A si de músicos y futbolistas unidos por un cordón umbilical emocional se trata, el escritor Peter Handke ya había registrado una figura ad hoc en el título de El miedo del portero ante el penalti. Frase llegadora para quienes encontramos que los cánticos de los hinchas en el estadio son semejantes a los gritos de los fans en un concierto, que el tirador frente a la portería debe sentir la misma ansiedad que el artista ante al público, y que los seguidores eufóricos de un equipo con sus playeras oficiales y los acérrimos fans de una banda con sus tatuajes están cortados por la misma tijera. Unos hacen poesía con los pies y el balón y otros, casi siempre con una guitarra y su voz.(CONTINÚA)
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