Por: Eduardo Polaco
Presume la mano de obra nacional y por primera vez lo enfrentamos a la ciudad. Esta segunda generación se llena de tecnología y una nueva filosofía de propulsión.
El mes pasado publicábamos la primera prueba de la novena generación de Malibu en nuestro país, ahí hablamos del refinamiento que había obtenido el sedán mediano en todos los aspectos, así como la integración de únicamente motores de cuatro cilindros turboalimentados. Ahora toca el turno de su hermano menor, el cual va exactamente por el mismo camino, no sólo en cuanto al aspecto sofisticado que lo envuelve, y que es capaz de confundirnos con el Volt si lo llegamos a ver de “reojo”, sino que lo que tanto habíamos implorando durante el tiempo de vida de la primera generación, hoy se nos ha concedido de tal manera que no hay otra opción, y me refiero a los motores turbocargados.
Sin duda, la planta de poder de aspiración natural fue el talón de Aquiles para su antecesor, pero hoy podemos decir que no existe alguna otra opción para el sedán compacto de Chevrolet que un nuevo motor1.4 litros turbocargado, por lo que es de aplaudir la decisión. La otra gran noticia para esta segunda generación es su nueva casa de producción, misma que está ubicada en Ramos Arizpe, Coahuila y que complementará a China, Estados Unidos y Argentina, para mantenerlo como el auto más vendido de Chevrolet alrededor del mundo.
Después de acotar las dos mejores noticas, me enfocaré en la prueba que realizamos durante una semana y poco más de 460 km, que es la autonomía total que ofrece el tanque de combustible. La oportunidad de sacarlo a carretera se dio y fue ahí donde cambió por completo mi perspectiva al sentir un auto sólido, bien plantado en el piso, sin ruidos extraños por encima de los 150 km/h, estable, con una dirección mucho más precisa y al mismo tiempo un tanto deportiva; por supuesto la pronta y buena respuesta del motor, gracias también a la combinación con la transmisión automática de 6 velocidades y tracción únicamente hacia las ruedas delanteras.
La versión fue la Premier, la más equipada, misma que no le pide nada a cualquier otro del segmento, comenzando por la tecnología aplicada como OnStar – que se integra por primera vez –, la pantalla de 8 pulgadas que ya cuenta con la conectividad a través de Apple CarPlay y Android Auto, así como a un sistema de sonido Bose de 6 bocinas, algo que es raro ver en este segmento.
Todos esos elementos hicieron mucho más agradable mi camino en carretera por más de 4 horas, ida y vuelta. También debo mencionar la integración del buen equipamiento en cuanto a seguridad gracias a las 6 bolsas de aire, sistema ABS y la cámara de visión trasera, principalmente.
Conclusión
Desde la posición de manejo, este Cruze se siente diferente. El ambiente interior cambió por completo y nos hace sentir en un auto de mayor nivel gracias al equipamiento, seguridad y tecnología. El manejo en carretera es de lo mejor, aunque tener el pie pesado y un turbocargador pasará la factura.
Chevrolet Cruze Premier 2016
Motorización: L4, Turbocargado
Cilindrada: 1.4 L.
Potencia máxima total (hp): 153 @ 5,600 rpm
Torque total (lb/pie): 177
Transmisión: Aut. 6 vel.
Tracción: Delantera
Frenos: Discos del. (ventilados) / Discos tras.
Rin (pulgadas): 18
Largo/Ancho/Alto (m): 4.6/1.7/1.4
Peso (kg): N.D.
Seguridad activa: ABS, EBD y StabiliTrak
Aceleración de 0 a 100 km/h (seg): 8
Velocidad máxima (km/h): N.D.
Consumo combinado (km/l): 20.5
Garantía (años): 3
Precio (pesos): 365,200
