Películas que hacen honor a la literatura
#LibrosAlDesnudo
Por Jaime Garba
@jaimegarba
No ha nacido el atrevido que asevere que una película basada en una obra literaria es mejor que el libro, y se debe en gran medida a que la brecha entre cine y literatura, por más cercana que pueda ser, se despliega en distancia paradójicamente por un hecho elemental: las imágenes que transcurren por la cabeza del lector son únicas e inigualables, provenientes de la propia experiencia y la imaginación; mientras que las del cine pertenecen a la visión de un grupo de personas que herméticamente meten una historia y la proyectan a los espectadores como un trabajo acabado, poco dejado a la interpretación. Claro, el cine ha dado al público filmes extraordinarios, así como algunas adaptaciones o versiones literarias muy dignas, pero que siguen sin convencer a los lectómanos, y mucho menos están cerca de hacer ceder al lector de hueso colorado. Los libros permanecen en la cima de la pirámide.
Aunque no es una novedad, porque desde siempre la narrativa ha servido como inspiración para realizadores, en últimos años hemos podido ver un auge de trabajos que tienen como base la literatura, el claro ejemplo está en que la pasada entrega de los premios Oscar, no pocas películas estaban basadas en libros. Sin embargo no escribo sobre éstas, sino de aquellas que en esencia rinden un homenaje importante a la literatura.
Media noche en París. Dir. Woody Allen, 2011.
Aunque no soy particularmente fan de Woody Allen, y a pesar de que estoy de acuerdo con una amiga que dice que esta película, así como “Roma con Amor” (2012), parecen estar auspiciadas por las secretarías de turismo de Italia y Francia; “Media noche en París” es una obra que evoca una de las épocas más hermosas de la literatura en el mundo, la bohemia parisina de los años 20, aquella donde se congregaron los más destacados artistas del mundo para dialogar, crear y vivir la fiesta que el ambiente de la Ciudad Luz proveía. En la película vemos cómo un guionista frustrado, que intenta dejar todo para escribir una novela en la que vierte toda su fe, viaja en el tiempo a los cafés, cantinas, departamentos y calles destiladoras de arte, espacios donde convergieron escritores como Hemingway y Fitzgerald, pero también pintores, cineastas y músicos, entre los que se cuentan a Picasso, Buñuel y Cole Porter. Para ver esta película no hay que ser un gran conocedor literario, sólo querer dejarse inspirar por una época plagada de arte y creatividad que quizá difícilmente se repetirá.
The end of the tour. Dir. James Ponsoldt, 2015.
David Foster Wallace se volvió un autor de culto por la razón equivocada: su suicidio en el 2008. Y no es que antes de eso no fuera importante o reconocido, lo era, al grado de considerársele uno de los más grandes escritores de la literatura norteamericana de los últimos tiempos; pero desafortunadamente la depresión que padeció la mayor parte de su vida atrae a morbosos lectores que ven al escritor de “La broma infinita” como alguien a quien se debe leer por su biografía tortuosa y difícil. Jonathan Franzen, otro gran escritor norteamericano y amigo de Foster Wallace, ha dicho hasta el cansancio que no le gusta que la gente sienta debe leer a David a partir de su tragedia, pues esto de alguna manera hace perder la objetividad. En “The end of the tour”, se narra un fragmento interesante de la vida del autor, la entrevista que un periodista de la revista Rolling Stone le hizo mientras estaba terminando una gira de promoción. En este filme no se ve al Wallace que muchos quisieran ver: deprimido y macilento, no, se ve al autor prodigioso en su cotidianidad, por supuesto, marcada por los sube y bajas que las circunstancias le deparaban, pero viviendo como cualquier otro ser humano, sin el estigma que quizá nunca se disipe por completo. Esta película desmitifica al David melodramático, oscuro, y brinda sensatez a sus lectores para acercarse a sus libros con el sentido adecuado, sin darle mucha importancia a lo demás.
In to the wild. Dir. Sean Penn, 2008.
“In to the wild” fue escrita y dirigida por el actor Sean Penn, pero está basada en un best seller homónimo escrito por John Krakauer en 1996, que a su vez está tomado de la experiencia de vida de Christopher McCandless, un joven norteamericano que decide alejarse de la sociedad para lanzarse a un viaje de autodescubrimiento a través del norte de los Estados Unidos. El honor que le hace a la literatura esta película no radica en que sea una adaptación, sino en que Christopher toma la decisión de explorarse a sí mismo a raíz de la lectura de la obra de Jack London y Henry David Thoreau. Son los libros lo que le incitan al movimiento, a la búsqueda de la utopía humana. Durante todo el filme escuchamos frases poderosas sacadas de un guión inteligente, derivado del pensamiento de estos autores. Como cereza del pastel la fotografía es muy buena y está acompañada de un soundtrack increíble compuesto por Eddy Vedder.
