¿Y en dónde está el secreto?

Una tarde cualquiera en la ciudad de México, el sol cae y en algún departamento dos adolescentes tienen sexo. Asistimos al mundo contrastado de María, la protagonista. Puede pasar 48 horas sin hablar con nadie pero también acostarse, con quien con un poco de intención, se acerque a ella. Un ambiente fantasmal en donde sus miedos, cual sombra vil, la persiguen. La madre difuminada, la espalda del amante en turno, el caos multitudinario de la urbe con su escándalo y conglomeración en melancólico choque con el interior de su cuarto y alma.
Ya no se trata de la clásica transgresión femenina de las obras decimonónicas de Flaubert, Tolstoi, etcétera, ni de la liberación sexual del XX, aquí ya no hay banalización del sexo sino vandalización. Una sociedad que invita a la autodestrucción de las almas sensibles. Una femineidad orillada a huir o abandonarse en la degradación total. En Un mundo secreto hay crítica al orden de cosas en la vida actual y poesía en partes iguales.
María se encuentra en un permanente escape, del presente, pasado y futuro. Se siente ajena y por eso escribe en su diario, anhelante. Desdeña su pasado, su origen, una madre represora y un hogar roto; el presente genera igual desencanto, un país de desigualdad y violencia y, también escapa del futuro, de la maternidad y la alta posibilidad de quedar sola con un bebé en brazos y un padre ausente.
La música, no están ahí pero sí están. Los Strokes. La estética, el tono, una generación sin aparente ánimo vital. Esta historia los retrata bien. Están cumpliendo 18 años y mediante la evasión llegan a encontrar los por qués. Siempre hay esperanza y posibilidades aún dentro de entornos hostiles.
En esta película no hay ningún secreto y eso le da una gran valía. Su escritor y director, Gabriel Mariño, no se guarda nada. Quienes en la adolescencia fueron solitarios, “desadaptados”, se identifican y saben que es un retrato sincero, quienes no, descubren un personaje entrañable y ven las múltiples complejidades de la vida. Es el primer largometraje de Mariño y deja esa sensación (muy común en literatura, música, cine) de que ha dicho todo, que desembocó su ser, sus experiencias, su sentir. Ojalá que no y en el porvenir veamos más buenas películas de Mariño.
María sonríe sólo un par de ocasiones en la cinta. Aunque su travesía la lleva a lugares distantes, el mayor recorrido es en su interior. Descubre que en ocasiones es necesario poner el mundo de cabeza, aclarar las ideas y el corazón, emocionarse y despojarse de los secretos.

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