Opeth, tres años después

Con magistral espectáculo, los suecos volvieron a romper esquemas después de tres años de ausentarse en el país. Opeth ofreció dos fechas en el Circo Volador, y durante la primera, apenas cabía el aire.

Por Jocelyn Navarro
Fotos cortesía de Germán García

El 24 y 25 de marzo fueron los días que vieron llegar de nuevo a la banda indescifrable. Opeth puede resultar un misterio para algunos, una bipolaridad y una ambivalencia para otros. En definitiva, esta banda liderada por Lars Mikael Åkerfeldt siempre ha dado de qué hablar y su último lanzamiento, el Heritage, no fue la excepción.
“Muchos odiaron nuestro último disco. Preguntan ‘¿a dónde se fue el metal..?’”, ironizó Åkerfeldt durante sus presentaciones en la Ciudad de México. Pero conociendo a fondo a Opeth no debería resultar tan sorpresivo que ellos mismos hayan quebrado sus propios paradigmas, si es que alguna vez los tuvieron. Sobre todo cuando sabemos de antemano que su frontman ha estado trabajando de cerca con Steven Wilson –Porcupine Tree- para crear un álbum (Storm Corrosion, 2012) y fue el mismo Wilson quien hizo la mezcla del Heritage, décimo disco de estudio de la agrupación.
Es por dicho álbum -y bajo la premisa de que sabemos de qué va Opeth- que vinieron a visitar México por segunda vez y simplemente nos llevaron al siguiente nivel, durante dos conciertos que consistieron en una variación entre lo brutal, lo sublime y unos minutos de tranquilidad y reflexión, para mezclarlo con un ligero pasaje inspirado en el Heavy Metal clásico. Por eso es que presenciar alguno de aquellos shows resulta imprescindible para los que buscan algo realmente innovador en plena posmodernidad, y el pasado fin de semana, dichos coleccionistas llenaron el Circo Volador para ser testigos de setlists diseñados especialmente para seguir rompiendo esquemas.
“Nosotros venimos de Suecia. Ahí tenemos muchas bandas de metal… y tenemos a Roxette.”
Desde hace tres años, nos dimos cuenta de que Åkerfeldt es un gran orador. Y ¿por qué no habría de serlo la mente que compuso canciones como The Grand Conjuration? Ambos únicos, tanto la melodía como él, tienden a sonar de una manera muy ambivalente cuando lo hacen en vivo.  Él, melancólico y a veces estridente se escucha cuando canta; al hablar, provoca risas diciendo frases que, de tan diplomáticas, difícilmente suenan a ironía.
Así, el maestro del discurso nos invitó aquella última vez a llamarlo ‘Piñata González’, y con dicho mantra, la gente lo ovacionó en numerosas ocasiones. Él, junto con Martin Mendez –bajo-, Friedrik Åkesson –guitarra-, Martin Axenrot –batería- y Joakim Svalberg –teclados- tocó shows de casi dos horas por día.
Devil’s Orchard, del Heritage, fue un común denominador de ambas fechas, así como I Feel the Dark, Folklore –extraídas también de aquél último lanzamiento-, The Drapery Falls, The Grand Conjuration y Deliverance. Slither también estuvo ahí, sonando tan enérgica como aquél en quien la composición fue inspirada: Ronnie James Dio, emblemático personaje del Heavy Metal que murió un 16 de mayo de 2010, y fue alguien que Mikael Åkerfeldt tuvo el placer de conocer.
Sin embargo, canciones como Harvest, Windowpane o Face of Melinda, fueron de las que más  desgarraron las emociones de los presentes que asistieron el día adecuado para poder escuchar alguna de ellas, pues sólo las tocaron una vez durante el fin de semana.
Heir Apparent, The Lotus Eater y The Lines in my Hand también estuvieron en aquellas listas de canciones que, junto con una singular atmósfera ofrecida por las luces del escenario, conformaron un espectáculo digno de los $600 pesos que llegó a costar cada uno de los boletos con los que aquellos coleccionistas de peculiaridades confirmaron su asistencia.
Al final de ambos días, las redes sociales comunicaron por horas que había sido un memorable fin de semana para los testigos de Opeth. Aquellos que no despreciaron un buen álbum de Rock Progresivo hecho por una banda que se ha llegado a considerar de Metal Extremo, vivieron dos intensos días y esperan con ansia la siguiente visita.