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“Ni mocho, ni cabrón”

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Salir de sombra de alguien para hacer su propio camino. Yordi Rosado reconoce que haberse sentido como patiño de Adal […]
“Ni mocho, ni cabrón”

Salir de sombra de alguien para hacer su propio camino. Yordi Rosado reconoce que haberse sentido como patiño de Adal Ramones lo lastimó mucho y por eso, voló. Ahora alterna en un circo de dos pistas en que trabaja, como conductor de un programa para adultos, pero consejero de cabecera para padres con su libro ¡Renuncio! ¡Tengo un hijo adolescente y no sé qué hacer!

PLAYBOY: ¿Te valiste de la caja idiota para hacer un libro inteligente?
YORDI: La utilicé como gancho, por supuesto. La gente me conoce, compra mi libro y lo recomienda si le funciona. La mayoría de quienes compran mis libros fue porque me vieron en la tele. Pero eso no es todo. Un reportero me preguntó si el libro se vende mucho porque soy famoso. “No es cierto”, le dije, “porque muchos famosos han escrito libros y no se venden igual.” Si el trailer es bueno y la película muy mala, te dedicarás a hablar mal de ella. La tele sí fue el gancho, pero nada más.
 
PLAYBOY: El activista de los años 60 Jerry Rubin le dijo a los adolescentes de su época: “Nunca confíes en nadie que tenga más de 30 años.” Después de ver las filas de adolescentes que concurren a tus firmas de autógrafos quizá seas el primero de más de 30 años en quien confían.
YORDI: El adolescente se identifica con quien conecta. Soy un adulto de 41 años, siempre lo digo, pero sigo haciendo muchas cosas que les llaman la atención a los adolescentes. Mi público, sin embargo, ya no es adolescente, sino de adultos contemporáneos entre los 25 y 45 años. De ellos son los temas que trato en los programas de televisión. En una época que sí hice cosas para adolescentes, al principio de Otro Rollo, e hice conexión con ellos porque soy una persona juvenil. Ahora, cuando escribo para adolescentes, intento hacerlo en sus palabras y estar bien documentado. Yo hice este libro al revés; algunos autores escriben lo que ellos creen que los lectores quieren saber, pero yo primero voy con el lector y le pregunto qué es lo que quiere saber, antes de ponerme escribir. Hago grupos de chavos y realizo con ellos un gran researching de temas. Una vez que los tengo, investigo y entrevisto a los expertos. De una forma, los adolescentes escriben el índice de mis libros. Además, siento que hago la lectura amiga, sencilla, pero muy documentada porque ni soy psicólogo ni terapeuta como para dar consejos, sino comunicólogo.
 
PLAYBOY: En el libro mencionas que, de acuerdo con la ciencia, a los adolescentes no se les ha desarrollado por completo la corteza frontal del cerebro, que es donde se aloja el juicio. Por eso, son rebeldes e intrépidos. Incluso bromeas que la película de James Dean debió llamarse Rebelde sin la corteza parietal desarrollada. ¿No crees que algunos programas de televisión le hablan a los jóvenes como si, en efecto, no se les hubiera desarrollado el cerebro?
YORDI: Sí, tanto en Internet como en TV, mucha gente no se da cuenta de la inteligencia de los adolescentes. Un día, un reportero me hizo una pregunta que me ofendió bastante: “¿Es difícil trabajar con adolescentes, ya que no entienden nada?”. ¡Pero tú no tienes ni idea de lo que estás hablando!, le dije. Un adolescente puede ser tan astuto como para tener bulimia y llevar dos años vomitando en el baño de sus papás sin que ellos se den cuenta. Puede no sonar inteligente, pero sí es muy astuto. ¿Por qué las empresas modernas buscan a los adolescentes? Porque a los 18 tienes la cabeza girando a todo lo que da y por eso, ¡son muy importantes para las empresas, aunque no se den cuenta!
 
