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20 PREGUNTAS: JOHN COYLE

Por: Jafet Gallardo 31 May 2018
GANADOR de la medalla de plata en patinaje de velocidad en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994, hoy es […]
20 PREGUNTAS: JOHN COYLE

GANADOR de la medalla de plata en patinaje de velocidad en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994, hoy es fundador del The Art of Really Living y un estudioso del tiempo. También es un conferencista internacional que te enseña a vivir “casi para siempre”. ¿Cómo? No cayendo en la rutina.

Por ARTURO J. FLORES @ARTUROELEDITOR

Fotografía de JOSHUA ALBANESE

 

En tus conferencias mencionas lo sencillo que resulta olvidar cosas, ¿recibir una medalla olímpica es una de ellas?
No caí en la cuenta de la importancia de la medalla hasta doce años después, cuando me invitaron como comentarista a cubrir otros Juegos Olímpicos para NBC. Uno de los padres de los atletas me dijo: “No estaríamos aquí si no fuera por ti. Hace doce años viniste a Michigan, le colgaste tu medalla a mi hijo y al día siguiente comenzó a entrenar porque quería ganar la suya”.

¿Cuántos años entrenaste para competir sólo unos segundos?
Más o menos entrené durante casi 20 años, de 10 a 12 horas diarias, para ganar por sólo unas centésimas de segundo.

En tu libro defines Las tres Leyes del Tiempo y una de ellas aborda la manera en que aprendiendo cosas nuevas podemos hacer que el tiempo pase más lento.

Sí, muchos instantes duran sólo unos segundos, pero tienen una influencia enorme en nuestro presente.

¿Cómo te empezaste a interesar en estudiar el tiempo?

Cuando me di cuenta de que unas centésimas de segundo pueden cambiar una vida. Ganas una medalla en los Juegos Olímpicos y tu vida se transforma. Quedas en cuarto lugar y todo sigue igual. Mi profesor de psicología en Stanford comenzó a introducirme en las paradojas del tiempo, pero mi obsesión creció cuando empecé a trabajar para una empresa y caí en una rutina.

Dices también que el tiempo se acelera cuando caemos en una rutina.
Cuando todos los días de tu vida son idénticos, nada permanece en ti. Parece que todo pasa más rápido y que estás viviendo menos. Es una paradoja.

Inviertes mucho tiempo estudiando el tiempo, ¿no representa eso una paradoja también?
No del todo (risas). Sí invierto mucho tiempo en estudiar el tiempo, pero me divierto haciéndolo. Como cualquier negocio: no quieres invertir poco y ganar poco. En mi caso, el placer es enorme y hace que la ganancia lo sea también.

Estudiaste en México, ¿no es así?

Estudié Diseño de Pensamiento. Y es curio- so, porque en ese tema me entienden mu- cho más en México que en Estados Unidos.

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En México somos famosos por nuestra impuntualidad, ¿cómo enfrentó eso un estudioso del tiempo?
Mi novia dice que bien podría haber nacido en México, porque soy muy “flexible” con mis citas.

¿Conoces Kairós y Cronos?

Yo soy más como el primero. Estoy más en lo cualitativo del tiempo que en lo cuantitativo.

Tampoco es lo mismo el tiempo en la cdmx que en la provincia.
Estoy pensando en mudarme cuando mi hija se gradúe, quizás a Guanajuato.

La modernidad nos obliga a que todo sea más veloz.

Sí, nuestras historias han dejado de tener valor y ésa es una de las características tristes de la modernidad.

En tus pláticas compartes una anécdota de unas vacaciones con tu hija en las que estaban muriendo de hambre en un campamento, y afirmas que recordamos mejor cuando existe un momento de crisis. Supongamos que deseas atravesar un prado. Existen dos formas de hacerlo: a pie, de modo que tus zapatos apenas dejen una huella en el césped. O en un tractor, que imprimirá una huella casi permanente. Así funciona la memoria. Por eso, cuando las vacaciones son hermosas, casi nunca recuerdas nada. Pero cuando tienes un punto de crisis al cual te sobrepusiste, entonces es imposible olvidarlo. Es así como recordamos las grandes historias. Todas tienen un guión y un clímax.

