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Es un asunto de llegar a tiempo. Tienes que conocer la situación de la empresa y qué es lo que está ocurriendo en el momento. No vas a ir a pedir un aumento cuando todas las energías están puestas en otro lugar. Aprende a leer a tu compañía. Truco: recuerda cuando ibas a pedir un permiso a tus padres.
Mantén track de tu trabajo y resultados. Si es posible, consigue cifras que respalden tu solicitud. Pedir un aumento con números en la mano que comprueban que tu mismo produces el dinero que te van a pagar, es la manera más sencilla de que ocurra.
¿Cuánto ganan los puestos como el tuyo en otros lugares? ¿Qué tan común es que den un aumento en tu chamba? ¿Alguien pidió un aumento recientemente? Esta información te ayudará a crear un caso más sólido.
Tienes que aprender quién es quien realmente decide si dar un aumento o no. Es diferente en cada lugar. Por ejemplo, en el caso de muchas agencias de publicidad, es el cliente el que decide si a alguno de los empleados se les debe pagar más.
Ya tienes los números, ya tienes la cita, ya tienes todo ahora es asunto de vestirte para la ocasión. Nunca “vístete para el puesto que deseas” había sido tan cierto. Aunque no lo creas, el traje no siempre es la mejor opción. Lo que si es una apuesta seguro es: tonos oscuros.
Organiza tu información, practica cómo la vas a presentar. Si estás nervioso, confiésalo: todos hemos estado ahí.
Decide qué harás en caso de que te digan que no. Aun cuando tengas la certeza de que te mereces un aumento, tu empresa no está obligada a pensar igual que tú. No pasa nada, es un asunto de negociación. Tal vez te digan que ahora no se puede, entonces negocia un plazo. Lo peor que puede pasar es que digan que no hay presupuesto para tu puesto, entonces negocia un ascenso en un tiempo determinado. Si no hay para donde hacerse… evalúa si deseas quedarte ahí. En la carrera profesional no hay nada escrito. Es cosa de apostar.