#PlayboySeLee: 20 preguntas Rulo

Él decide lo que escuchas. Raúl David Vázquez es el Programador de Reactor 105.7 FM, no la única, pero sí la más popular estación de radio de rock en México. Sin embargo, desde que estaba en la desaparecida Radioactivo 98.5 FM comenzó a generar una gran popularidad como una de las voces más influyentes entre la juventud y los adultos contemporáneos. Tiene fama de huraño y prepotente, aunque él dice que sólo lo consume la timidez. Recibe decenas de canciones cada semana de bandas que tienen la esperanza de sonar en Reactor. Tiene muchos iPod’s pero no utiliza ninguno. Va al mismo club que un famoso cronista de lucha libre, aunque lo acompleja su sobrepeso. Sigue en twitter a Loret de Mola, Yuriria Sierra y, por qué no, a sí mismo.

(1) Dicen que eres engreído y gruñón. ¿Ser popular te incomoda?
– Sí, pero porque soy tímido, no mamón. No sé qué responder cuando alguien me dice. “Me gusta mucho tu programa”. Pues gracias. “No, de verdad me gusta mucho”. En serio, gracias. “Ya ves, me estás dando el avión”. No, pero ¿qué te digo? De verdad, gracias. “Ash, eres un mamón”. Así es siempre.

(2) ¿Ser locutor de la estación de moda te lo pone más fácil con las chicas?
– Me gusta pensar que sí. Si las haces reír, ya tienes la mitad del camino andado. Eso dicen los libros de autoayuda.

(3) No puedo creer que leas autoayuda ni que te guste hacer reír a la gente.
– Hacer reír en la vida real, sí; en la radio, no tanto. Me gustaba ser el payasito del salón. Decía impertinencias a todo volumen para que me escucharan todos. Estudié hasta la prepa y después he trabajado toda mi vida. Soy autodidacta. Como un zapatero. Mi labor son los medios, entonces consumo muchos medios de comunicación, los analizo y trato de encontrar sus aciertos y sus errores.

(4) ¿Por eso sigues en twitter a Carlos Loret de Mola y a Yuriria Sierra?
– Es que ellos me seguían a mí y me daba pena no seguirlos. Un día Yuriria me dijo que me quería mandar un mensaje privado, pero no podía porque yo no la seguía.

(5) Lo que me parece muy curioso es que te sigas a ti mismo.  
– A ver, el otro día puse un mensaje para mis amigos que decía: “¿Qué van a hacer en la noche?”. Alguien me contestó con un emoticón de: “estás de hueva”. Entonces caí en cuenta que debía abrir una cuenta para mi círculo más cercano, para decir cosas como: “me sobra un boleto”. No tiene caso que comparta esas cosas con el público.

(6) ¿Los boletos de conciertos se han convertido en un instrumento de poder?
– Yo compro muchos y muchos me los regalan, sí, pero la gente cree que me dan 30 para cada concierto y lo más chistoso es que si de verdad me los dieran, no estaría buscando a alguien a quién dárselos. Apúntalo, por favor: ¡Nunca tengo boletos para nada!

(7) Te tocó la transición del LP al cassette, de éste al CD, y posteriormente al MP3, ¿te sientes viejo?
– Me hace sentir peor que hoy vi al doctor Alfonso Morales en el jacuzzi del club y luce mucho más joven que yo. Tengo un iPhone 4, pero todavía escucho vinil y quizá me estoy haciendo viejo por eso. Aunque el formato que me formó como melómano fue el cassette. Me parecía una maravilla que pudieras ponerle pausa y volver a escucharlo donde te quedaste, a diferencia de los LP’s. Por eso no creo que los cassettes vuelvan; nada justifica su existencia más allá de los audiófilos.
(8) ¿En qué escuchas música?
– En MP3, en vinil, y hasta en CD cuando voy en el auto. ¡Es una hueva! Hay veces que sólo escucho canciones por mi trabajo de programador y otras oigo discos completos. Cuando los oigo enteros es por placer. Las rolas sueltas son por chamba, porque les pongo atención especial, llegan muchísimas por e-mail. Estoy atento a ver si es sencillo. Hay mucha carga de trabajo. Por eso tengo muchos iPod’s, un mini, un iPhone, uno que está muy viejo… ¡pero no uso ni uno! Todo lo traigo en el teléfono. Ningún iPod me alcanza para los discos que tengo, pero he descubierto que con tener algunos discos claves es bastante. A veces lamento no tener todo en iTunes, porque el otro día quería poner “Afroman” y no la encontraba en el desmadre.

(9) ¿Tu colección está por devorarte?
– Tengo 12 mil, 15 mil discos, no lo sé. Estoy a punto de deshacerme de ellos. En esta era de MP3 vale más un centímetro cúbico de espacio físico que un mega de disco duro, para llevar una vida más placentera debo deshacerme de ellos. En los 90 compraba un chingo de discos, que por una canción o porque lo producía el bajista de Weezer. Me gasté una lana. Si no los tiro, es por codo.  

(10) ¿Tienes un disco de Timbiriche por ahí?
– No, y si lo tuviera te lo diría. Bueno, la verdad no recuerdo si lo tengo. No creo, porque como padecí a Timbiriche, no lo encuentro ni chistoso. Quién sabe, a mí me gusta T-Rex, pero para quien fue un intelectual inglés en los 70 a lo mejor le parece música adolescente del mismo calibre que Timbiriche.

