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Slash

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Volvió el ex guitarrista de Guns N’ Roses, Velvet Revolver y Slash’s Snakepit ahora como parte de Slash featuring Myles […]
Slash

Volvió el ex guitarrista de Guns N’ Roses, Velvet Revolver y Slash’s Snakepit ahora como parte de Slash featuring Myles Kennedy and the Conspirators. El nombre es lo de menos, porque Slash sigue tocando tan bien que es capaz de hacer agua en un recinto como el Palacio de los deportes.

Por Arturo J. Flores

Fotografías de Salvador Bonilla/ Cortesía de OCESA

Lo que quedó de mi voz se lo llevó Sweet child o’ mine. Y qué. Gustoso la sacrifiqué como Abraham estuvo a punto de sacarle el corazón a su hijo por petición de su padre, aunque en el último momento se arrepintió. De mi garganta, que no era sino una más de las que conformaron aquella garganta enorme, brotaba compuesta por sentidos gallos y eufóricos washeos aquella historia de la niña “cuyos ojos son más azules que el cielo y cuyo cabello me recuerda un sitio tibio donde me puedo ocultar como si yo también fuera un niño”.

Llovía cerveza y no maná. Porque los presentes, apretados, salvajes como se dice que era la banda Guns n’ Roses que dio a conocer al hombre de rizadas serpientes de cabello e infaltable chistera de mago, enloquecíamos cada vez que Myles Kennedy & The Conspirators nos obsequiaba alguna oportunidad para recordar una canción compuesta en el matrimonio de las rosas y las pistolas.

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Fueron varias durante la noche del martes: Night train (compuesta en honor a aquel vino barato que el grupo consumía previo al despegue comercial que les significó la grabación del disco Apetite for destruction, en 1987), Rocket queen (en cuya grabación se escuchan los gemidos de una prostituta mientras el vocalista Axl Rose, némesis de Slash, tiene sexo con ella en el estudio), Mr. Brownstone (dedicada a la adicción a la heroína) y Welcome to the jungle y Paradise city, con las que Slash signó esta nueva visita a México.

“Me gusta Yngwie Malmsteen, pero fue culpa de este cabrón que yo agarrara una guitarra”, me dice Rodrigo, que salta a mi derecha. Voltea hacia las gradas, examina la cantidad de gente que se sacude al compás de la música y remata: “¿a cuántos no habrá influenciado?” A muchos, como Fernanda, también guitarrista, que una vez concluida Sweet child, nos dice: “ese solo me convirtió en laguna.”

Slash no es el mismo que a principios de los 90 corría por el escenario como si lo hiciera detrás de una botella de Jack Daniel’s. Ya ni siquiera bebe. Sin embargo, cuando se quita la camiseta nos deja ver que ha envejecido con mucha más dignidad que Axl, que junto con la complexión ha ido perdiendo su voz. En ese sentido, Saul Hudson –nombre de pila del tipo que delante de nosotros acaricia una Gibson LesPaul anaranjada– tuvo el atino de acompañarse de 4 músicos más jóvenes que realicen las piruetas escénicas que él quizá ya no se siente tan cómodo de protagonizar.

El repertorio que esta noche nos entra por las orejas en el más placentero de los ultrajes del decibel incluye temas del disco Slash, en el que participaron los mejores amigos del músico. Myles hizo los honores con Ghost (cantada en el disco por Ian Atsbury, de The Cult), Back from Cali y Starlight (co escritas e interpretadas por él en el álbum), mientras que el bajista Todd Kerns cantó Dr. Aliby, que en la grabación lleva la voz del legendario Lemmy Kilmister. También se escucharon temas de Slash’s Snakepit como Just like anything y algunas de Apocalyptic love, el disco que Slash lanzó este año, entre ellas You’re a lie y Bad rain.

Visto a la distancia, Fernanda tuvo razón: todos nos volvimos laguna, un pequeño océano de placer de apenas unos metros de profundad pero poseedor de un oleaje brutal de actitud capaz de hundir cualquier réplica del Titanic. Un mar rojo al que Slash partió en dos con el báculo de su guitarra, igual que en el episodio bíblico.

Richi, baterista de profesión, el cuarto de nuestra expedición, con su más de 1.75m de estatura, corpulencia de vikingo y fachada de fuerte militar, nos abrazó con la ternura de un enorme Bárbol del Señor de los anillos, cuando Slash nos obsequió el solo de El padrino, de Francis Ford Coppola.

Una lagunota, eso es lo que quedó en el Palacio de los Deportes cuando un poquito antes de la medianoche la música había terminado. Y mi voz ahogada en medio del agua y la cerveza.

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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