Mexicali: El lado cool de la frontera
Desciendo del avión y un calor infernal me da la bienvenida. Son las 4:50 de la tarde, el termómetro en mi celular marca 35 grados centígrados. Alondra, la sobrecargo, me platicó durante el vuelo que “Chicali” (como le llaman los oriundos) es un buen destino turístico para los que desean conocer la esencia del México fronterizo, de las ciudades emergentes que crecieron con entusiasmo.
En el aeropuerto ya me esperan Keko Morales y sus amigos a bordo de un auto Grand Marquis modelo 1982 y una camioneta todo terreno, empolvada. Subo al auto y mientras avanzamos por la carretera que comunica al aeropuerto con la ciudad recuerdo a Mario Almada recorriendo el salvaje desierto mexicano, sólo que en lugar de llevar un AK-47 cargo mi cámara fotográfica y el parque suficiente –tarjetas de memoria- para dispararle a todo lo que se me ponga enfrente.
Durante el trayecto Keko me pone al tanto de lo que me espera en el desierto, será mi guía para internarme en las dunas de arena Los Cuervitos, ubicadas en el poblado Los Algodones –muy cerca de Mexicali-. Pero eso será hasta mañana.
Mis nuevos amigos me recomiendan dos opciones de hospedaje. Una es pernoctar en la zona hotelera y descansar en un hotel nuevo, con alberca, ubicado en un moderno boulevard que sugiere caminar para encontrar restaurantes de comida rápida con olor a nuevo.
Otra alternativa fue dormir en el centro, en la línea fronteriza que comunica a México con Estados Unidos. Opto por la última opción y decido hospedarme en el hotel Del Norte -ubicado frente al puente internacional-, que desde el siglo XX brindó hospedaje a diversos ex presidentes, como Lázaro Cárdenas y Gustavo Díaz Ordaz; pero también a diversos artistas de la talla de Pedro Infante, José Alfredo Jiménez, Cantinflas, Tintan, Viruta y Capulina y El Santo, entre otros.
