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LIBROS AL DESNUDO: LITERATURA Y GARNACHAS

Por: Playboy México 20 Ene 2020
Pancho Madrigal (Guadalajara, 1945) es uno de los cantautores mexicanos contemporáneos más importantes de nuestro país. Si dices que no […]
LIBROS AL DESNUDO: LITERATURA Y GARNACHAS

Pancho Madrigal (Guadalajara, 1945) es uno de los cantautores mexicanos contemporáneos más importantes de nuestro país. Si dices que no has escuchado de él estás mintiendo, pues muchas de sus composiciones se han interpretado en voz de grandes personalidades. Quizá el caso más emblemático es “Jacinto Cenobio”, ejecutada desde el gran Óscar Chávez, pasando por Guadalupe Pineda hasta Amparo Ochoa, por mencionar algunos; no obstante de ser la más conocida, el repertorio musical de Pancho es vasto y fundamental para entender la cultura popular mexicana; sus letras se constituyen como narraciones que describen la identidad e idiosincrasia nacional y las peripecias de la vida. Desde esta perspectiva se entiende la obra de Madrigal como literatura en sentido estricto, por ello es natural que además incursione en otros géneros artísticos como las artes plásticas y la escritura de novelas y cuentos; en este terreno recientemente acaba de publicar en Ediciones Arlequín una fabulosa novela, “Detective que oye boleros”, una historia que difícilmente puede encasillarse: ronda entre una especie de novela negra-parodia-homenaje al género; donde el personaje principal, un antihéroe, Juan Sánchez, mejor conocido con su nombre de detective como Sherlock Bond, trabajador de una imprenta en el mítico barrio jalisciense de Santa Teresita, decide renunciar a su cotidianidad para cumplir su sueño: convertirse en detective. Para ello emula a las figuras detectivescas que bien conoce en las novelas que admira, sin darse cuenta que se constituye en sí mismo como un arquetipo, porque además de los aditamentos fundamentales que se requieren para ser detective, su personalidad le permite poseer un par de características que lo diferencian de los otros: es un apasionado de los boleros y hombre de buen comer –fanático de la garnacha tradicional tapatía-. Así, el lector recorrerá junto a Juan este breve pero interesante recorrido por el barrio y sus personajes, sus vicisitudes y aventuras. Mientras sonaban en mi reproductor algunas de sus canciones, como “La persecución del Matasiete” y otros tracks de sus “Corridos pendencieros”, al sorbo de un buen mezcal, tuve una conversación escrita con Pancho para Playboy México, quien comparte sus perspectivas sobre la novela y su trabajo en general. Que la disfruten.

JG. Bueno… Pancho, cómo empezar. Eres artista plástico, músico, escritor de dos géneros (literatura y música, aunque al final podríamos decir que ambas son lo mismo, pero vaya, desde siempre se ha entendido, tal vez equívocamente, que son distintas). Lo natural es preguntarse, ¿de dónde te nace el gusto por el arte?

PM. Me tocó vivir una época llena de manifestaciones artísticas, sobre todo en la cultura popular. La época de oro del cine (tanto mexicano como de otros países), la época de oro de la música popular (con una radio muy rica en géneros y diversidad de estilos); la época de oro de la historieta (La Familia Burrón, Los Supersabios, Rolando el Rabioso, entre muchos otros); así como un Cri Cri, un Chava Flores… Un ambiente muy propicio para la sensibilización artística de niños y adultos.

JG. Se puede percibir esa influencia, tanto en tu música como en tu novela, por ejemplo, cuando alguien escucha alguna de tus canciones o lee “Detective que oye boleros”, resalta la calidad estilística de la palabra, que a la vez está cuidada y bien establecida… Ahora me hago la pregunta del huevo o la gallina. ¿Qué fue primero, la pintura, la música, la literatura? ¿Cómo pasaste de un formato a otro?

PM. Yo creo que mi vocación es de narrador. Desde muy chico me gustaba inventar historias. La historieta me influyó mucho en la parte gráfica, la parte visual. La música que escuchaba me inducía a componer, a cantar, pero cambiándoles la letra a las canciones que no me sabía completas; a dibujar lo que veía. De manera que no sabría decir qué fue primero.

JG. Un poco de todo, me atrevo a decir, pues aunque suene simple, a veces excluimos los géneros artísticos como si fueran incompatibles. En tu caso me llama la atención que domines los tres, que en ellos haya trabajos estupendo, por eso quizá no se trata de anteponer uno al otro… Ahora, específicamente: ¿“Detective que oye boleros” cómo llega a Ediciones Arlequín?

