Magda Angélica

La guatemalteca presenta K’aslem, un disco conceptual que aborda la visión maya del nuevo ciclo que comenzará el 21 de diciembre, al margen de la versión catastrofista de Hollywood.
Por Alejandro Pascual
Existen dos formas de mirar el próximo 21 de diciembre: la hollywoodense, en la que el mundo terminará en medio de una catástrofe y otra, mucho más espiritual, que tiene que ver con los mayas y el inicio de un nuevo ciclo. El disco K´aslem, lanzado este año por la guatemalteca Magda Angélica, dedicada desde hace varios años a la música en su tierra natal, apunta mucho más a esa segunda concepción del mal llamado “Fin del mundo”.
“La música que hago es una búsqueda personal, a través de la cual he encontrado respuestas dentro de la sabiduría ancestral mesoamericana, tanto en la espiritualidad Maya y también en la filosofía Náhuatl, que tuve la oportunidad de conocer cuando viví en México”, expresa la cantautora. “Lo que hago no es producto de una moda o una corriente comercial, quienes se aprovechan del cambio de ciclo para sus propios fines”.
Integrado por 11 temas en los que se conjugan los instrumentos folclóricos, eléctricos y los sonidos de la naturaleza, K’aslem tiene, de acuerdo con su autora, una notoria carga femenina que, empero, tampoco tiene por objeto ser feminista.
“Crecí con dos mujeres de la etnia maya cackchiquel, ellas formaron mi infancia y fueron dejando una huella profunda en mí. Sin embargo, el concepto ‘energía femenina’, desde el punto de vista de la espiritualidad mesoamericana, no es algo que esté presente sólo en las mujeres. Todos y todas tenemos dentro tanto lo masculino como lo femenino.”
“Huesos”, “Llamado” y “Semilla” son algunos de los títulos que ofrece este material, que se podría clasificar dentro del concepto de World Music (aunque el término por definición es tan amplio como desprovisto de etiquetas). Debido a su pasado rockero, la guatemalteca –que estrechó desde su venida a México en 2002 una estrecha relación creativa con Rafael González, ex Botellita de Jerez– no logró abstenerse de dar algunas pinceladas eléctricas a su disco. Además, aunque la música sea la protagonista, el booklet incluye una interesante sesión fotográfica en la que Magda se prestó como modelo de pintura corporal.
“Creo que el disco por sí sólo es trasgresor, no sólo por la forma, sino por el fondo, pero mi idea es generar puentes de diálogo entre culturas y pensamientos diversos”, concluye la artista.