Pacquiao, el buen villano

Se le conoce como “El azote de los mexicanos”, pero resultar que, a pesar de las polémicas, Manny Pacquiao es un tipazo…
Por Erick E. Tapia
En diciembre de 1978 Muhammed Ali era el Campeón de Peso Pesado de la Asociación Mundial de Boxeo; un par de meses antes, en octubre, había perdido el título universal que poseyó por cuatro años ante su compatriota Leon Spinks. Ese año Freddy Castillo era el único campeón mundial mexicano, pero Salvador Sánchez ganaba cinco de sus peleas, más un empate, y se perfilaba como la gran promesa del pugilismo nacional. También nacía en la ciudad de General Santos, Filipinas, Emmanuel Dapidran Pacquiao, el próximo súper ídolo del ring.
Manny es el segundo hijo de cuatro, producto de un matrimonio entre agricultores de hortalizas. Entonces nadie sabía que pasaría a la historia como el máximo atleta de su país. Único peleador en conseguir títulos mundiales en ocho categorías del boxeo, cuatro de ellos lineales, y con un total de diez cinturones. Fue nombrado peleador de la década en los años 2000 por la Asociación de Escritores de Boxeo de Estados Unidos., tres veces mejor púgil del año por la revista especializada The Ring. Ha ganado 54 de sus 60 peleas, 38 de ellas por nocauts. Para muchos, el mejor peleador libra por libra de nuestra era.
Campeón de origen plebeyo
La prueba viva del hombre humilde que conquista al mundo, el filipino se ha vuelto una empresa caminante y un ícono internacional. Su origen plebeyo le ha obtenido la simpatía de varios, tanto, que en Estados Unidos sus peleas son de las celebraciones deportivas más esperadas año con año, un mercado exigente cuando se trata de exponentes extranjeros. Estas muestras de admiración se pueden entender, considerando que él le dio una figura a un deporte cabizbajo por una época sin campeones pesados. Lejos de los tiempos de Marciano, Ali, Frazier, Foreman, Tyson, Holyfield y hasta Lewis.
Pero sus resultados polémicos y su carácter de “azote de los mexicanos” le han obtenido una cierta reticencia desde la afición azteca, una de las grandes del boxeo mundial, con una tradición que hoy cuenta con más campeones mundiales activos que cualquier otra. Nada menos que nueve especialistas nacionales han visto venir su suerte ante los guantes de este mago filipino. Una afrenta imperdonable para la escuela local, prestigiosa internacionalmente. Sólo Erik Morales pudo poner una de cal a las de arena en 2005 con una victoria, pero le saldría costosa con dos caídas por revancha un año más tarde.
Tres veces ¿te vencí?
Tal vez la herida más dolorosa de la accidentada relación Pacquiao-México son los tres episodios entre PacMan y Juan Manuel Márquez, máxima promesa de nuestro boxeo, quien cayó dos veces por sendas decisiones divididas, polémicas, y para varios especialistas, hasta injustas. Eventos que causaron gran resonancia en nuestro país y que se le cargaron al filipino, responsable indirecto sí, pero bien dicen: “igual peca el que mata la vaca, que el que le agarra la pata”. Sin embargo, su fama de “villano”, al parecer, está mal justificada, y en lugar de este implacable peleador, hay un atento personaje, sencillo y alegre.
“Es un hombre muy especial. Parece a veces un poco como que le da vergüenza lo que personifica sobre el ring, Un guerrero que con sus puños puede vencer al que sea y hacerle daño al rival. Pero más que eso, parece ser contrario a lo que es arriba del ring: siempre tiene una sonrisa abierta, un tipo que atiende a todos los aficionados que llegan a tomarse una fotografía con él. Tiene buena charla, un personaje muy especial, muy diferente al boxeador común y corriente que conocemos. También es distinto al pugilista del máximo nivel, porque tiene una gran capacidad mediática, ha dominado el mercado de Estados Unidos, que no es fácil, y también es reconocido internacionalmente. Encima del ring es un guerrero, pero abajo parece un pacifista, una buena persona, tranquilo, cálido… todo lo contrario a lo que es en el ring”, nos describe el periodista especializado de ESPN, David Faitelson.
