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Todos los caminos llevan a la FIL Guadalajara

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Ya conoces a nuestro columnista en temas literarios y librescos, ahora sólo es cosa de que te aprendas el nombre […]
Todos los caminos llevan a la FIL Guadalajara

Ya conoces a nuestro columnista en temas literarios y librescos, ahora sólo es cosa de que te aprendas el nombre de su columna y lo leas cada lunes: Libros Al Desnudo. Hoy nos habla de la FIL Guadalajara.

Por Jaime Garba

La primera vez que fui a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL Guadalajara) fue en el 2009. No recuerdo muy bien cuál fue la mayor motivación, pero entre ellas estaba conocer a Santiago Roncagliolo, escritor peruano que me había cautivado con su novela Abril Rojo (Alfaguara, 2006) y a quien comencé a admirar profundamente. Cómo sería de ingenuo que cual adolescente despertando al deseo, por mi cuerpo recorría una especie de ansiedad al acercarse los días, sentía que al primer segundo de comenzada la feria era imperiosa mi presencia. Para tal aventura convoqué a un buen amigo, lector apasionado pero poco aprehensivo con los libros, de esas personas ya en peligro de extinción que prefería irse a las bibliotecas a sacarlos a préstamo, dado que comprar una edición estándar le dejaba la quincena en números rojos. Usualmente quienes se aventuran a un viaje suelen investigar, ver a qué condiciones se enfrentarán, pero nosotros no vimos más que la necesidad comprar dos boletos de autobús y dirigirnos a Guadalajara justo el día que se inauguraba la feria. Escribo esto como contexto porque ahora es muy distinto, quienes me leen y conocen la feria saben que todos los caminos llevan a la FIL Guadalajara, no hay medio literario y cultural que no la vaya mencionando poco a poco, cada vez más, conforme se acerca la hora. El reloj comienza desde el último día de la pasada feria y no son pocos quienes siguen fielmente el conteo inverso. Y es que la FIL Guadalajara no es sólo una feria, es “La feria”, la más importante en lengua española; para los fans, la más importante del mundo. Cuando mi amigo y yo arribamos a la ciudad, le sugerí que tomáramos un taxi para llegar directos y sin problema, pero él me convenció de minimizar costos tomando varios autobuses, cosa que después agradecí cuando pude comprar más libros. Jamás podré olvidar el momento en que nos acercábamos a la Expo, lugar donde se realiza la feria, el palpitar de mi corazón y el inocente pensar de un primerizo en la FILfil guadalajara playboyGuadalajara: “A ver si alcanzamos espacio, se me hace que va a estar lleno y nos quedamos afuera”, dije a mi amigo increpándole el ir retrasados por haber salido tarde desde nuestra ciudad de origen. Bajamos y corrimos, cruzando como provincianos las calles caóticas de la avenida, toreando autos que en más de alguna ocasión estuvieron a punto de finiquitar el asunto antes de comenzar. De pronto estábamos frente al gran letrero que da la bienvenida “La fiesta de los lectores”, y mientras a nuestro lado pasaban decenas de personas, caímos en cuenta de la magnitud del evento. Una vez adentro y con una pena que nadie se atrevió a manifestar pero que ambos notamos en nuestros rostros, supimos que las dinámicas no eran como lo pensamos, allí tenía cabida todo mundo, todas las palabras del universo, todos los autores, los apasionados de los libros, todo era infinito. Mi primera vez en la FIL Guadalajara fue fascinante porque estar allí fue ingresar a un mundo paralelo, uno donde la estadística de la poca lectura en México no existe, donde los libros son el objeto del deseo, donde los escritores son rockstarsperseguidos por sus groupies, donde se hacen filas de dos horas para ver a un premio Nobel o algún autor de esos que visitan el país sólo por una circunstancia tan especial. Esos extensos metros cuadrados repletos de historias cobijan a todo aquel que quiera el amparo de la palabra, sonaré ñoño pero uno dentro de la FIL Guadalajara se siente hermanado con quien pasa a su lado, con quien está sentado enfrente con un libro en las manos. Recorriendo los pasillos de unas calles enteramente literarias cualquiera se siente inmortal.

Mi primera vez en la FIL Gudalajara fue inocente, pero jamás he dejado de sentir la misma emoción cada que estoy en esa rampa que me lleva a ingresar. Ya se ha vuelto una grata tradición esperar el día emocionado para acumular recuerdos. Fue allí donde conocí a Roncagliolo teniendo de fondo a un todavía vivo Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, allí recibí un autógrafo para mi hija de un Carlos Monsiváis a tan sólo meses de morir; allí estreché la mano de Fernando Vallejo, uno de los autores que más admiro; y allí veía siempre en el mismo lugar a Antonio Ortuño, que ante mi timidez bajaba la mirada y jamás me atreví a saludar, sin pensar que algún día sería mi amigo, y que este año espero verle para darle un fuerte abrazo.

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara es toda una fiesta, una donde miles de personas alcanzan su rebanada del pastel, donde todos tienen su historia, quizá algunas más impresionantes que otras, pero todas con su razón de ser, y eso me hace sonreír e indudablemente me lleva a la siguiente pregunta: ¿Qué sería de quienes amamos los libros si no tuviéramos la maravillosa FIL Guadalajara?

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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