¡Se ve, se siente, la chaviza se nos viene!
El payaso tenebroso elogia las virtudes de una juventud que da muestras de inconformidad. El rechazo a Enrique Peña Nieto en la Ibero pudiera ser la señal del despertar de una juventud a la que no parecen convencerle ninguno de los cuatro candidatos.
Por: Brozo
Chamacos Pierrots y chamacas Colombinas. Reciban apretujones soeces pero cariñosos de este arlequín amátrida dejado de la mano de Dios. Así como presumo de largo aguante pa sufrideras y gozaderas, hoy he de confesarles que el alma me amaneció nublada y hasta mi tos viciosa del despertar me suena como a eco de gruta. ¡Madre! ¿Qué pasión?
Así que de entrada les anuncio que no ando con ganas de escanear partidos y menos a políticos y cuantimenos a candidatos. A lo mejor este vacío que traigo en la sonaja cerebral, me lo ha causado la reseca temporada de campañas mohosas y virtuales que hieren de muerte a los ánimos más blindados.
Aparecen veintenas de muertos tasajeados por doquier, y ninguno de los 4 detona una tímida logística que asegure amainar tanta sangría. Que Europa se cae de hocico y que los gringos se van de nalgas… Dan pena los suspirantes que ni siquiera fintan con algún plan vertebrado que nos vuelva productores ufanos de nuestro tragar. Brotan cifras aterradoras de la pobreza y la falta de trabajos, y de su labia gaseosa no sale algo que contenga por lo menos el atisbo de una solución de fondo. Te arrancan de cuajo la certidumbre estos grillos. No quieren perturbar al Monstruo, pero necesitan el voto de las bestias.
Todo nuestro tiempo y presupuesto lo dilapidan en un berraco show de sombras, manazos al aire, obuses de baba, escenarios de hojalata y juguetes orales que no derivan ni en malsano placer. Les juro por ésta que los candidatos a la Presidencia no logran convencerse ni a ellos mismos de lo que nos quieren convencer. Sabiendo todo lo que pasa por encima de la mesa y por debajo de la misma, insisten en querer administrarnos por goteo las quesque soluciones que ni pichan y ni cachan. Esas apestosas lacras que desde hace rato nos tragamos en ayunas, sabiendo de donde vienen y que nadie se atreve a desnudar.
Claro, hay candidotes con más verbo que otros. Otros con más colmillo o más barniz, y no falta quien de vez en vez llega a rozar el lejano plano cósmico de la sinceridad, pero no he visto que alguno o alguna halle en su audiencia ese espejo que conecta, que refleja, que proyecta y permanece. No son el aire. Son mil rastrillos desechables, cien mil popotes. No son el agua. Son diez mil cerillos, puñados de confeti. No son la tierra. Son toneladas de polvo, hectáreas de paja. No son el fuego… El célebre Hamlet de la química aplicada no pudo definir mejor el triste fenómeno: “Ser elemento o ser condimento, ésa es la cuestión”.
Totalmente aburrido de aguantar la somnífera película de las campañas, donde los buenos no son tan buenos y los malos son peores, recordé una chida reflexión de Ignacio Marván en la mesa de Debatitlán: “El gran problema es que la clase política no está todavía suficientemente asustada.” Y sí señor, tiene toda la razón. Se la siguen llevando como si la fresca mañana, cuando deberían estar armando un plan maestro para girar 180 grados la historia e intentar sobrevivir. ¿Y si de plano no reaccionan?
Aquí aparece la única sensación agradable que me permite tolerar esta tortura polaca: la sociedad comienza a dar señales de vida.
Las voces fuertes de los chavos, los gritos en las universidades, la organización tribal de los que vienen. Algunos muy talentosos, algotros medio silvestres, pero no le hace. Unos nacen y otros se irán haciendo. Refresco de Dios… Hay que festejar a esta escuinclada que comienza a patear los vetustos moldes y que en la unidad, asusta y desafía y exige y se defiende. Comienza con pie derecho esta camada de pelud@s recientes, y estoy seguro que algún veterano bien nacido les advertirá de la responsabilidad y los peligros que conlleva gritar en coro celestial: ¡Ya estuvo suave, cabrones! ¡ÓRALE!
