El amor llega a la Colonia Roma con Rufino, un concepto que ha roto estereotipos desde que abrió al público. La decoración semidesértica ayuda a olvidar esa vorágine urbana en la que estamos inmersos todos los días, y nos adentra en un ambiente distinto, con mucha ondita y con gente súper agradable.
Un agave al centro del patio nos da la bienvenida en esta casona situada a unos metros de la glorieta de Cibeles. Desde ese primer momento, la sensación de estar en un lugar MUY mexicano sobresale por encima de todo. ¿Cómo podría ser de otra manera si desde el mismísimo nombre están evocando a un personaje ilustre de la pintura mexicana del Siglo XX?
Para no desentonar con el imponente agave, la carta también es una oda a la gastronomía mexicana, de punta a punta del país. Y es que podemos encontrar desde alimentos típicos del Sureste hasta platillos con origen norteño. Por supuesto, no puede faltar la exquisita comida del centro del país. Aunque todo es una delicia, he de confesar que ya tengo dos favoritos del menú: el volcán de short rib y los tacos “Torero“.
En la barra se acentúa todavía más ese amor por México que Rufino quiere compartir con toda su gente, ofreciendo una extensa variedad de tragos en los que el mezcal y los destilados artesanales son los principales protagonistas, acompañados de cervezas de diferentes regiones, así como frutas exóticas, sal infusionada y los muy mexicanos chapulines. En estos días primaverales, “Equinoccio” es el drink que se está colocando como uno de los favoritos, aunque no podemos dejar de lado el “Cinturón de Orión” y el “Rosa mexicano“.
Mientras seguíamos disfrutando de la mixología de Rufino, la noche cayó y la música comenzó a subir en tono e intensidad. Se presentaba así otra faceta, una más, de este lugar que promueve la riqueza gastronómica y la mixología mexicana como ningún otro.