PLAYBOY: El que los adolescentes te crean, ¿tendrá  que ver con el hecho de que suelen admirar a los adultos que no usan corbata, como Steve Jobs? ¿Es tu estrategia?
YORDI: He sido influido por mi alrededor. A Steve Jobs lo súper admiro yo también. Cuando murió, le llamé a dos amigos para preguntarles si se sentían tristes porque yo me sentía triste. Y me sentía estúpido sintiéndome triste porque nunca lo conocí en persona (Risas). Mi trabajo es dar entrevistas, impartir conferencias… y no me pongo traje porque no lo necesito, tengo que trabajar cómodo. Hubo un tiempo en que trabajé como asistente creativo en Cablevisión y me tenía que vestir de corbata todos los días aunque prácticamente no hacíamos nada. Hoy en día, si tengo programada una junta de tres horas con mi gente para planear un programa, voy vestido como me vestiría para sentarme tres horas a pensar.
 
PLAYBOY: ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste corbata?
YORDI: El viernes pasado, porque la agencia que maneja mi imagen me pidió un cambio formal para una sesión de fotografías. Sólo me pongo corbata para las bodas. De hecho, en la comida de los 400 líderes mexicanos, que me invitaron, tampoco la quería llevar…
 
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PLAYBOY: Seguro no eras el único entre los 400…
YORDI: No, de hecho me encontré a varios que tampoco.
 
PLAYBOY: Eras como el adolescente al que no lo contratan porque tiene un tatuaje.
YORDI: Sí (risas), pero tampoco es algo de vida o muerte. Si tengo qué, me pongo la corbata.
 
PLAYBOY: Tu libro está escrito en un tono sumamente paternalista. ¿Por qué los mexicanos necesitamos que las verdades crudas nos las digan en un tono apapachador?
YORDI: Es parte de mi esencia, soy paternalista y me gusta cuidar a la gente. En mi vida he sido muy controlador, algo que es no de presumirse, pero en el sentido de querer cuidar a los demás. Mi mamá tuvo enfisema pulmonar y me dediqué a cuidarla. Sí, mi libro es paternalista. Pero no es un libro en donde Yordi te diga qué hacer, sino un libro en que investigué y pongo las palabras de los expertos. Porque ¿quién soy yo para decirte qué hacer con tus hijos?
 
PLAYBOY: ¿Cada cuándo dices la expresión: “¡Renuncio!”?
YORDI: Varias veces. Mis hijos están entrando a la adolescencia, están en la etapa tween (concepto explicado en el libro para referirse a un tipo de púberes) y hay momentos donde digo “¡renuncio!”. Hoy son menos veces pero al final nadie es profeta en su tierra.
 
PLAYBOY: ¿Te enorgullece ser un fenómeno literario entre vampiros enamorados y sombras de Grey?
YORDI: Sí, porque escribo para un público que no leía. Yo tenía la encomienda de hacer leer a un adolescente que tiene enfrente un PlayStation. Ahora ese público ya lee más, pero no solía hacerlo antes. Sí, me siento orgulloso, porque este libro representaba un reto muy grande porque los anteriores habían sido para adolescentes y el primer reto fue cambiar el tono, porque se trataba de hablarles a los padres. De hecho, el libro lo escribí una vez y media. Cuando llegué con la editorial la primera vez, me lo rebotaron y me dijeron: “ése no eres tú. Te pusiste muy serio y lo que la gente quiere es leerte a ti.” Cuando los adultos leyeron los Quíuboles, me dijeron: ¿por qué no haces Quíbole con la menopausia o con la Reforma Fiscal? Y lo pensé, la verdad, en sacar toda una serie igual. Fue complicado hacer éste porque me arriesgué a que alguien dijera: “¿Cómo el tipo que mete seis chicas con las bubis de fuera en su programa me aportará algo para la formación de mi adolescente?” Pero el resultado del libro es impresionante; los papás me paran en la calle para decirme: “me ayudaste, aunque no confiaba nada en el libro, cuando lo leí, me gustó”. De eso me siento más orgulloso que por las ventas. Este libro tuvo dos momentos de crisis. ¿Pa dónde le doy?, me preguntaba. Platiqué con mi psicóloga y le decía: ¡ta’ madre! ¡No sé qué hacer! Y ella me respondía: “tranquilo…”.
 
