Ojo de Tigre: De los Dioses a tu paladar

En Puebla, el mito que explica el origen del mezcal dice que un agave fue golpeado por un rayo y dio a luz a la primera tatema; en Oaxaca, se habla más bien del amor entre la diosa Máyatl y un valiente guerrero llamado Chag, quien bebió de los senos de la deidad, el elixir que manaba de sus entrañas.
En ambos casos, se trata de un regalo hecho directamente por los dioses prehispánicos a sus pueblos, y por ello, una bebida sagrada.
En estas culturas se trataba a esta bebida como un ritual, reservada para que los sacerdotes pudieran conectar con el cielo y, en ocasiones, se le utilizaba en menores cantidades como remedio al malestar corporal desde el alma. Se decía que para curarse de las enfermedades, primero era necesario sacar el chaneque que se alimentaba del espíritu y para ello había que emborracharlo.
Pese a la importancia cultural del destilado en todo el país, el mezcal no solía ser tan popular como lo es en la actualidad, eran más bien, las comunidades originarias quienes mantenían su producción y consumo a partir de conocimientos ancestrales. Fue a principios de la década pasada cuando éste se colocó como un favorito de las fiestas. De acuerdo con un reporte de Consejeros Comerciales, de 2009 a 2011 el volumen de mezcal en antros, bares y restaurantes de la Ciudad de México creció un 169% y en tiendas mayoristas se disparó un 260%.
“Ahora, hay más de 350 marcas de mezcal tan solo en México”, explica Patricio Cuevas, brand manager de Ojo de Tigre, una etiqueta que busca rescatar las tradiciones mezcaleras de estos dos estados de la República.
Botellas de 200 años
“Una de las características más importantes de Ojo de Tigre es que mezcla dos de los agaves más representativos del país: el espadín de Oaxaca y el Tobalá de Puebla”, detalla Cuevas. La mezcla busca representar los saberes de cada una de estas regiones.
Para conseguirlo, el proceso de producción sigue dos métodos artesanales que van desde su siembra hasta su etiquetado, pasando por una cocción con piedra volcánica en horno cónico de piedra, similar al utilizado en las barbacoas. Sin embargo, lo que distingue a cada uno, es el proceso de molienda, el cual es clave porque es en el cual se extrae la concentración de azúcar; mientras que en Oaxaca se utiliza una piedra tahona que es jalada por un animal, en Puebla se acostumbra el corte con machete.
“Trabajamos con maestros mezcaleros que son quinta o hasta sexta generación de productores. Esto equivale a más de 200 años de tradiciones y conocimientos ancestrales”, comenta.
Gracias a estos siglos de experiencia en el cuidado y manejo de la planta, les es posible evitar plagas, sin el uso de químicos, y ofrecer un producto orgánico basado en la fermentación natural.
Por último, se pasa al proceso de doble destilación en alambique de cobre, antes de etiquetar y envasar a mano para distribuirlo a tiendas. En total, se tarda aproximadamente 20 días en realizar cada uno de sus destilados, sin contar los años necesarios para que el maguey madure y cumpla su ciclo de vida de forma que no afecte al ecosistema.
The eye of the tiger
El resultado es un espirituoso mucho más complejo que contiene los elementos herbales y frutales de cada especie. Se trata de un mezcal dulce, con notas muy sutiles a humo y acentos verdes, resultado del tiempo que el agave estuvo en la tierra bajo cocción.
Con una graduación alcohólica de tan solo 37 grados (baja para esta bebida, cuyo nivel máximo es de 55),
Ojo de Tigre funciona como un primer acercamiento al destilado mexicano. Contrario a otros que brindan un golpe inmediato, los sabores de este mezcal se van develando uno a uno en el paladar, lo que invita a seguir degustándolo.
Al respecto, Cuevas desarrolla: “Lo que buscamos es hacer que aquellos no tan familiarizados con la bebida se animen a probarlo como es la tradición: derecho y a besitos”.
Este propósito va más allá del capricho, pues la etiqueta explorará territorios europeos y estadounidenses durante 2020, por lo que otorgar una alternativa con mayor suavidad para los no iniciados, resulta esencial.
Incluso para convencer a los más temerosos, Casa Lumbre desarrolló una serie de cócteles que complementa los sabores de Ojo de Tigre con frutas regionales.
Ámbar
INGREDIENTES
• 60 ml de Ojo de Tigre.
• 15 ml de Jugo de limón verde.
• 20 ml de Jarabe de maracuyá.
PREPARACIÓN
Agregar todos
los ingredientes en un shaker con hielos y agitar vigorosamente. Posteriormente, realizar un doble colado y servir en un vaso old fashioned con hielos. Por último, decorar con hierbabuena y un popote de semilla de aguacate.