Me duele el cuerpo por Megadeth
Vestida al más puro estilo thrash con las viejas camisetas de conciertos pasados, la gente estaba lista para ingresar al primer concierto de Megadeth en México.
Por Bernal Camarena Brenda
Fotografías de Fernando Aceves/Cortesía de OCESA
Se llenó la noche de metaleros hasta la muerte y hablo de morir en serio, ya que de tanta gente que había dentro del José Cuervo Salón, en vez de parecer un recinto, semejaba un camión repleto de greñudos que se asfixiaban.
Se veía un Megadeth unido, como si otra vez se tratara de un grupo de jóvenes de los Ángeles en los años 80, con el único propósito de hacer ruido con un par de guitarras, un bajo, un doble pedal de bombo y unas envidiables greñas de comercial de Loreal Paris, pero ahora los veía con algunas canas y la necesidad imperante de ir a buscar un poco de oxígeno y agua entre canción y canción.
Uno de los momentos más especiales fue cuando sonó la batería para anunciar la llegada de Trust, la canción que el cantante, líder y guitarrista Dave Mustaine canta en dos idiomas: “Me duele todo el cuerpo por los errores traicionados por la lujuria” y enseguida vino In My Darkest Hour, triste tema que hizo llorar hasta al más brabucón.
La gente disfrutó del concierto, canción por canción, entre dolorosos empujones que sacudían a los novios que heroicamente protegían a sus damiselas para que todos pudieran gozar del buen sonido thrash metal.
También fue especial escuchar Sweating Bullets, aunque Mustaine dejó en claro que su garganta no es la misma de antes, aunque todavía nos hace sudar de emoción a las chicas y uno que otro varón.
En el instante cumbre de la noche sonaron Symphony of Destruction, Peace Sells y Holy Wars; en la primera de las tres la gente apoyaba gritando en español: “¡Megadeth! ¡Megadeth! ¡Aguante, Megadeth!”, dejando patente la satisfacción de muchos mexicanos al tener enfrente a uno de grupos más grandes de la historia, que sin embargo quedó a deber clásicos como Tornado of Souls, que tanto pedía la multitud.
Fue un día de suerte en el que Megadeth estuvo más cerca de nosotros de lo que nadie se pudo imaginar.
