Julia Orayen, Monica Lewinsky y Marilyn Monroe tienen algo en común: sus prendas pusieron en jaque a la clase política.
Por: Sergio Sepúlveda
Junio 2012. “Con un escote noqueó a todo el país durante el primer debate entre los candidatos a la Presidencia de la República”, escribió Martín Angeles (@magrobo) para @RevistaOPEN, en cuya portada @juliaorayenofi sin reserva acentuaba sus curvas con el polémico vestido blanco. Un vestido exquisito que Orayen eligió por ser blanco y largo como se lo habían solicitado; un vestido sin mancha que terminó por sonrojar a los consejeros del IFE; un vestido poderoso que inquietó al poder. La vestimenta de la “edecán del debate”, motivó a varios: A @g_quadri a voltear, al vocero del IFE a exigir una explicación, al productor del debate a renunciar y a @playboyMX a quitarle el vestido a Julia en Julio de 2012.
Julia Orayen se convirtió en objeto de deseo y no fueron pocos los productores de TV que la buscaron. Mi amigo y socio @adri_elproducer consiguió llevarla a @VengaDomingo con la limitante de no vestirse con el vestido blanco del debate; esa restricción la puso ella y de todos modos Julia conquistó el rating.
Ese vestido fue guardado celosamente por la modelo y sigue colgado en el clóset de Julia, quien alguna vez comentó que lo subastaría. Lo cual pienso sería un error, es más, si yo fuera su novio le rogaría que nunca se deshiciera de él, esa prenda hoy es un monumento al fetichismo, y cada 6 de mayo lo festejaría con Julia en él.
Dicen en el argot de la moda: “todo lo que tapa ayuda”, y si en el caso de Julia Orayen, hoy sabemos que su figura no necesita ocultar nada, a quien sí le ayudó mucho un vestido hasta la rodilla para meterse en la intimidad del Presidente de los Estados Unidos fue a Monica Lewinsky. Ella, siendo becaria, mantuvo una “relación inapropiada” – forma timorata para abreviar sexo oral y relaciones íntimas usando cigarros – con Bill Clinton.
El sencillo vestido marca GAP de color azul para ir al trabajo, como lo describió Lewinsky, se volvió célebre por los rastros de semen de Clinton, prueba que puso de rodillas, invirtiendo posiciones, a quien fue el hombre más poderoso del mundo.
Quiero pensar que el vestido le quedaba a Mónica “ma-ra-vi-llo-so”, como dice mi amigo Julio Alegría (@alegriaalCOMICO), de otra forma aún no entiendo cómo Bill se inquietó con la regordeta becaria.
Ya con el escandaloso resbalón de Clinton en juicio, se le preguntó a Lewinsky por qué no había enviado el vestido a la tintorería. Ella contestó que al ver la mancha pensó que era un rastro del dip de espinaca que comió después de una junta. ¡Con esa declaración de seguro muchas empezaron a ver a Clinton como Popeye!.
Al terminar el juicio, el vestido fue retenido por el FBI diez años hasta que fue devuelto a Monica en 2009. Le ex becaria lo quemaría según una entrevista que dio a @ABC, pero eso no sucedió y pienso que “lengüinsky” hizo bien, pues el vestido representa un fondo de retiro si recordamos que el famoso coleccionista Robert Schagrin aseguró que le gustaría comprárselo para luego subastarlo con la confianza en que el vestido superaría el millón de dólares. Y con Robert Schagrin ligamos a Marilyn Monroe, pues él compró en 1.2 millones de dólares, el ceñido vestido que usó la diva al cantarle “Happy Birthday Mr. President” a John F. Kennedy.
Se vale imaginar lo siguiente. 19 de mayo de 1962. El vestido de color carne era tan ajustado que Monroe, además de no usar ropa interior, parecía desnuda en el escenario del Madison Square Garden cubierta sólo por 2500 cristales bordados en su piel, algunos aseguraron que el vestido terminaron de coserlo ya puesto sobre su silueta.
Kennedy, cuyo amorío con Marilyn ya era famoso, dijo al final: “ya me puedo retirar de la política”. Obvio no fue la dulce voz de la actriz, sino ese vestido a punto del desgarro lo que hizo pensar a JFK que ya todo lo había visto.
Conclusión: la edecán, la becaria y la Diva. Tres historias distintas que nos demuestran lo mismo. Los políticos por ser hombres son de carne y hueso, no importando si su apellido es Quadri, Clinton o Kennedy, y no importando la dama, la carne es débil. Es Difícil de Creer.