PLAYBOY: Ofreces a los adultos tips muy específicos para comunicarnos con un adolescente. Si uno de ellos hojea tu libro, ¿no lo sentirá como un acto de alta traición?
YORDI: Ése fue un punto de cuidado, que el adolescente no sintiera la traición, que no crea que le di la espalda. No podía poner todo de color de rosa. Al final, son tantas las partes del libro en las que el adolescente agradece lo que le explico al papá, que aquellas donde revelo sus secretos, no le desagradan tanto. Es más lo que gana que lo que pierde. Cuando lo presenté en la Feria Internacional del Libro de Monterrey, lo compró una pareja de hermanos para regalárselo a sus papás. Me dijeron: “¡Pobres de nuestros jefes! ¡Sí necesitan ayuda!”. Esto no es una guerra, el adulto no puede ser el enemigo del adolescente. Necesita que estemos ahí. Una vez uno me dijo: “ya estoy hasta la madre de mi mamá, todo el pinche día me está marcando”, pero el de junto dijo: “como quisiera que mi mamá supiera dónde ando, porque le doy lo mismo”. Nos necesitan, aunque les cueste reconocerlo.
 
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PLAYBOY: ¿Te molesta que fotocopien tu libro?
YORDI: Por supuesto… al 50 por ciento. Me molesta por el trabajo que el libro representa, pero en el fondo siento que si lo leen, como sea, cumple el objetivo. El hecho de no venderlo habla de que no habrá recompensa, pero eso no elimina la parte del mensaje. Nunca les diré que lo compren pirata, pero… bueno, si alguien lo fotocopia, pues va. Prefiero que se lo presten. Soy autor y me interesa vender, pero más el mensaje. Un reportero me dijo una vez: “Se ve que tu libro ha sido buen negocio”. Si el tiempo que le invertí lo invirtiera en un negocio, ¡lo habría invertido en otro negocio! Un libro, por mucho que se venda, no es negocio y en éste ¡me tardé 5 años! Cancelé conferencias y conducciones que sí cobro como  negocio, para terminarlo. Uno no se encierra 9 meses para hacer un libro por hacer negocio, no hay manera.
 
PLAYBOY: Escribes que detrás de todo adulto responsable, alguna vez hubo un adolescente con conflictos. Asumo que eso incluye a los irresponsables. ¿Dónde se torció todo?
YORDI: Hay gente que lo logra y gente que no. Como en todo, los resultados no son 100 por ciento confiables, pero entre más información tienes, reduces el margen de error. Si ves a un adulto con problemas de cocaína que está en el tambo, ¡es que ya no se pudo enderezar! Pero todos, hasta los que la lograron, tuvieron un padre que en algún momento dijo: “ya valió madres”.
 
PLAYBOY: Ojalá los padres de la mitad de nuestros gobernantes hubieran leído tu libro.
YORDI: Sobre todo por el capítulo de los valores (Risas).
 
PLAYBOY: Dices que nuestra generación fue la última que le temió a los padres. ¿Será que este México adolescente también deje de sentir miedo de los padres?
YORDI: Ojalá, la pérdida del miedo fue algo natural, producto de un hartazgo y eso que, en materia de libertad, estamos en pañales. Pero de alguna forma sí somos esos adolescentes que ya no tienen miedo. Vamos por buen camino, los gobernantes ya se dieron cuenta que no pueden seguir con las mismas fórmulas.
 
PLAYBOY: ¿Los jóvenes adolescentes de #YoSoy132 ya no le tienen miedo a sus padres?
YORDI: Exacto… no lo había pesando así. El no tenerle miedo al papá, sí, se refleja en otros ámbitos. Si no le tienes miedo a tu padre, que era tu situación más cercana a una autoridad, al gobierno menos. Es lo que pasa hoy. Si le pegas a un adolescente, te demanda y te mete a la cárcel. Y eso ha permeado a las familias y a lo político.
 
