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Lizzy Delaney: Así es una sesión erótica de adoración de pies

Escrito por:Arturo J Flores

La fantasía más extraña que Lizzy Delaney ha tenido que complacer, como parte de una sesión de adoración de pies, incluyó panditas de goma.

“Me dieron un guión para que lo actuara delante de la cámara, en el que se mezclaba la adoración de pies con la macrofilia, que es fantasear con mujeres enormes. Estuvo súper chistoso. Era la historia de una mujer gigante que tenía unos esclavos, unos monitos a los que representé con ositos de gomita. Me los pegué en los pies y los amenacé con comérmelos si no adoraban mis pies y me limpiaban la suciedad que hubiera entre mis dedos”.

“Me dijo que me pagaría más si le hacía un footjob”

Lizzy es música de profesión. Estudió la licenciatura en composición y durante muchos años, se dedicó a tocar la guitarra en agrupaciones de metalcore. Nada extraño considerando que es fan de grupos como The Offspring o Bring Me The Horizon. Y así fue hasta que encontró en OnlyFans una forma efectiva de hacer dinero. 

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Una cosa llevó a la otra. Comenzó a realizar colaboraciones con fotógrafos de corte erótico con quienes hacía sesiones en lencería y desnudo. Hasta que uno de ellos se le quedó mirando a los empeines y le propuso, nunca mejor dicho, dar el siguiente paso.

“Me dijo que hiciéramos algo para una página llamada Sutil Deleite. Él se dedicaba a tomar fotos de pies, así que me explicó que se trataría de usar ropa casual, pero después me iría quitando las medias hasta que acabara descalza. Inclusive habría una motocicleta involucrada”, recuerda.

A Lizzy le pareció atractiva la idea. Las fotos se llevaron a cabo; pero entonces, el sujeto detrás de la cámara le hizo una nueva propuesta. 

“Me dijo que me pagaría más si le hacía un footjob, lo que me voló la cabeza”, recuerda la ex Suicide Girl. Para quienes lo ignoren, se trata de un acto de masturbación realizado con los pies, Lizzy insistió en su negativa. 

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“Y como le dije que no y que no, subió la oferta. Llegó un momento en que ofreció hasta 2,000 pesos, y yo así de whaaat, ¡este güey sí es fetichista!.

Un masajito mientras escucho música

Pero el camino de la modelo dentro de la podofilia o foot fetish, del prefijo griego “podo”, que significa “pie” o “pata” y que no debe ser confundido con la aberración con la que rima, se tejió, otra vez nunca mejor dicho, paso a paso.

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Llegó otro fotógrafo cuya debilidad por las plantas (de los pies), lo animó a colocar otra oferta sobre la mesa.

“Me dijo que hiciéramos unos videos en los que yo le pondría los pies en la cara para que él me los chupara, los oliera y les pasara la lengua. Eso se llama sesión de adoración, me explicó. Serían diez o quince minutos, pero todo el proceso se grabará en video para venderse, porque hay personas que pagan por verlo”. 

Ese fue el principio de otra manera rentable y, por qué no, singular de monetizar su capital erótico. Aunque haya personas a quienes la sesión de adoración les parezca salida del más retorcido de los cerebros, para Lizzy se resume en ganarse un dinero a cambio de que le den un masajito en los pies mientras escucha la música que más disfruta.

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Hasta el momento, reconoce, se ha topado con clientes bastante respetuosos. Le besan los dedos, pero no la babean igual que caracoles. Le acarician el empeine sin causarle ningún tipo de incomodidad. Adoran sus pies en todo el sentido de la palabra. Sí, igual que otras personas se arrodillan delante de un santo o profesan su devoción por Buda, hay otros para quienes los pies de Lizzy merecen que se les levante un templo en el Tepeyac.

Te haré cosquillas hasta que te vengas

Entonces pasó algo que la hizo morirse de risa. Sus fans comenzaron a pagar buenas sumas de dinero por hacerle cosquillas. Sí, hay quienes encuentran grandes ríos de placer en acariciar los pies con una pluma de ave hasta que la dueña de las prácticamente no pueda respirar. 

“Lo peor es que así descubrí que soy súper cosquilluda”, reconoce. “Pero por eso tengo una palabra de seguridad. La digo y se detiene todo. A veces son dos minutos muy intensos de cosquillas, luego ya me dejan descansar y continuamos”.

A muy pocos de sus clientes les permite que terminen en sus pies. La mayoría se reserva la eyaculación. Lo cierto es que ninguno sobrepasa los límites. Su fetiche se concentra de los tobillos para abajo. Aunque hay ocasiones en que una cosa lleva a la otra…

“Me han propuesto que les haga una Golden Shower (baño de orina) o que yo les escupa en la boca. También he conocido a los que les gusta lamer las axilas. Una vez me pagaron por pasarme un hielo por el abdomen y picarme el ombligo. Pero en términos generales, yo sólo hago adoración de pies”.

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400 pesos por un calcetín usado

Lo que sí ha sucedido es que la adoración de pies roza los límites del BDSM. Hay clientes que le piden que les pise el rostro o los testículos.

“A veces pienso que los voy a lastimar, pero mientras sea consensuado y ellos estén felices, adelante”.

Otros llevan crema batida o de chocolate para embadurnársela en los pies y disfrutar de un postre fuera de lo común. A otros les excita quitarle los zapatos y los calcetines como si desnudaran a una doncella en la noche de bodas. También los que aspiran el aroma de los zapatos y los calcetines de Lizzy. Incluso, se los puede vender. Hay quienes le han pagado hasta 400 pesos por una calceta sucia.

Entre los amantes de los pies, hay quienes tienen pláticas candentes para erotizarse.

“Me preguntan qué tipo de zapatos me gustan… y les excita saber de qué número calzo… y sí, tengo un pie grande”. Irónicamente, a ella no le importa el tamaño de los pies de los hombres con los que se relaciona como parte de su vida íntima, aunque sí ha descubierto una relación entre el número de calzado y la dimensión del pene de su dueño.

Ya entrados en la plática, sin pudor, me confiesa que una vez ella también experimentó un orgasmo en medio de una sesión de adoración. 

“Es que hay gente que sí hace cosquillas de una forma especial, que me hace sentir cositas. O se suben al cuello… ¡y uuuf! Una vez sí terminé, pero es que me pusieron un vibrador en el clítoris y así, cómo no me iba a venir”. 

Pies de foto… erótica

Para Lizzy, estas sesiones de adoración han significado un cambio en la forma en que ve sus pies. Ahora invierte más tiempo y dinero en embellecerlos. Acude con regularidad a realizarse un pedicure, se unta cremas hidratantes y se compra muchos pares de zapatos. En la actualidad tiene más de pares de tacones y una decena de botas. 

“Y contra lo que pudiera pensarse, me han contratado chicos muy normales. No son el típico señor viejo con cara de pervertido. La mayoría son jóvenes, como de mi edad, y muy respetuosos. Tal vez sólo los discriminan mucho por sus gustos”.

Incluso, si alguno de sus fans le regala un par, ella le devuelve una fotografía personalizada modelándolos.

Un pie de foto, bromeo.

Y ambos nos reímos, como si nos hubieran hecho cosquillas en los pies.