En tu perfil de Skype escribes: “Todo el mundo muere, pero no todos viven”.
Mucha gente nunca sale de su zona de confort. Se estanca en la repetición, la rutina y la seguridad. Por eso no se atreven a hacer cosas nuevas, ponerse en riesgo, aprender otras actividades.

¿Es complicado viajar por el mundo con una medalla olímpica en la maleta?
La primera vez que viajé con ella di una conferencia en Playa del Carmen. La traía en una backpack. Y de pronto la dejé en el salón de conferencias para irme a comer y no reparé en ello hasta un par de horas después. Entré en pánico, pero ahí estaba.

¿Qué tanto de ti queda del deportista cuando te toca estudiar y que tan científico eras cuando competías?

Todavía entreno a diario en bicicleta y en patines. Y cuando era deportista de tiempo completo, experimentaba con diferentes tipos de patines para ver de qué forma afectaban mis resultados.

¿Crees en viajes en el tiempo?

Está comprobado que nuestra mente toma diferente información de nuestros sentidos para ensamblar la realidad. Y en ese sentido, los deja vú representan una especie de viaje en el tiempo. Porque recordamos algo que de alguna forma vivimos, pero se trata de la forma en que la mente reconstruye lo que percibimos.

En tu Manifiesto para Vivir Realmente estableces: “nadie experimenta el tiempo de la misma forma”, ¿cómo le explicas eso a un ceo al que le das una consultoría y que está muy preocupado porque sus empleados sean lo más productivos posible?

Hace poco dicté una conferencia y supe, porque después me lo contó, de un directivo que saliendo de ahí en vez de irse a la oficina a terminar lo que tenía que hacer, pasó por sus hijos a la escuela y se los llevó con sus abuelos a pasar el fin de semana. Aprendió a expandir su tiempo.

¿Cómo pones en práctica lo que predicas?

Sencillo, desde hace 10 años mi rutina fue la misma: me levantaba a las seis de la mañana, montaba mi bicicleta durante una hora, iba a trabajar de 8:00 a 6:00, a las 6:30 cenaba con mi familia y después trabajaba en casa desde las 8:00 hasta la medianoche. ¡Pasaba una hora diaria con mi hija! Pero ahora trabajo por mi cuenta e invierto todo el tiempo que quiero con ella.

¿De verdad cultivas los chiles más picantes?

Sí, entre ellos los “Trinidad Moruga Scorpion”, los “Carolina Reaper”, el “Brainstrain” y el temible cp 115, que oscilan entre el millón y los tres millones de unidades en la escala Scoville (que mide el picor). Para que te des una idea, el habanero llega a 50 000 Scovilles. Los traigo con mis clientes para crear un momento inolvidable en sus cabezas. Y funciona. Siempre se acuerdan de los chiles, mucho más que si les llevara papitas.

¿Por qué mencionas en tu CV a Lance Armstrong, a pesar de la mala imagen que tiene?
Oh, Lance y Jeff Skilling (presidente de Enron Corporation, empresa que quebró en 2001 por fraude) son muy parecidos. Ambos fueron muy innovadores en sus campos, entendiendo innovador como aquél que rompe lo establecido. Sin embargo, lo hicieron de forma ilegal, sin ética, y por eso tuvieron finales tan tristes.

Los cuentos de hadas siempre acaban así: “Fueron felices por siempre”, ¿eso es posible?
Es posible un “casi por siempre”. Cuando creas historias emotivas, el tiempo se expande de una forma que parece infinita. Pero ahora que construyo momentos emotivos, el tiempo parece ir más lento. Vivo más.

 

INFORMACIÓN

www.johncoyle.com

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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