Volver a empezar

El tiempo es cíclico y tarde o temprano, el perro de la historia termina por morderse la cola. Lee con detenimiento la primera colaboración de uno de nuestros nuevos columnistas. ¡Te pondrás a temblar
Por: Carlos puig
Primera señal: El anuncio de que Manuel Lapuente volvería a dirigir al Puebla y que su primera decisión era recuperar el viejo uniforme de franja azul coincidió con el lanzamiento del nuevo video de Olivia Newton John y John Travolta –no es broma.
Segunda señal: Por esos días me topé con Raúl Salinas de Gortari saliendo de un restaurante –lo juro. Manuel Bartlett ocupó la primera plana de algún diario y los de mi generación nos detuvimos un momento, bajamos la cabeza, cerramos los ojos y pensamos en Sylvia Krystel a la que habíamos visto –colados en algún cine de medianoche– en el papel de Emmanuelle.
Tercera señal: Emilio Chuayfett y Rosario Robles fueron las estrellas del nuevo gabinete del gobierno federal y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fue designado en el gabinete del nuevo gobierno del Distrito Federal.
Cuarta, quinta, todas las señales: En esos días de diciembre, las primera planas de los diarios fueron sorprendentemente similares: alguna calificó como “grandes” las decisiones del nuevo Presidente de la República y todas las demás se unieron con entusiasmo a la ilusión de que el país, ahora sí, sería mejor.
Fue en un día domingo, como se acostumbraba en los buenos tiempos de Carlos Salinas, que las élites políticas del país firmaron un pacto. Sí, un pacto. Corto de memoria tuve que acudir a mis archivos para recordar los pactos que se habían firmado en otros tiempos y vi las fotos en blanco y negro de aquellos años tan iguales a las de aquel domingo de diciembre.
¡Ah! México ya tiene rumbo, guía, acuerdos.
De un plumazo se borraron doce años de Secretaría de Seguridad Pública y todo regresó al lugar de donde nunca debió salir: la Secretaría de Gobernación, en la que la eficiencia política también reside en un tolete, o dos, o 35 mil y una gendarmería nacional.
En el Congreso, el Presidente volvió a pasearse por el pasillo central como hace más de diez años lo hacía y en su primer evento estuvieron gobernadores y diputados de todos los partidos, colores y sabores.
Y desde la “más alta tribuna de la nación” – como se decía antes—anunció el Presidente, entre otras cosas, una cruzada contra el hambre y otra –cómo no—contra la corrupción. Incluye, por supuesto, un Consejo Nacional para la Ética Pública. Veinte años después de la Renovación Moral de la Sociedad. ¿Se acuerdan?
Será por ese anuncio o porque el Presidente, una vez más, anunció una reforma educativa –sí, otra- algún líder sindical andaba nervioso, incierto si sería útil víctima de la necesidad de popularidad del Presidente. Algo así le había sucedido a Don Joaquín Hernández Galicia, la Quina; hacía 14 años.
Desconcertado miré cómo andaba el reparto de poder en el país:
¡Ah, caray! Me rasqué la cabeza.
En 1997 sonaba “Candle in the Wind” de Elton y las Spice Girls tenían dos canciones en el top 100.
En diciembre de 2012, Thalía lanzó como sencillo su interpretación de una canción de Fernando Delgadillo que estuvo de moda hace diez años…
El editor de me está presionando que entregue este texto –les urge tomar vacaciones—cuando me entero que a Ciudad Universitaria llegó un nutrido grupo de granaderos para prevenir cualquier desmán, ya que se ha convocado a una reunión del movimiento #Yosoy132 para analizar lo sucedido el 1º de diciembre y los días posteriores, cuando una protesta se convirtió en un alboroto aprovechado por algunos delincuentes para romper unos vidrios. La policía, como siempre, aprovechó para arrestar a otros y se armó.
Y yo, ya un poco obsesionado, no dejo de recordar que por allá a finales de los noventa, las cosas se pusieron mal en la Universidad y conocimos al Mosh y la huelga y el fin de la huelga y la policía en la UNAM.
Al mismo tiempo que esto sucedía en Ciudad Universitaria, en el Senado de la República, un partido timaba la tribuna para impedir un procedimiento parlamentario. Esta vez era el PRI.
Yo no lo había pedido, pero el tiempo había vuelto.
Me subía a mi auto y se puso solito en reversa.
Me salió pelo, pesaba veinte kilos menos y resulta que mi matrimonio era joven y vigoroso.
Llegué a la oficina, prendí la computadora, abrí el Word y cuando estaba decidido a mandar este texto en la televisión apareció el primer spot de la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Unos jóvenes con trajes y corbatas negras, camisas blancas que brincan entre edificios, hacen piruetas en contra picada.
Hay que mover a México, dice el locutor.
Recuerdo haber visto esos movimientos, le llaman Parkour, sí Parkour, la disciplina del desplazamiento, y comenzó por ahí de 1997.
Última señal. Volver a empezar.