Retiro YOH: Un llamado al Hombre que sí tiene memoria
Durante cientos de años, el hombre ha sido empujado a olvidar su esencia. A desconectarse de su instinto, su divinidad y su belleza. Este es el hombre con propósito. Aquel que pone su poder entero al servicio de su gente. El que sale de casa a buscar y luchar por el alimento, el agua, el fuego para todos. El que ejerce la valentía de expresar la verdad, incluso si se tiene que exponer al juicio de los demás, porque comprende que la verdad es el gesto más grande de amabilidad que puede ofrecer al Mundo.
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Pero hoy día, el hombre lleva una herida. Aprendió a protegerse del dolor a través de la fuerza, el silenció y la huida. Y en este proceso su poder se distorsionó. Su poder, lo vemos expresado en tiranía, abuso, o incluso adicción. Ha negado su llamado divino a asumir la más alta jerarquía: la de proteger y liderar sin someter. Se ha olvidado de su corazón tan grande, con la capacidad inherente para el buen mandar. Su poder lo dirige un niño interior, congelado en el tiempo por la herida, muerto del miedo que le infligieron con la creencia de no ser suficiente. Sus acciones han quedado desde entonces divorciadas de la reflexión.
El llamado a la sanación del hombre
Pero algo está despertando. El Mundo, en su caos hace a los hombres el llamado de la sanación. A recordar su propósito, a redescubrirse en sus rasgos esenciales, y a resaltar la belleza de su interior. A asumir el liderazgo no como dominio sino en servicio. A habitar sus arquetipos, no como máscaras para esconderse, sino como mapas interiores para reconocerse: el “Rey” que escucha a su gente, a la tierra también, el “Guerrero” que lucha contra su mentira y su cobardía, el “Amante” que no se pierde en el deseo, ni penetra la belleza, más bien la enaltece, el “Mago” que no manipula con el conocimiento, sino que transforma, guía con presencia.
Este hombre no es perfecto, pero si congruente. Se expone para confesar cuando la decisión de sus actos nació del ego y no de su corazón. El hombre antiguo sabe de su grandeza, y con humildad se daba permiso de enfocarse en ella, en su fortaleza, en su dignidad, asegurándose que sus actos beneficiaran a la comunidad. Su naturaleza es la de un ejecutor que porta disciplina, claridad, amor y compasión, porque sin estos atributos, provocaba el dominio, el exterminio, y se generaba el terror. El hombre moderno teme habitar su grandeza, porque la confunde con soberbia y tiembla si es juzgado. Cree que ocultar la verdad es una forma de protección hacia otro, asumiendo que no podría recibirla, menos sostenerla. Cree que sentir es debilidad, y le teme a su propia ternura. En estos extremos, el hombre no está sirviendo. Y sin servicio, no hay reinado, y sin propósito, sin servicio, y sin reinado hay depresión.
La sensibilidad no le resta grandeza al Rey
El hombre que está en proceso de sanación habita el Rey, y sabe que está capacitado para transitar las adversidades. Percibe cada desafío como preparación para el siguiente, hasta alcanzar la impecabilidad de su corazón y la nobleza de su reinado interior (y exterior). Lo mismo con el hombre Guerrero. Lucha para canalizar su agresividad, erradicar su violencia y evitar se proyecte sobre mujeres, niños y otros hombres. Rompe el pacto del silencio para poder llorar y saber que la sensibilidad no le resta grandeza, se la devuelve.
La sanación de la masculinidad, en hombres y mujeres, es crítica. No solo se trata de sanar los rasgos representados en los arquetipos, sino de trascenderlos. Para que el hombre viva despierto. Porque esto es indispensable para la continuidad de la humanidad, del Mundo y de la Vida. El hombre debe preguntarse cuál es su propósito en este plano de existencia, si su poder sirve al mundo, si su corazón está abierto, si ha sanado, si puede liderar escuchando no solo a la mujer, a sus hijos, a su comunidad, sino también a la Tierra. Si su guerra interna da fruto a la paz en sí mismo y, desde ahí, la paz a los demás. Si se disuelve con la belleza de lo místico, para enaltecer todo lo femenino, y volverse su amante.
Retiro YOH de YOH Transpersonal
El hombre merece sanar. No necesita matar, dominar, ausentarse. Porque por su naturaleza escucha más de lo que habla. Porque sabe navegar entre contradicciones. Porque llora en silencio y necesita que le abracemos fuerte el dolor de su corazón. Porque la exigencia de sostenerse estoico lo tiene enrabiado. El hombre debe ser acompañado en su sanación, para hacer de ella una práctica, no una actuación. Exploran su ser, para enaltecer su presencia, su amor, su lealtad a la mujer y a los suyos, su protección.
Memoria Extraordinaria: Recupera tu Potencial Mental y Sexual
Este es el trabajo que facilitamos en el Retiro YOH de YOH Transpersonal, un espacio donde los hombres comienzan a desmantelar las construcciones que los han desconectado de si mismos. A través de terapias psico-vivenciales inician un proceso de por vida, para dejar atrás la “toxicidad masculina”, abriéndose a la masculinidad esencial, a su vulnerabilidad, saberse hombres sintientes, con instintos, con sexualidad, capaces de proteger la vida, y sostenerse su presencia en la Tierra. Porque el mundo ya no necesita hombres perfectos, sino hombres presentes, con el corazón abierto, la mirada limpia, y el coraje para reconstruirse desde adentro, hombres que se atreven a sanar no para si mismos sino para que su existencia sea un regalo para los demás. Hombres lideres sin miedos abrazando su verdad.