La cosa es que, como todos los procesos, la brillante carrera de Pacquiao entra ya en un proceso de bajada. Incluso se dice que no es el mismo de antes, como peleador y tampoco como persona. La amabilidad predomina en él, pero su comportamiento como atleta, su legendaria disciplina parece tambalearse. Tanto así que en junio de este año sufrió la cuarta derrota de su carrera ante el estadounidense Timothy Bradley, la primera en más de siete años. En una decisión muy cuestionada, Manny perdió su cinturón welter, hasta podría facturársele al karma. Sin duda una sopa de su propio chocolate.
Esto no es un juego
“Yo supe que había perdido mucho dinero en el juego, estaba dándole vuelo a la hilacha. Entonces pienso que ha llegado el momento en su vida en que ya se cansó de que el boxeo sea su único medio, ahora quiere acercarse a su familia, vivir su vida, divertirse, hacer lo que le gusta, porque tiene mucho dinero, eso sí no me cabe ni la menor duda. Pero tengo entendido que él, después de la última pelea con Bradley, que aunque gano fácil, o las dos anteriores de Márquez, ya no fue lo que era. A mi me da la impresión de que él mismo vio eso, recapacitó y que después de eso se ha dedicado a tratar de volver a ser lo que fue. Sin embargo a su edad está más cerca del retiro que de continuar en el boxeo”, explica otro gran personaje del boxeo, José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en entrevista con Playboy.
Ahora, el mes que cumple 32 años, tendrá un nuevo episodio con la casta azteca, la cuarta de su serie con Dinamita Márquez el 8 de diciembre, donde la credibilidad pende de un hilo luego de tres precuelas muy poco satisfactorias, no por los resultados, si no por las decisiones de los jueces. “es un poco raro en su manera de decidir las cosas, porque pienso que él pone en las manos de su promotor todas las decisiones. Creo que la parte final de su carrera la ha dedicado solo para ganar dinero. Ahora está peleando con Juan Manuel Márquez, simplemente porque no hubo otro. Porque yo leí en un periódico de Filipinas que decía que para qué peleaba contra Juan Manuel Márquez, porque a quién le interesaba una cuarta pelea. Lo que quiere decir que fue prácticamente empujado a que, si quería pelear todavía este año, tenía que ser con Márquez”, añade Sulaimán
Los motivos del lobo
Pero aún así, con todo este historial, la relación entre nuestros peleadores y este fenómeno asiático ha sido más bien un WIN-WIN que ha beneficiado a las dos partes, según evalúa Faitelson. “Yo digo que los boxeadores mexicanos han tenido más fortuna que infortunio de vivir en la época de Pacquiao porque finalmente los boxeadores lo que buscan es hacerse de un buen cheque, eso está claro, con buenas peleas. A Márquez le sirve que exista Pacquiao, ha tenido unas peleas fantásticas con él, y todavía, a los 39 años, se va a dar el lujo de ganar la bolsa más grande de su carrera el próximo 8 de diciembre en la cuarta pelea con el filipino, una buena serie, reñidas, con controversia, pero Pacquiao no es ningún villano, sino uno de los mejores peleadores de la historia. Cuando termine su carrera se encontrará quizá entre los primeros 10 o 15 de todos los tiempos, Y Márquez estará entre los mejores de la historia, pero del boxeo mexicano”.
Casta de campeón en envase de pueblerino, la historia de Pacquiao parece diseñada para gustar. Su fama y éxito así lo demuestra. Su calidad como púgil le ha valido el reproche mexicano, pero también un profundo respeto que quedó comprobado cuando en septiembre de 2011 reunió a decenas de miles en el Monumento a la Revolución junto con Juan Manuel Márquez. “No iban a ver a Juan Manuel Márquez, iban por Pacquiao, no hay ni la menor duda por lo que escuche de la gente, que había más que nunca. Era la presencia de Manny Pacquiao quien es, vamos a decir no un enemigo, sino una persona a la cual el mexicano no ve bien porque le ha ganado a todos sus peleadores, pero al mismo hay una demostración de un gran respeto y admiración de la gente para Pacquiao que tienen, sin duda, todos los mexicanos”, remata Don José.