PLAYBOY: Cuando te refieres a que los padres tienen amnesia juvenil y ya olvidaron cómo se sentían cuando eran adolescentes me haces pensar en algo: siempre se dice que no debemos olvidar al niño que llevamos dentro, pero a los adultos que se comportan como adolescentes no se les ve con buenos ojos. ¿Qué tienen la adolescencia, que es vista como una etapa maldita?
YORDI: Tiene el cambio, la prueba. Nos alejamos de los adultos y tenemos problemas con la autoridad. En la adolescencia tienes más problemas con tu entorno. Por eso digo: cuando no puedas entender a tu adolescente, recuerda las sensaciones que tenías cuando eras joven. Cuando lo hagas, lo comprenderás.
 
PLAYBOY: ¿Cómo puedes ser el mismo Yordi que aplica el “Nalgómetro” a una modelo en la televisión y que le hable a las jovencitas en el libro ¿Y Miss 15??
YORDI: ¡Qué difícil! La línea es tan delgada que de repente puedo cruzarla. Pero a ver, mi programa (Está cañón) es de entretenimiento y se transmite a las 10:30 de la noche. Me gusta, no lo hago por pedido, pero trato de no ofender a las mujeres ni ser vulgar ni machista. Cuando hablo con las mujeres que lo ven, les pregunto, ¿por qué te gusta el programa cuando salen chiches? “Porque no te pasas”, me responden. Yo me refiero a ellas como las modelos y nunca las toco. Y así, cuando llego al libro de ¿Y Miss 15?, traté de no rebasar el punto. Pa pronto: no soy un cabrón en el libro, ni un mocho en el programa. Pero sí hay veces en que me equivoco. En fin, mucha gente se quedó conmigo en Otro rollo, pero esto ya es otra cosa: en el programa hablo de sexoservidoras, de poliamor o infidelidad. Me siguen los chavos, pero los temas no son para ellos. Mi verdadero target es 25 a 45 años, pero la gente me relaciona con adolescentes por los libros que escribo. Es un circo de dos pistas difícil de llevar.
 
PLAYBOY: ¿Hasta cuándo te verás bien de tenis?
YORDI: Siempre, porque soy así. Es como si le preguntas a Álex Lora o a Aerosmith o a Los Rolling hasta cuándo tocarán o cuándo se cortarán el pelo. No es una máscara, es una forma de ser. No soy el mismo Yordi de Otro Rollo, pero la gente sólo ve partes aisladas. Quiero echar relajo toda mi vida, pero hay otras cosas en las que he crecido acorde con mi edad. Ve mi twitter, lo que twitteé ayer fue: “no hay nada más grande que ver respirar a mis hijos”. Eso no lo twittea un chavo.
 
PLAYBOY: ¿Te dolió la primera vez que te dijeron “Señor” y no “Joven”?
YORDI: No, eso lo cree el Vox Populi, pero no yo. No pretendo ser chavo por siempre, pero sí me gustan los Converse. Y ve a todos los adultos, llegan el fin de semana y se ponen sus Converse. Pero mi trabajo es ir cómodo a trabajar. Hay quienes dicen que Yordi es Peter Pan, lo entiendo, pero no es así.
 
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PLAYBOY: ¿Alguna vez te atormentó que no dejarías de ser Yordi, el que aparece con Adal Ramones?
YORDI: Sí, en un principio decían que sólo era el patiño de Adal y me dolía en el alma.
 
PLAYBOY: Menos mal que lo dijiste tú, porque pensé  que si lo decía yo me enterrarías un tenedor en el ojo.
YORDI: Pero era cierto y me dolía porque yo producía el programa.
 
