El documental definitivo sobre la máxima figura del reggae, proyectándose estos días en la Cineteca Nacional…
Por Arturo González Canseco
No hace falta decir que la música de Bob Marley es universal y cuenta con fieles escuchas en todas partes. Lo interesante es conocer cómo es que este hombre lo logró. Hijo de padre blanco y madre negra, el niño Marley experimentó el rechazo y las inseguridades de ser un mestizo en tierras donde no había medias tintas.
Jamaica en 1945 aún era una colonia británica y la vida era compleja. En ese medio propenso al rencor y la maldad, Robert Nesta Marley Booker eligió la alegría. La música llegó a él en la adolescencia y a los 16 años grabó su primera canción con el afán de inspirar a sus allegados y decirles que era posible forjar otros destinos.
Surgieron los Wailers. Se entregaron por completo a la música, distribuían en bicicleta sus producciones, con bat en mano obligaban a las radios a tocar sus materiales (sí, era un ambiente rudo) y, para perder el miedo de subirse al escenario y tocar en vivo, ensayaron durante días a las 2 de la mañana en un panteón para las almas de los difuntos.
Kevin Macdonald es el director de este documental excepcional. Entrevistas exactas, edición que crea una línea narrativa precisa con un gran manejo de los silencios y los textos, imágenes inéditas y fotografía exquisita. MacDonald, de inmediato se percibe, no es ningún improvisado. Es ya ganador de un Oscar a mejor documental por One Day In September, también ha dirigido películas como El último rey de Escocia y, asimismo, es un escritor sobresaliente.
Adiós lágrimas
Después de años de creación Bob Marley logró su más alta misión. Brindar alegría y felicidad a millones de personas. Mediante su transformación rastafari, emprendió una camino espiritual que tuvo como medio de expresión la música. En la película se muestra cómo se dio el nacimiento del reggae y el nombre de Jamaica fue conocido de manera global.
Marley, el documental, es también un retrato histórico de la segunda mitad del siglo XX en donde las tensiones políticas estuvieron a la orden del día. En ese rubro el artista también influyó sobremanera al crear reconciliaciones sorprendentes tanto a gran escala como con pequeñas acciones.
Imágenes imborrables que este documental deja en la memoria, verdes montañas majestuosas con una versión gospel de No Woman No Cry, estadios llenos, Marley extasiado en sus presentaciones a pesar de una grave herida en el pie.
Al final, una trágica incongruencia lo llevó a la muerte. Inspirado en la cultura rastafari, Marley veía en el cuerpo humano un templo sagrado. La manifestación divina materializada en cada individuo. Cuidaba su alimentación, hacía ejercicio, sin embargo, cuando la herida en su pie se presentó, la atendió pero no le dio seguimiento. A partir de allí se le desarrolló melanoma y devino en cáncer. Todo su cuerpo terminó enfermo. Falleció en 1981.
Bob Marley era tímido, amoroso, activista, tuvo once hijos con siete mujeres distintas y sabía que la vida es una sola y debe ser vivida al máximo. La felicidad y la desdicha tienen sus momentos y lo que debe ser será.
Tener su música entre nosotros es una enorme bendición. Bob Marley, el rey del reggae, inmortal, nos invita a seguir creyendo que un mundo mejor es posible.
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