PM. Porque quería que la editara una editorial de Guadalajara, ya que Santa Teresita (barrio donde se desarrolla la novela) ha sido mi barrio por mucho tiempo. La editorial que más me ha publicado (aparte de El Colegio de Jalisco) es una editorial de Colima (Puerta abierta Editores); pero se la propuse a Arlequín y les gustó mucho. Decidieron publicarla.

JG. Esa es la cereza del pastel desde mi perspectiva, porque tu libro es muy tapatío, como producto con denominación de origen, con el barrio como contexto general fundamental para entender la trama, pero también esos detalles tan propios, como la comida, las atmósferas, la música, los personajes… ¿Cuál es la génesis de Detective que oye boleros? ¿De dónde surge la idea de crear un personaje tan carismático y atractivo como Sherlock Bond?

PM. El antecedente fue un relato que publiqué en un libro de cuentos titulado “El perro soñante”. Me gustó el resultado y decidí hacerlo novela ya que me había faltado mucho por decir sobre el personaje. Pero claro, fue el resultado de mis lecturas de novelas policiacas baratas en mi juventud.

JG. Conviertes a Juan Sánchez (Sherlock Bond) en un arquetipo digno de una serie de novelas; único en su clase, y es por su personalidad, su carácter y su proceder en la historia, que me cuesta trabajo encasillarla como una novela negra, porque aunque en sentido estricto tiene los elementos de una, más bien me parece entre un homenaje y una parodia al género, aspecto estupendo porque es divertida, con mucha intriga… y bueno, la evocación extraordinaria a la gastronomía de garnachas tapatía es impresionante. ¿Era esa tu intención, hacer una novela con tantos elementos: divertida, deliciosa y ágil?

PM. Tienes razón, para mí no es una novela policiaca, es una novela de antihéroe, en la que aprovecho para hacer uso del lenguaje popular -el cual me apasiona- aprovechando al personaje “El Mandril” (un cholo lavacoches que se vuelve el fiel escudero de Sherlock Bond); y por supuesto, como dices, para hacer un homenaje a la comida regional. La mayoría de mis relatos son humorísticos, disfruto mucho escribiendo humor y me parece que es lo mejor que se le puede ofrecer a un lector: un rato de esparcimiento.

JG. Claro, ahora que lo mencionas no sólo Juan es un persona digna del álbum de la cultura popular mexicana, “El Mandril”, los “hombres misteriosos”, las señoras del barrio… todos están dibujados con trazo exacto.

PM. Y no nos olvidemos del gato de Juan, don Raimundo, que también tiene su importancia, como un Pepe Grillo, es decir una conciencia, aunque sin hablar, pero con actitudes de reprobación y despotismo hacia la fantasía de Juan.

JG. Me parece te arriesgaste y sorteaste algo que muchos no logran, que tu novela, tan particular respecto a una geografía e idiosincrasia, pueda llegar a ser leída por cualquier lector de México y el mundo; y digo riesgo porque muchas novelas tradicionalistas, regionalistas o como les queramos llamar, por más buenas que sean se ven delimitadas por su geografía literaria y atavismos. Creo que tú lejos de limitarte proyectas al mundo una parte fascinante de Jalisco: sus barrios, su gastronomía y sus personajes.

PM. Me alegra que lo veas así. Aunque mi intención fue hacer algo local, me alegra que me digas que puede ser entendible por otras regiones.

JG. Es un poco como Rulfo; las propiedades naturales de tu libro hacen que los que habitan otras latitudes se sientan atraídos. Yo soy de Michoacán y alcanzo a entender y a paladear tu libro, pero quien no, por la forma en que describes, tan precisa y sencilla al mismo tiempo, hace que sea una delicia para un primer acercamiento.

PM. Es una inmerecida comparación, pero es cierto que una obra universal para que sea tal, antes tiene que ser local. Lo importante es que sea hecha con honestidad, con apego a las condiciones y circunstancia que rodeen al autor. Eso es lo que me pasó con mi canción “Jacinto Cenobio”. Nunca esperé que se fuera a hacer tan popular pero habla de circunstancias muy reales, muy de nuestro medio.

JG. ¿En qué proyectos andas actualmente mi estimado Pancho?

PM. Me acaban de entregar mi último libro de cuentos titulado “En el parquecito de aquí a la vuelta”, que son cuentos infantiles (algo a lo que le tenía muchas ganas). Aún no lo presento. Estoy trabajando para hacer una exposición de pintura, actividad que tenía muy relegada. Hacía mucho que no exponía. Pienso hacerlo este año, aunque aún no tengo el lugar.

Detective que oye boleros, de Pancho Madrigal, publicado por Ediciones Arlequín puede ser conseguido en cualquier librería o en la página web: www.arlequin.mx

 

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