PLAYBOY: Así decía en los créditos, pero la gente no lee.
YORDI: Pero a cuadro era cierto que parecía el patiño. Poco a poco me gané el título de co conductor, porque el co conductor genera contenidos, el patiño está únicamente para rebotar los chistes. En un principio era real, pero cuando ya no lo fue, se me quedó el mote. Era obvio que Adal era el conductor estrella y me gustaba que le fuera bien al programa, pero no era cierto que yo era un patiño. Llegó el momento en que tuve que decirle a Adal: me tengo que ir, tengo que hacer cosas por mí. Muchas veces me lo dijeron los amigos: “ya sepárate”, pero yo sabía que me faltaba aprenderle mucho a Adal. Estar a cuadro con él, con su speed impresionante para hablar e intentar meter yo un chiste, no era fácil. Me esperé lo que duró el programa, porque además era mi programa. El shock más fuerte que tuve fue un día en que compré el periódico Reforma porque hicieron un ranking de los mejores conductores de México. “¿En qué lugar estaré?”, me pregunté. ¡Pero yo no estaba en la lista! Me cayó como balde de agua fría. Fue cuando dije: esto no puede ser, no me están considerando como conductor, no puedo alargar más mi despedida. Adal estaba en el 1o. o 2o. lugar del top, con Marco Antonio Regil, Verónica Castro, Facundo… Me sentí muy mal. Hablé con Adal y le dije: compadre, tengo que hacer mi programa. Quiero ser Yordi Rosado. Yordi, y no Yordi, el de Adal. Somos grandes amigos y él me dijo: “si lo necesitas, hazlo.”
 
PLAYBOY: Es curioso, porque aunque fuera actuado, lo que Adal hacía contigo a cuadro podría ser el bullying del que hablas en tu libro.
YORDI: Fue poco tiempo. Sí hubo momento en que tuvimos problemas. No era un bullying intencional… ni siquiera lo llamaría tal, no era bullying. Él me utilizaba de kick para sacar la broma, ése era mi papel y yo lo recibía sin problema, pero sí hubo una vez que me equivoqué y él hizo muy evidente mi equivocación. No me gustó y le dije: tú te equivocas un chingo y cuando lo haces, yo te apoyo, así que apóyame. Él me dijo: “sí cabrón, tienes razón”, es muy difícil estar en vivo. El asunto de vestirme de abejita, por ejemplo, lo inventé yo. Vino de ver una película con Hugh Grant, Nueve meses, cuando se le atraviesa la botarga y la agarra a madrazos. La vi y dije: “¡fantástico!”. ¿Cómo lo hago diferente? Se me ocurrió hacer la carrera de botargas en la que yo correría. Pero yo les decía a las botargas: ¡péguenme duro! Soy productor y tenía que ver la cara de dolor en pantalla. También cuando me aventé en el cañón del circo me cagué de miedo, pero lo hice. Las cosas donde sufrí fueron mi idea. Lo último que quise hacer fue enterrarme vivo, pero ya todos me dijeron “¡no manches!”. Hasta había diseñado un sistema de oxígeno, pero mi esposa me detuvo.
 
PLAYBOY: Creo que también tienes la corteza prefrontal del cerebro, donde se encuentra el juicio, menos desarrollada…
YORDI: Y tenía mucha preocupación por mi rating (Risas).
 
PLAYBOY: En tu libro mencionas varias marcas. Tengo que ser desconfiado porque además, eres publicista.
YORDI: Lo hago porque el primer libro que leí fue La fuga del siglo, de Carlos Contreras. Lo que más me gustó fue una parte que decía “nos vimos en el Sanborns de Plaza Universidad”, me hizo sentir que vivía en el lugar porque yo conocía el Sanborns de Plaza Universidad. Cosas así te hacen sentir más de cerca. No me pagaron las marcas, si es tu pregunta.
 
PLAYBOY: En el libro reconoces que tus hijos juegan videojuegos cuando trabajas demasiado y no los ves. ¿Es una maldición que te vaya tan bien?
YORDI: Sí tuve un problema serio de exceso de trabajo que no ayudó en mi matrimonio, pero lo reconocí y aprendí a manejarlo, porque no sabía delegar responsabilidades. Era muy ególatra, me sentía culpable si no estaba trabajando y pensaba que si no estaba yo, nada saldría bien. Era una adicción. Hasta que toqué fondo, me cayó el 20 y desde hace 4 años, le doy mucho tiempo a mi familia. Ustedes me ven por todos lados, pero en realidad delego bastante. Me costó sangre, sudor y lágrimas entenderlo. Los fines de semana no trabajo, por ejemplo, jamás acepto dar una conferencia.

 

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Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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