medalla de oro. Se me quedó viendo. Y le dije: “y me imagino que tampoco saben por qué México hizo el bochorno en el Hexagonal, por qué nos calificó Estados Unidos”. Tampoco saben. La capacidad de análisis que hay en la Femexfut y los cuerpos técnicos de la selección es básicamente nula.

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