Peulla, casi al fin del mundo

Este pequeñísimo poblado autosustentable que genera su propia energía eléctrica tiene alrededor de 120 habitantes y se dedica, en su mayoría, a recibir turistas. Está a 17 kilómetros de Argentina y cuenta con el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales. Aquí, el río Petrohué y el lago de Todos los Santos impactan por sus aguas color esmeralda, mismo que se debe a los sedimentos que provienen el del glaciar al moverse y chocar con la roca.

 

En mood safari –pues te lo impregnan una vez tocando tierra– me dirigí al Valle el Encanto donde hay un pequeño zoológico que te permite convivir con llamas, ovejas, jabalíes, venados y ñus. Después, recorrí gran parte de este parque nacional y conocí la historia de algunos de sus habitantes, como la de tres hermanos que obtuvieron permiso del gobierno para vivir (por separado) dentro del parque y que lo hacen a la vieja usanza, es decir, no cuentan con energía eléctrica ni prácticamente ninguno de los servicios básicos y viven de lo que el parque les da, es decir, cazan y pescan dentro del conglomerado, pero únicamente para su sustento.

 

Así es… ermitaños del fin del mundo. Parece difícil vivir sin ninguna de las comodidades propias del siglo XXI, pero lo cierto es que este lugar es casi como el paraíso en la tierra.