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2019, ¿año prometedor? El tiempo lo dirá

Por: Pedro Ferriz de Con 08 Feb 2019
Nadie discute los alcances de nuestro presidente, pero esto tampoco significa tapar el sol con un dedo. La realidad mexicana no le pinta fácil.
2019, ¿año prometedor? El tiempo lo dirá

 

Me pregunto al inicio de 2019, si tendremos mejores perspectivas de hacer progresar a México en este naciente sexenio.

He sido un crítico permanente de AMLO en su calidad de candidato; ahora que es presidente, mi visión debe cambiar de perspectiva. No por mi postura, sino por la de él…

Sus alcances son inmensos y el dominio político con el que ejercerá gobierno es absoluto, basado en un enorme apoyo del pueblo mexicano, convencido que necesitaba un golpe de timón antisistémico.

Los votantes, sobre todo los de poco alcance, pensaron que “primero los pobres” y “la mafia del poder” eran argumentos poderosos para apoyarlo en lo que otros políticos que aspiraron desde partidos desprestigiados no acabaron con los principales problemas de México cuando tuvieron la oportunidad de gobernar.

Si se fijan, Morena, triunfador absoluto, posee una cualidad única: no tiene historia, por lo que no ha acumulado fracasos. Los Independientes tampoco los teníamos, pero carecíamos de dinero, ingrediente que Morena sí tuvo.

AMLO no nació ayer… historia y fracasos los tiene, pero pegado a la “marca” de Morena, figuró como un neonato en la vida política nacional.

En beneficio de Andrés Manuel, los astros se alinearon y en perjuicio de sus contrincantes, éstos se cruzaron para acabar desfigurados.

El PRI se encargó de aniquilar a Ricardo Anaya, creándole una campaña de supuesto lavado de dinero, de la que no pudo meter ni las manos para defenderse contra la maquinaria del gobierno… Y ese mismo PRI se encargó de darse un balazo en el pie, por dos factores: la profunda corrupción de Peña Nieto y su gentuza, y la imagen anticlimática de un candidato, que no fue capaz de provocar un suspiro en un diálogo entre Romeo y Julieta.

El hecho es que aquí estamos. No sólo con un presidente todopoderoso, sino con una inexistente oposición, o por lo menos invisible.

¿Quién es Claudia Ruiz Massieu? ¿Cómo se escribe Marko Cortés? ¿Dónde vive Emilio Gamboa? ¿Y Manlio?

Hoy, las fuerzas de lo más torcido de la izquierda, apoyan al nuevo presidente.

Martí Batres es Líder del Senado.

Napoleón Gómez Urrutia pasó de verdugo a víctima. Manuel Bartlett es sinónimo de eficiencia y modernidad energética. Yeidckol Polevnsky se erige como la reencarnación de Juana de Arco.

Mario Delgado es Robespierre y Ricardo Monreal, mezcla perfecta de Richelieu y Winston Churchill, tanto por su sagacidad, como por la pureza de sus sentimientos.

La CNTE se hace institucional y la clase empresarial, la más fifí, casi no abrió la boca cuando se canceló el nuevo aeropuerto, luego de una consulta popular que decidió darle cristiana sepultura.

AMLO hizo la magia de llegar a la presidencia. ¡Magnífico! Ahora enfrentará el reto de mantenerse firme y con la banda puesta sobre el pecho, a la espera de que su receta secreta, la liberal: pacifique al país, aniquile la corrupción y proyecte a México a las alturas del desarrollo, montados en el Tren Maya, que sin llegar a ser bala, elevará el nivel de vida de los desposeídos.

¡Ya, en serio! No me leo optimista.

Me encantaría estarlo y más que nada, proyectarlo ante ti, querido lector…

Pero a fuerza de ser sincero, siento que se trabaja para un México tipo Santa Lucía. Corto en alcances, mediocre e ineficiente.

Pero eso sí: ¡Muy prometedor!

“Me canso ganso”.

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