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¿Rusas para el Mundial? La prostitución en Rusia

Por: Iván Montejo 01 Ago 2018
Kompromat es el arte del chantaje ruso, consiste en obtener información comprometedora de políticos para utilizarla en su contra. Los […]
¿Rusas para el Mundial? La prostitución en Rusia

Kompromat es el arte del chantaje ruso, consiste en obtener información comprometedora de políticos para utilizarla en su contra. Los medios son diversos, pero la forma más eficaz se lleva a cabo mediante la seducción de hermosas mujeres rusas. Esta práctica recientemente volvió a la luz cuando surgió la noticia que Putin supuestamente tenía información de Trump que implicaba prostitutas rusas, una cama y un Golden Shower.

El líder ruso negó esta historia, pero en referencia a esta situación comentó que las prostitutas de su país son “las mejores en el mundo”. En este ambiente, el New York Post  le preguntó a Natasha, una sexoservidora rusa de 24 años, sobre los comentarios del presidente, y confirmó la afirmación. Mencionó que las mujeres de su nacionalidad, además de tener el beneficio de los genes, tienen una mente abierta que puede hacer realidad las fantasías de cientos de hombres, por sucias que sean.

 

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A pesar del comentario de Putin, en la actualidad esta práctica está prohibida, pero esta situación no siempre ha sido así. Durante la Rusia Imperial, esta actividad era vista como un peligro. Se consideraba que las mujeres portaban numerosas enfermedades venéreas, y para contrarrestar la situación se creó una policía médica que controlaba la salud y la limpieza de las damas que ofrecían estos servicios.

La actividad era legal y para controlarla el gobierno les daba a ellas “pasaportes amarillos”, así podrían identificarlas; además, incluían su estado de salud. Estos documentos eran contraproducentes para las portadoras, debido a que eran solicitados cuando buscaban rentar o comprar una propiedad, lo que las relegaba a las zonas más peligrosas de las ciudades. Por si fuera poco, la medida era dura con las prostitutas de clase baja, pero las de clase alta en muchas ocasiones no requerían del papel.

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Un “pasaporte amarillo”

 

Se abrieron centros médicos especializados que centraban su atención en alcohólicos y sexoservidoras. Estos centros hacían censos y, en 1929, determinaron que había aproximadamente, 3 mil de ellas en Moscú y que el 60 % de los hombres solicitaba sus servicios.

Los burdeles debían cumplir con treinta reglas, entre las que estaban: revisiones médicas semanales, tenían que estar cerrados, escondidos y a 30 metros de distancia de una escuela o iglesia. A ellos asistían miembros de la aristocracia y de la clase trabajadora, legalmente estos lugares sólo podían ser abiertos por mujeres, pero existía un círculo ilegal en las calles manejado por hombres, a los que les llamaban kot, o gato.

La intensión de las medidas era buena, pero su implementación fue pobre. Además del surgimiento de un mercado ilícito, en los centros médicos nunca fueron capaces de tratar correctamente las enfermedades y en ocasiones las condiciones provocaban que las mujeres empeoraran en lugar de mejorar.

La caída del Imperio significó el fin de la legalidad, además de que la regularización no era eficiente, los bolcheviques consideraban que la prostitución era una muestra de la explotación capitalista y en 1917 la prohibieron.

Desde entonces, continúa siendo ilegal, el castigo por participar en ella es una multa que va de 1,500 a 2,000 rublos, aunque participar en su organización puede llevar a tiempo en prisión.

 

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Natasha, la prostituta entrevistada por el New York Post, forma parte de un selecto grupo que ofrece sus servicios a la élite rusa. Estos hombres las buscan en línea y los encuentros se dan en los hoteles más lujosos de la ciudad, que pueden llegar a costar 18 mil pesos. Estas ganancias les permiten a algunas mujeres rentar departamentos completos en las zonas más exclusivas.

La prostitución pintada por Natasha es idílica: mujeres que ofrecen sus servicios a hombres poderosos que no pueden cumplir sus deseos con otras parejas. No obstante, el mundo es completamente radical en otros estratos.

Actualmente, en Rusia existen 3 millones de mujeres que se dedican al sexoservicio; podría parecer que su mundo es similar al de Natasha, pero la mayoría se desempeña en un ambiente de corrupción y explotación, donde la meta es sobrevivir.

 

dubrovackidnevnik.rtl.hr

 

Se les permite trabajar en zonas exclusivas, donde cada una tiene que pagar una tarifa. Esta particular organización tiene el objetivo de evitar las penas de hasta cinco años en prisión por organizar estas actividades.

Rusia ha pasado recientemente por crisis económicas que han aumentado la cantidad de prostitutas y ha disminuido el precio de los servicios. En algunos casos, pueden ganar tan sólo 1,800 pesos por 10 encuentros sexuales, o cobrar 200 pesos por el sexo oral. Estas mínimas ganancias se agravan con los sobornos que exigen los policías por no arrestarlas.

La prostitución en Rusia es un mundo de contrastes: en tiempos anteriores, medidas intentaron humanizar la práctica, pero la terminaron agravando; mientras que en la actualidad, mujeres de la misma profesión viven situaciones sumamente dispares.

 

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Por Iván Montejo

 

The View East

New York Post

Mirror

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