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A un año del 19-S; un caso exitoso de reconstrucción del terremoto del 85 que hoy puede utilizarse

Por: Iván Montejo 19 Sep 2018
A un año del 19/11 la reconstrucción de la ciudad no ha finalizado. Ante esta realidad queda observar una experiencia que recostruyó una vecindad en meses
A un año del 19-S; un caso exitoso de reconstrucción del terremoto del 85 que hoy puede utilizarse

Hace un año para algunos se revivieron los peores recuerdos, para otros fue la primera experiencia de tal magnitud y los más desafortunados lo perdieron todo. Los que tuvimos la fortuna de no quedar entre la pila de rocas que momentos antes era un edificio nos volcamos a ayudar. Cada quien de acuerdo a su capacidad: donando víveres, recogiendo escombros, preparando alimentos, ofreciendo un techo, organizando centros de acopio, compartiendo información en redes sociales y verificando su veracidad. Buena parte del país se detuvo para demostrar que esta catástrofe no derrumbará nuestra preocupación por el otro.

En segundos, miles de personas perdieron todo el patrimonio que les costó años construir, hubiéramos pensado que se trataba de una broma macabra al ocurrir el mismo día que aquél fatídico 19 de septiembre de 1985, pero los vidrios rotos, los escombros, las voces perdidas y la nuestra solidaridad confirmaron que se trataba de una realidad para la cual no estábamos preparados.

¿Y la ayuda?

Con dificultad regresamos a la vida cotidiana, muchos de los edificios que supuestamente se derrumbarían sólo han acumulado polvo y basura; mientras que los que se desplomaron se convirtieron en vacíos en una ciudad que se reúsa a olvidar.

El regreso a la normalidad hizo que se olvidara la solidaridad internacional, las noticias de donaciones millonarias plagaron las redes sociales y los noticieros. Una ilusión que nos hizo creer que era posible recuperar lo que perdimos con el caos; no obstante, todo quedó en promesas: se trasformó el capital en una inmensa cantidad de caras falsas.

 

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Ya pasó un año y la búsqueda de sobrevivientes terminó, los centros de acopio se cerraron y la mayoría de las vías bloqueadas por los derrumbes se han abierto. Paradójicamente, es en este momento cuando se presenta ante nosotros el mayor reto: levantar el país nuevamente. Todavía queda mucho por hacer y existe una experiencia de reconstrucción previa de la que debemos aprender.

Un proyecto exitoso ¿demasiado tarde?

Se trata de un proyecto de reconstrucción de vecindades presentada como proyecto de tesis para obtener el título de arquitecto. Desde el 25 de septiembre, Guillermo Méndez Soto, Esteban Montejo Gallegos, Juan Martín Rangel Ramos y Braulio Ricardo Sánchez Hernández, cuatro miembros del Taller “José Revueltas”, apoyaron a los vecinos de la colonia Morelos de la Ciudad de México, que perdieron sus hogares en el sismo de 1985.

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El proyecto consistió en la edificación de cuatro vecindades 1 construidas donde se encontraban las antiguas casas de los damnificados. El movimiento telúrico provocó que los afectados tuvieran que vivir en la calle, por lo que el primer paso fue instalar viviendas de emergencia hechas de polines y láminas de cartón. Los materiales para su elaboración fueron donados por la Asociación Mexicana de Transformación Rural y Urbana (AMEXTRA).

 

Buscar los medios

Esta asociación sirvió como puente entre los vecinos y el Comité Luterano de Ayuda, grupo que sería fundamental para la construcción de las vecindades debido a que financió dos obras completas y la mayor parte de una tercera; en los tres casos, las edificaciones fueron donadas a las personas que vivían en el predio derrumbado.

 

 

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En los proyectos siguientes se eliminó el intermediario y los futuros arquitectos trabajaron directamente con el Comité Luterano de Ayuda, lo que hizo más eficaz la administración financiera y ayudó a que las donaciones llegaran directamente a las personas.

Por otro lado, la cuarta vecindad pudo llevarse a cabo gracias a la ayuda económica de la Iglesia Presbiterana. En esa ocasión, los beneficiarios sí pagaron por sus viviendas y lo lograron gracias a un crédito brindado por la misma organización religiosa. Para que la economía de los damnificados no se viera afectada se pactaron pagos mensuales equivalentes al 30 por ciento del salario mínimo en un plazo no mayor a diez años. El dinero recaudado se reuniría en un fondo que sería utilizado para futuras catástrofes naturales.

Organización: el mayor reto

En cuanto a la construcción, el plan inicial era comenzar las obras una vez retirados todos los escombros de los predios, acción que se realizó hasta un decreto expropiatorio de los terrenos debido a que los vecinos no eran los dueños.

El proyecto se basó en la construcción participativa, ya que se trató de familias con reducido poder adquisitivo. A los vecinos se les enseñaron técnicas de excavación de capas, en la habilitación de fierro y tuvieron una participación activa en los días de colado. Al mismo tiempo, se utilizaron tecnologías alternativas para reducir costos e incluso algunas comunidades crearon cooperativas de consumo y fábricas para elaborar materiales de la construcción. Donde sí fue utilizada una mano de obra más capacitada fue para las instalaciones al contratarse plomeros y electricistas. Con apoyo constante y la coordinación de todas las partes, las vecindades fueron terminadas entre tres y seis meses.

 

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Un aspecto central para la reconstrucción fue la organización vecinal, como la Unión Popular de Inquilinos de la Peña de Morelos. De estos grupos surgieron líderes que vigilaron el uso correcto de los recursos que instituciones internacionales estaban donando para la restauración del país. Asimismo, se llevaron a cabo algunas protestas que obligaron a los delegados a participar activamente en el proyecto, como en el caso de la vecindad de Dr. Neva No. 27.

Esta experiencia es una muestra clara de que la participación activa y organización de una comunidad puede vigilar que las numerosas donaciones lleguen a las personas que más lo requieren. Es esencial una organización vecinal que se encargue de encontrar dónde está llegando el capital recaudado, como en aquella época AMEXTRA puede ser una primera aproximación, pero afortunadamente existen más organizaciones en la actualidad.

Igualmente, los decretos de expropiación en estas experiencias son una necesidad. La mayor parte de los edificios colapsados fueron resultado de la corrupción de las grandes constructoras y la falta de mantenimiento de las estructuras. Los predios no pueden regresar a manos de los responsables de la tragedia, es tiempo que la sociedad organizada pueda conocer y tener la tranquilidad que el techo bajo el que duerme no es producto de la codicia de unas cuantas personas.

 

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La vecindad Dr. Neva No. 27 finalizada

 

Parece que la esperanza ha muerto y que los edificios que se ven como fantasmas de la ciudad se mantendrán como un recuerdo de la corrupción. Está en nosotros revertir nuestra realidad, realizar el escrutinio de las donaciones y exigir por medio de la organización que el 19 de septiembre por fin sea superado.

  1. Se ubican en Pintores No. 86, colonia Emilio Carranza; Dr. Bolaños Cacho 40 y Dr. Barajas Lozano No. 34 en la colonia Buenos Aires; y Dr. Neva No. 27 colonia Doctores.
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