Alejandro Lora, 50 se dicen fácil
Cincuenta años se dicen fácil, dice siempre Alejandro Lora, pero a veces se va la luz y no regresa. “Sucedía en los días de los hoyos fonqui y sigue pasando hoy en día. Recién tocamos en Apaseo (en Guanajuato) y cayó un aguacero como si estuviéramos en la regadera. Hay otros personajes que se bajan hasta que pase, pero si la raza no afloja, nosotros tampoco. Hace falta más que un aguacero para apagar el fuego del rocanrol”.
El grupo de rock más representativo de México celebra medio siglo de existencia. Contados a partir del 1 de octubre de 1968, cuando Lora, como cantante y guitarrista, se juntó con Carlos “Charly” Hauptvogel en la batería, Miguel “El Zoita” Flores en el bajo, y con José Pampín también en la guitarra, para escribir el primer capítulo de su existencia. Entonces se llamaban Three Souls in my Mind y sus letras estaban en inglés.
Desde entonces, el Tri ha experimentado innumerables cambios en su alineación, incorporación de instrumentos como la armónica, el violín, los teclados e incluso una orquesta sinfónica, pero un elemento se ha mantenido incólume e inmutable.
Fotografías de Román Gómez
“La voz de la raza. Al final es quien ha hecho que la música exista y trascienda. Nosotros podríamos estar tocando precioso, que no lo hacemos (risas), pero si no hubiera gente que cantara, no tendría chiste”, menciona.
Gran parte de ese público, que pertenece ya a cinco generaciones distintas, estará presente en el Palacio de los Deportes para desgañitarse.
“Mantener a la gente entretenida, requiere de un poco de gracia y otra cosita”, explica.
Varias decenas de discos, conciertos, viajes a muchos países y una omnipresencia musical que ha sobrevivido a todas las modas, forman parte de una colección de logros que Lora atesora, pero tampoco ha sido una trayectoria desprovista de sinsabores.
Por ejemplo, ha comenzado a enterrar a sus amigos. En su más reciente disco, Nacimos para rodar… Y me vale madres!!!, incluye una canción de des- pedida para Lalo Tex, el vocalista de Tex Tex, que falleció en enero de 2016.
“Como dijera el maestro Roberto Cantoral, no hay que reclamarle a Dios porque se los lleva, sino agradecer el tiempo que nos dejó disfrutar a su lado. Mi mamá cumplirá seis años de que murió y todavía no me la acabo. Cada vez que es Navidad, Año Nuevo, su cumpleaños, cada día 25 del mes que sea, la recuerdo. Es algo que siempre queda en la memoria”.
