Usar bici te da una identidad y pertenencia ante otros entes de la urbe, te permite compartir una forma de pensar y recrearte. Y como en todo planeta, en el mundo de los pedales también existe la deliciosa posibilidad de ligar. Como nos interesa que llegues directo a la meta, he aquí un compendio de ideas que te pueden auxiliar.
Te gusta una chica y sabes que le mueve moverse en bici. Atrévete a invitarla, el punto a donde la lleves ahorita es lo de menos, nos centraremos en el pedalear. De inicio, cuando la veas, pregúntale cómo rueda, a qué ritmo le gustaría rodar y si se sabe alguna ruta en especial. Aunque nos guste salir con chicos con poder de decisión y elección, nos gusta que nos tomen en cuenta.
Ya en ruta, compórtate, es molesto que te dejen atrás, se pasen altos, se suban a la banqueta, y lo peor que puedes decirle es: Ruedas lento. Sabemos dar competencia pero cuando salimos en plan de ligue, la elección es compartir, no competir. Ahora que si van rodando con buena cadencia y hasta pueden platicar, no te excedas exponiendo el magnífico ciclista que eres, relájate, si salió contigo es por algo (aunque tod@s cometemos errores).
Ofrécele chocolates, los ciclistas urbanos quemamos glucosa no gasolina, es casi seguro que se sentirá alagada. Tal vez, si ella no sabe de mecánica puedas ofrecerte a revisar que su bici esté en orden, pero si ella es una experta, déjala que haga mecánica no le restes puntos por ser mujer.
Sobre la cleta accedes a conocer muchos lugares que no tienen el mismo impacto que si lo hicieras de otra forma, desde callejonear, hasta subir a un bosque o concluir en un mercado de antigüedades. Si en algún momento hacen una parada, encadena las bicis juntas, esos detalles te pueden parecer cursis, pero nos gustan.
Si hasta este punto de la rodada vas bien, y ya hicieron y deshicieron, no des por hecho que puedes tentar su bici y accesorios, ajustarle la altura del sillón o hacer cambios en su cadena sin previo aviso, podemos sentirnos invadidas, primero pregunta. Por último y si todo salió bien, ofrécele hacer bicibus de camino a su casa. Si llegaste hasta este punto, y sólo si tu éxito fue rotundo, y la besas, cuidado con estrellar casco con casco.
AMOR-ES EN BICI
Cuatro ciclistas urbanas resumieron sus preferencias al respecto de rodar en pareja:
Tete: No le gusta que la finten cuando está en movimiento, ni que tomen velocidad y la dejen atrás. Le molesta que juzguen los accesorios con qué viste su bici. Le gusta que le abran camino o le indiquen señales cuando circular entre los coches es complicado y le agrada que la auxilien en mecánica.
Te Quiero: Le molesta que no le dejen hacer mecánica a su propia bike y asuman que es tema de hombres, que sean presumidos, que critiquen su forma de manejar o duden de su capacidad para rodar. Le gusta manejar al mismo paso para conversar, realizar rodadas improvisadas, que le regalen chocolates, que amarren las bicis juntas y sobre todo, compartir con alguien que sepa disfrutar.
Adriana: Lo que no le gusta de rodar en pareja es que no rueden al mismo ritmo, que alguno lleve más prisa que el otro o vaya detrás. Le gusta rodar codo a codo para poder platicar y observar en conjunto porque disfruta las cosas que ve.
Mónica: No le gusta que toquen su vehículo sin explicarle que le están haciendo, que critiquen su cleta ni que un hombre hablé mal de otro ciclista. Prefiere rodar al mismo ritmo para platicar sin presunciones. Le gusta que le compartan agua o alguna barra energética y que al final se ofrezcan a acompañarla a casa.
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