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Los licenciados también cog…

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Sólo te adelantaremos que si los camerinos hablaran, ¡varios actores y actrices saldrían mal parados!   Era la fiesta de […]
Los licenciados también cog…
Sólo te adelantaremos que si los camerinos hablaran, ¡varios actores y actrices saldrían mal parados!
 
Era la fiesta de graduación de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Anáhuac, generación 1990–1994; ellas iban de vestido largo, nosotros rentamos smoking, al final todos terminamos ebrios. En mi caso, me di cuenta de que ya estaba borracho cuando todos los egresados empezamos a bailar, abrazados y formando un círculo, la clásica rola hebrea “Hava nagila”. Mi buena suerte me colocó al lado de mi compañera Rosy, de quien omito el apellido, pero cuya cadera fue de las más aplaudidas en los cuatro años que estudiamos. Entonces, mis escasos 21 años de edad mezclados con al menos una decena de tequilas y la euforia de terminar la carrera, me animaron a bajar mi brazo y en vez de bailar tomándola del hombro, mi mano le agarró las nalgas por varios minutos hasta que terminó la canción. Ella sonrió pícara, yo también.
 
A las 3 de la mañana, el salón nos apagó la luz y decidimos seguir la fiesta en casa de mi gran amigo Jara. En todos los años de estudio, las mejores reuniones se hicieron en su domicilio de la colonia Del Valle. No recuerdo cuántos llegamos esa madrugada al hogar del buen Jara, pero tengo claro que Rosy estuvo presente en el after party. En esa casa, mi amigo tenía un estudio al que le llamábamos “el rincón brujo” y era el centro de cada reventón. Ahí nos concentramos varios en los viejos sillones que lo ambientaban, con el detalle de que para ese entonces estaban remodelando el lugar y había mucho polvo producto del yeso de las paredes. Me encantaría contarles que en algún momento me escabullí con Rosy y terminamos cogiendo, pero no fue así. Yo iba con mi novia, quien nunca se percató de mi “travesura” en el baile. 
 
Pero sí debo compartirles algo mejor. Ya casi a las 6 de la mañana, yo estaba tirado en un sillón de “el rincón brujo”; de pronto, detrás de un mueble apareció la figura tambaleante de mi amigo Jara y detrás de él la tan comentada Rosy. El smoking oscuro de él y el vestido negro de ella estaban completamente cubiertos de yeso, muestra clara de un revolcón entre pasantes, de una despedida entre dos profesionales de la pasión. Luego de eso, Jara terminó dormido en el jardín y yo le di un aventón a Rosy a su casa, tan sólo eso.
 
Han pasado 19 años de lo que les platico y quise compartírselos después de leer dos artículos que mencionan las profesiones que tienen más relaciones sexuales y las profesiones que esconden a más infieles entre sus filas.
 
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Con un promedio de casi 5 parejas sexuales al año, resulta que los licenciados en Economía son los que más pasión echan. La razón no es clara, pero se atribuye a que el mejor afrodisíaco es el poder y muchos de los egresados de esta carrera generalmente ocupan posiciones de líderes. Debo confesar que mi padre estudiaba esta carrera y vaya que tuvo muchas parejas sexuales. Pobre de mi madre cornuda. En esta lista los que menos sexo tienen en general son los graduados de Ciencias Sociales.
 
Por otro lado, los más infieles con estudios terminados son los profesionales de la salud confirmando los rumores de que los estudiantes de medicina son mustios y que mientras hacen prácticas o guardias nocturnas repasan Anatomía. En segundo lugar, están los profesionistas que trabajan en los medios de comunicación y en este caso yo soy la excepción de la regla. El tercer escalón es ocupado por músicos, fotógrafos, modelos o actores. Aquí yo puedo abonar el dato, pues mis oídos hace algunos años escucharon los jadeos de un primer actor con una bailarina, ambos con pareja, que en un camerino anexo le dieron una mordidita a ese pastel tentador llamado infidelidad. La mujer movía las piernas al ritmo del fierro; y en otra ocasión, una actriz invitada hizo buen uso de su camerino, pues el personal de limpieza encontró un preservativo usado después de la jornada. En cuarto sitio a la hora de poner los cuernos están los abogados, altos ejecutivos y secretarias. Hablando de secres, nunca olvidaré la vez que Gaby, secretaria de César Costa, me encerró en la oficina de su jefe, pero ésa es otra historia. La quinta posición es para los Psicólogos que llevan ventaja, pues tienen un cómodo diván en su despacho. En sexto lugar están los pilotos aviadores y las azafatas que aprovechan la distancia de sus hogares y los viáticos. Detrás vienen los entrenadores personales que gustan de moldear el cuerpo de sus clientes. Luego están los profesores, el barman y al final quienes trabajan en el área de turismo, que para ellos el hotel sale gratis.
 
Conclusión: De haber sabido todos estos datos cuando era estudiante, no hubiera cambiado de carrera pero si le habría tirado la onda a la güerita de medicina que siempre me gustó, porque está claro que los licenciados también cogen, y los doctores y los arquitectos y los contadores y hasta los astronautas –aunque la NASA no hable de ello. Como diría mi amigo Marco Escalante: “los únicos que no cogen son los muertos”.
 
Difícil de Creer.
 

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Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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