#EXAGEROCOMOWARRIOR: VÁMONOS AL VAR
NUESTRO COLUMNISTA REFLEXIONA POSITIVAMENTE SOBRE EL CAMBIO QUE EL VAR (ASISTENTE DE VIDEO ARBITRAL) TRAERÁ PARA EL FUTBOL: TECNOLOGÍA QUE BUSCA SACAR A ESTE DEPORTE DEL ERROR Y DE LAS CAVERNAS, PERO QUE YA ARRASTRA SU DOSIS DE POLÉMICAS Y DETRACTORES.
POR CARLOS GUERRERO WARRIOR @carloslguerrero
KASHIMA ANTLERS de Japón enfrenta al Atlético Nacional. Es el Mundial de Clubes del 2016, el perfecto laboratorio donde las revolucionarias ideas del Presidente de la fifa se ponen a prueba. Dos equipos y una cuarteta arbitral son utilizados como animales de estudio para revisar el comportamiento del juego ante el error humano de los silbantes. Desde un pequeño cuarto son meticulosamente perseguidos por poderosas lentes y el más avanzado equipo en tecnología televisiva. El árbitro húngaro Viktor Kassai pide la asistencia del sistema para una jugada complicada y dudosa dentro del área del equipo colombiano al minuto 33. Existe infracción. La polémica se pulveriza en instantes ante la firme evidencia del video. Se sanciona el penal que a la postre se convierte en el primero de los tres goles que anota el Kashima Antlers ante el campeón de la Copa Libertadores. El var (Video Assistant Referee) escribe su primeras páginas en la historia del futbol. Ya es una realidad.
Señores, al futbol hay que agregarle una nueva emoción. Además del júbilo, del gozo, de la alegría que provoca el gol de la victoria y el sufrimiento que genera la derrota, ahora un hueco expansivo de incertidumbre aparece entre cada jugador, cada aficionado, cada entrenador y directivo cuando de pronto una pausa irrumpe abruptamente la celebración de un gol cuando el silbante decide apoyarse en el var.
El hombre de negro con un dramático lenguaje corporal hace la señal de revisión de video. Con los brazos forma un cuadrado una y otra vez. Parece más un referee de nfl que autoridad de futbol. El festejo de gol es interrumpido.
A mí nadie me lo contó. Estuve ahí. Pude verlo. En la reciente Copa Confederaciones en Rusia el var fue un constante protagonista. Durante el partido entre México y Portugal, que terminó con un empate a dos goles, el árbitro argentino Néstor Pitana anuló un tanto al portugués Pepe por fuera de lugar. Desde la cabina de video le llegó la indicación al nazareno.
Segundos de confusión, de sentimientos encontrados. Un marasmo de sensaciones. Por un lado el descontento, el enojo y la furia de los lusos que se sintieron afectados. Por otro, el largo suspiro de los jugadores mexicanos y el alivio en la banca de Juan Carlos Osorio.
Pude ver claramente, a unos metros de donde estaba mi posición de comentarista en cancha, el rostro de Marco Fabián que vivió aquel partido en el banquillo. Se llevó las manos a la cabeza, cerró los ojos e imploró para que el gol fuera anulado.
Cuando se dio la resolución, sonrieron todos. Un risa nerviosa evidentemente. Sabedores de que el filoso cuchillo del apache de circo había rozado el cuerpo de la bella dama atada a un blanco de madera.
Y así de dramática la sensación, no exagero, cada vez que algún silbante decidía apoyarse en el var para tomar la decisión de si marcar o no, de si expulsar o no, de saber si había fuera de lugar o no. Tan parecida al momento en que uno ve al malabarista en la cuerda floja con una capucha en la cabeza, a oscuras, sin red de protección y fuego debajo de él. Ese macabro momento donde nadie sabe qué sucederá milésimas después.
Ahora bien, quien piense que con el var se erradicarán los errores, se equivoca. Corría el minuto 112 de la semifinal
entre Portugal y Chile de la Copa Confederaciones: pisotón de Fonte a Francisco Silva. Era penal a favor de los andinos. El árbitro iraní Alirez Faghani no marca penalti y tampoco recurre a la cabina para revisión de la jugada provocando la furia de los chilenos.
¿Cuántas jugadas dudosas se hubieran cambiado a través de la historia si el var fuera parte de este bello deporte desde sus primero años?
Seguramente Inglaterra no se hubiera coronado en 1966 cuando Geoff Hurst “anotó” contra Alemania. Lo que hubiera dado el árbitro ruso Tofiq Bahramov por tener en sus manos el var para tomar la mejor decisión y saber si el balón realmente rebasó la línea de gol.
Con el Video Assistant Referee la mano de Raúl Ruídiaz de Perú en el duelo frente a Brasil en la Copa América Centenario hubiera sido sancionada de inmediato. O aquella de Thierry Henry ante Irlanda en juego decisivo y eliminatorio rumbo a Sudáfrica 2010. El gol de William Galas no hubiese contado como tampoco la vanagloriada “Mano de Dios” de Maradona en el Mundial de México 86 y el #NoEraPenal de Robben.
Vayámonos acostumbrando entonces a dejar lugar para nuevas sensaciones. Amaremos al var cuando favorezca a
nuestros colores y lo odiaremos cuando termine por hundirnos. Aprendamos a cortar la inspiración de un gol arrebatado. Practiquemos con un suculento bocado, escupámoslo antes de tragarlo o contengamos el aplauso y el llanto sentimental al momento de ver al hijo graduado. Así, así de dramático.