(11) “El que quiera una radio personalizada que se compre un iPod”, escribiste en tus redes sociales.
– Los radioescuchas creen que su gusto es universal. Y no es universal el mío tampoco. La gente cree que si pongo Enjambre y no les gusta, no debería volver a hacerlo, pero a lo mejor a 20 de ellos sí les gusta y por eso hay que programarlo.

(12) También dices que tu terapeuta es tu héroe. ¿hablas en el diván acerca de lo complicado que es decidir lo que vamos a escuchar?
– Sí, porque se trata de recursos públicos. Si vieras mi sueldo y las condiciones en las que trabajo, te darías cuenta de que soy un obrero del rock. Pero me vuelvo el blanco de críticas, teorías de la conspiración y habladurías. Eso luego me afecta, por eso lo discuto con mi terapeuta. Soy muy susceptible y me enojo. El otro día se me acercó un güey de la Agrupación Cariño y me reclamó: “es que tú sólo pones a tus amigos”. ¿Quiénes son mis amigos?, le respondí. “No sé, pero dicen”. ¿Quiénes dices?, “No sé, pero dicen”. Pero te voy a decir algo: ¡Hay un chingo de gente que está en Reactor que no conozco ni me interesa conocer!

(13) Todo mundo quiere que Rulo escuche su rola. ¿Tienes pesadillas en las que te persiguen para darte un disco?
– Hay semanas que recibo hasta 30 canciones, pero también semanas de 4. Lo que me desespera es que, con todo y que en la página del IMER está la dirección para que las envíen, de repente me ven en un bar a las 4 de la mañana y me quieren dar su disco, como si yo trabajara en un búnker secreto que nadie sabe dónde está. Creo que los grupos no le dan seriedad a su trabajo. Serio es que vayas a mi oficina y hagas las cosas como se hacen y no que me des el disco en medio de la peda con el riesgo de que yo lo pierda.

(14) ¿Has rechazado a alguien y después te arrepentiste?
– Sí, por pendejo. Fue a Celso Piña, cuando estaba en Radioactivo. Todo por presiones de mi gerente que era súper fino. A mí me encantaba “Cumbia sobre el río”, pero él decía que estaba horrible, que no lo pusiera al aire. Hay cosas que me he tardado en poner. Los Daniels no me gustan, me parecen un grupo pop, pero es un grupo que trabaja y ha creado una audiencia sólida. Entendí que si no me gusta no es razón suficiente para cerrarles la puerta de una radio pública.

(15) Cuando estabas en Radioactivo 98.5, ¿monitoreabas a tu competencia en Órbita 105.7?
– Casi no. Cuando haces radio no escuchas a los demás por sus contenidos, sino por su técnica. No me gusta López-Dóriga, pero me gusta oírlo por su técnica. Más allá de lo que pasara con Órbita no me gustaba su técnica. Me parecía absurdo que dividieran la música en español e inglés.

(16) A la distancia, ¿piensas en tu último día en Radioactivo?
– Fue muy pinche. Cuando supimos que desaparecería, dos días antes, me sentí raro, me aferré a las cosas. Además no me querían correr, pretendían que renunciara a una liquidación de 10 años. Cuando me fui de Radioactivo saqué seis cajas de cosas; si me voy hoy de Reactor, agarro mi chamarra y me largo. Fue una gran lección de desapego. Aprendí que todas las cosas se pueden acabar. Te prestan un coche, lo manejas lo mejor que puedes y ni modo, hay que devolver las llaves. En mi primer día en Reactor estaba muy nervioso, porque era nueva estación que no tenía que sonar a ninguna otra. Mucha gente dudaba que yo pudiera programar una estación de rock en español, aunque siempre lo escuché. Era mi oportunidad, porque había bandas que Órbita había ignorado, como Zoé o Las Ultrasónicas. El rock no necesita de un porrista, sino de un güey que programe una canción en español y una en inglés con la misma importancia.

(17) ¿Te payolean?
– Hace muchos años un güey que trabajaba en Sony me dijo: “ya viene la Navidad, Rulo. Ahí si necesitas algo, me avisas”. La payola es el Yeti, todo el mundo lo ha visto, pero nadie tiene pruebas de su existencia. En las disqueras te dicen que no existe, pero ¿quién lo va a probar? Existe una payola legal o formal, las disqueras compran publicidad, se les extiende un recibo y entonces participan en la programación. Es formal, pero el público está engañado porque no le estás diciendo que la canción que escucha es resultado de un intercambio de dinero.

(18) Si era un tipo de Sony pudiste pedir que te presentara a Beyoncé.
– No, porque aún no existía Beyoncé. Te hablo de hace siglos, cuando la industria tenía dinero. Cuando la gente habla de payola lo hace muy a la ligera. Cada disquera tiene cinco artistas prioridad a los que les mete dinero. Si oyes en Reactor a uno de esos artistas prioridad, entonces puedes decir que hay payola. ¡Pero nadie mete payola para promover a los Strokes! La lana es para los cinco artistas prioridad: Paulina Rubio, Thalía, no sé.

(19) Te gusta el alcohol y la vida nocturna. ¿Llevas vida de estrella de rock? ¿En México hay rockstars?
– Bueno, si vieras el camerino de Caifanes en el Vive Latino podrías decir que sí. Creo que Alejandra Guzmán es el más claro ejemplo. Si se hiciera pública su leyenda podría opacar a Iggy Pop. Ella es lo más parecido a un rockstar en este país, porque tiene la fama y los recursos. Yo a lo mucho ando crudo de vez en cuando.

(20) ¿Te acompleja tu sobrepeso?
– Depende de junto a quién esté.