Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

El ciclo del futbolista

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
“Que el jugador se retire por propia elección y piense cómo ocupará su vida de allí en más o que […]
El ciclo del futbolista

“Que el jugador se retire por propia elección y piense cómo ocupará su vida de allí en más o que el futbol retire al jugador porque ya no rinde como antes”, —Marcelo Roffé, psicólogo deportivo.

Por Carlos Guerrero Warrior @CARLOSLGUERRERO

El director técnico lo manda llamar con más porte de un padre de familia que de entrenador. Le dice al joven futbolista que debutará en el siguiente partido. Es importante algún buen discurso para que la escena nunca se esfume de la mente del hombrecillo que ya se sueña en un Mundial.

Si el joven resulta crack, el estratega podrá presumir por el resto de sus días que él fue el científico que lo descubrió entre la maleza urbana, tal como lo haría un maestro de quinto de primaria que ve a su ex alumno recibir una presea internacional y siente que fue clave en la formación que le impartió hace 35 años.

El joven futbolista accede sonriente a las cámaras que le solicitan una fotografía especial para los diarios que se han enterado del debut. Toma el balón con las manos y posa con gesto devorador. “Joaquín Álvarez recibe por fin la oportunidad”, reza la nota más pequeña en su primera gran aparición en un diario de circulación nacional.

A Joaquín le va bien, muestra talento, se despoja de los nervios, seduce a la tribuna con un par de amagues y tiene la fortuna de dar el pase del único gol del partido. Los comentaristas de televisión lo adulan por marcar semejante diferencia, por mostrar la convicción de un consagrado y ese talento nato siempre tan necesario.

Y aunque sus vírgenes piernas le dan para 200 minutos, el reglamento establece tristemente que el juego es sólo de 90. Suena el silbatazo. El reportero de cancha corre hacia él haciendo a un lado los abrazos de sus compañeros pues es mucha la presión por la entrevista en vivo antes de des- pedir la transmisión.

Bastan unos cuantos segundos a cuadro y unas cuantas palabras temblorosas para que la gente lo adopte como próximo ídolo, para que se grabe su cara y sepa que se hablará de él en todos los espacios deportivos de ese mismo domingo. El Güero Álvarez —ya encontrará un me- jor apodo— sigue creciendo, se aferra a la titularidad, gana minutos y mayor protagonismo en su equipo. Ya es común que se hable bien de él. En toda gran jugada se catapulta y se extradimensiona y todo fallo se subestima por la edad.

Recibe al año y medio de su debut un primer llamado a la Selección. Juega partidos amistosos con la misma intensidad y calidad que un duelo oficial. No es el más brillante pero cumple. Buenas notas a casa. Ya no es tan accesible como en aquellos lejanos entrenamientos con su club donde posaba sin cesar para las cámaras y donde se detenía con cada reportero. Pero es entendible, quizás está un poco saturado. Le llaman a su casa para entrevistarlo y sólo accede con aquéllos que lo han tratado bien y comienza a colocar voluntariamente algunos filtros con los que en algún momento lo han criticado por los normales fallos.

Pasa diez años entre un mar de picos, de altibajos, de vaivenes, de caídas, de tropiezos y de tardes gloriosas. Aparece cada vez menos porque a sus 27 años está cansado de tanta persecución mediática.

Vienen entonces los años crueles cuando por un ciclo natural, Joaquín ha dejado de ser noticia a sus 33 años. Duerme menos. Ahora por las noches las rodillas le duelen aún cuando no son tiempos de frío. El insomnio lo atormenta cuando comienza a cansarse de ligar seis partidos sin tener un solo minuto y cuando no hay quién le dé una explicación. Aunque él mejor que nadie la sabe.

Vuelve a ser entonces el tipo amable y accesible con todo aquél que le ponga un micrófono. Da entrevistas con soltura y cordialidad. Es importante ganar un poco de vi- gencia en los tiempos donde el retiro está más cercano que un gol o un simple amague.

No hay más contratos ni equipo donde jugar. Dice adiós sin entender por qué tan rápido acabó todo. Pasa un par de años sin saber qué rumbo tomar. Intenta empaparse de lo que tanto le dejó durante dos décadas. Sigue visitando campos de entrenamiento y se deja invitar por todos los programas de la radio. Algún productor lo escucha. Se oye bien, habla bien. Dice lo mismo que todos pero le favorece la presencia y el nombre que se hizo en las canchas. Recibe la invitación para convertirse en comentarista.

Ahora critica a los que están en la cancha con fina delicadeza para no herir de más, aunque se da cuenta de que es imposible no joder a los de su anterior gremio y que siempre más de uno se molestará. Pero Joaquín sigue y se mantiene firme. La vigencia que le da la televisión es una gran plataforma para mantenerse en escena.

Tres años después deja la tv y lo buscan para un puesto directivo. Vuelve a hacerse del rogar para una entrevista. Ya no está del lado de los medios, ahora ve a algunos como enemigos.

Nunca entendió que fueron la pantalla, los micrófonos y el impacto de la televisión los que lo convirtieron en héroe por muchas tardes, en villano cuando falló penales, en ídolo con selección, en crítico del sistema cuando na- die lo volteaba a ver y en paciente personaje en espera de una mejor oferta. Muchos, hoy sin la televisión, no serían —ni seríamos— nada. Bendita ella.

Te recomendamos
Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2024
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER 2024.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!
¿QUÉ TEMA TE INTERESA?