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Una noche con Astrid Oh!, la tragafuegos

Por: Arturo J. Flores 03 Dic 2021
Si Prometeo la hubiera visto bailar con media botella de vino en la barriga, como quien escribe, seguramente se habría olvidado de robarle el fuego a esta diosa para entregárselo a la humanidad.
Una noche con Astrid Oh!, la tragafuegos

Mientras observo a Astrid Oh! apagar una antorcha en su boca pienso en las palabras de Shakespeare: hereje no es el que arde en la hoguera, hereje es el que la enciende.

La artista forma parte de una compañía de burlesque que se presenta con regularidad en un restaurante francés de la Zona Rosa en la CDMX. Suele ser el acto de cierre. Después de haber disfrutado de bellydancers, arcodeonistas, cantantes y hasta comediantes, le llega el turno a la tragafuegos Astrid Oh!

La música del fuego

Una noche con Astrid Oh!, la tragafuegos 0

Foto: ClisPunk

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Es común que el DJ deja correr “Perhaps, perhaps”, de Doris Day mientras del fondo del piso superior del Rouge Boheme Bistro mientras una joven menudita, envuelta en una gabardina oscura que oculta su belleza pero no su mirada rebosante de picardía, se acerca al escenario como si flotara.

Ahí se deshace de la prensa. Se da vuelta. Levanta la cadera como las viejas bailarinas de cabaret. Se posesiona de ella un un reptil que la obliga a contonearse con una sensualidad que hipnotiza. La música actúa como su cómplice mientras la flama se enciende en la punta de su antorcha.

Paradójicamente ella prefiere el silencio.

—No soy melómana, pero cuando se trata de montar un de mis actos, la música sirve para desatar la inspiración. Existe una técnica que consiste en seleccionar música que por su duración, velocidad, pausas, si tiene letra o no, se sincronice con el número que presentas. Todo esto con el objetivo de hacer algo más funcional y menos sentimental —me explica.

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Time Bombay

Astrid Oh! es bailarina, pero también actriz de doblaje, zanquera, modelo y animadora. Desde niña ha participado en obras de teatro amateur y montajes de danza contemporánea. Pero pese a su juventud, late en su corazón una pasión por explorar el pasado.

Una de sus actuaciones más memorables tuvo lugar en el desaparecido Salón Bombay. Un refugio kitsch de la contracultura mexicana, que durante más de cien años alojó lo mismo a las emblemáticas vedettes del cine que —en sus últimos años— a expresiones mucho más modernas como el hip hop, la poesía de micrófono abierto o el hip hop.

Astrid Oh! recuerda:

—Me presenté ahí en 2013, el mismo año que inicié profesionalmente. Estaba muy emocionada. En ese recinto actuaron las vedettes más famosas como Wanda Seux y la Princesa Yamal, en el momento en que el cabaret en México estaba en su esplendor.

 

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Cuando el respetable no respeta

Si Prometeo la hubiera visto bailar con media botella de vino en la barriga, como quien escribe, seguramente se habría olvidado de robarle el fuego a esta diosa para entregárselo a la humanidad. Astrid Oh! se traga un puñado de llamas con la seguridad de quien sabe que ni el infierno se atrevería a acariciarla. Porque encima del entarimado ella es poderosa.

No existe mirada que se resista a caer sobre su cuerpo. A dejarse caer por la pendiente de su vientre hasta caer como el balín de una ruleta en la cazuela de su ombligo. A rodar como las perlas de sudor que le escurren hasta las rodillas y romperse en mil cristalitos cuando chocan con el suelo.

Una noche con Astrid Oh!, la tragafuegos 1

Foto: GlanzPhoto

Aquí se presenta una paradoja. A ella no le gusta llamar la atención.

—En mi vida diaria prefiero no llamar la atención. No es fácil ser mujer en un país como el nuestro, pero en el escenario resulta completamente diferente. Muchas veces llego a un evento y el público está apagado o muy disperso, así que me tomo como misión personal recuperar su atención. Esas personas vienen a ver algo que los llene de asombro y hay que hacer valer cada minutos del tiempo que están invirtiendo en ello.

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Pese a ello, hay quienes —hombres, claramente— se rehúsan a reconocer que el espectáculo ha terminado. Es cuando aparecen los primeros síntomas de patanería.

Astrid Oh! hace conciencia a manera de cierre:

—Cuando hago un performance, comparto una parte de mí con el público y se crea una conexión con quienes me miran. Pero cuando termina el show también se termina la magia, por lo que siempre hay quienes no quieren dejar ir esa ilusión y se aferran a que la conexión continúe en la vida real.

Una noche con Astrid Oh!, la tragafuegos 2

Foto: YangKai

Así ha tenido que poner a raya la impertinencia de varios.

El trabajo de Astrid Oh! es como el fuego que devora. Aparece con espontaneidad y hay que dejarse quemar antes de que se apague. Para enterarse, no hay mejor forma que seguirla en sus redes sociales.

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