#LeerALaPlayboy: Guácala que rico, leí un best seller

 

Aturdido por lo ocurrido, compartí mi experiencia con varios amigos y conocidos, “intelectuales” pipirisnais de esos que cuidan hasta la lectura de los menús de restaurantes o volantes que dan en la calle, la mayoría condenaba mi error al violar la regla elemental del buen lector: jamás leer un best seller. Ingenuamente me apropié de aquella máxima al grado de despotricar sobre cuanta obra vendiera más de 500 mil copias aunque no supiera nada de ella. O si ese medio millón de voces jurara que el libro era bueno, yo no les daría la razón, no concebía cometer el mismo error, o eso pensaba, hasta que… 

 

 

Durante una temporada, cuando en México andaba de moda el libro de John Katzenbach, El psicoanalista, el destino me lo puso en frente constantemente, en revistas, anuncios, suplementos, lectores en cafés y parques; parecía que todos estaban leyendo aquella obra, y sobre, todo la disfrutaban. Después de tantas reiteraciones no resistí, el morbo terminó despertando. Fue una decisión difícil pero decidí leerlo. Días medité la manera de adquirirlo, por aquellos años la piratería en internet no existía como ahora y la única posibilidad era comprarlo, pedirlo evidenciaba el pecado. Así que una mañana de domingo, apenas abrió una tienda departamental cercana a mi casa, ataviado de un pants y una sudadera negra, con gorra y lentes oscuros, avancé directamente hasta el área de libros, como animal que merodea a su presa puse los ojos en mi objetivo, frío y calculador. Yo no lo noté porque me encontraba enajenado en mis pensamientos, pero un guardia ante mi rara actitud comenzó a vigilarme, vio cuando tomé a Katzenbach y lo coloqué debajo de mi sudadera. El acto fue intuitivo, intentaba ocultar las más de 500 páginas para asegurarme que ninguna persona viera mi acción. La interpretación fue otra, el guardia pensó que robaría el libro y me llevó directamente con el gerente. Por los pasillos los madrugadores visitantes de la tienda no pensaban ver a un simple ladrón, sino a uno de best sellers. En la oficina del encargado, después de decenas de argumentos que no le convencieron, me dejó ir habiendo pagado el doble del costo. Se me dijo que no era el primero que intentaba robar aquel título, a lo que mi duda saltó de inmediato: qué había más, ladrones o lectores avergonzados.

 

 

Todos estamos habituados a vivir bajo hábitos, y es perfectamente normal, quien diga que le gusta ser espontáneo y vive cada día de manera distinta difícilmente dice la verdad, o sus actos no pasan de caminar por la acera de enfrente o bajarse en una parada distinta de autobús. Los seres humanos así somos, debemos estar sujetos a ciertas acciones que controlen de alguna forma nuestra vida, que nos den seguridad, si no, nos pasaría lo que al protagonista de El psicoanalista del escritor nortemaricano John Katzenbach, el Dr. Starks, un psicoanalista neoyorquino poseedor de una vida bastante tranquila y que transcurre sus días en la cotidianidad de sus hábitos y su profesión. Parece que no es un hombre que tenga muchas emociones a pesar de que perdió a su esposa un par de años atrás debido al cáncer y no mantiene una vida social activa ni con amigos ni familiares. La vida del doctor Ricky pareciera tan común como la de cualquiera, incluso mediocre, hasta que un día recibe una carta en la que lee: Feliz 53° cumpleaños, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte. Desde esa misiva se ve acosado por un tipo que le dice deberá suicidarse porque lo ha jodido y esa es su venganza. No tiene la menor idea de quién pudo haber escrito la carta, pero la amenaza cobra seriedad cuando le advierte que de no hacerlo en quince días comenzará a matar a cada una de las personas cercanas a él, por lo cual el personaje se ve inmiscuido en una serie de sucesos que cambiaran por completo y para siempre su existencia. Este thriller nos lleva a acontecimientos inesperados donde la constante será saber quién es el acosador y si verdaderamente logrará su cometido. ¿Qué haríamos nosotros en su lugar: huir, luchar? 

 

 

Antes de comenzar a leerlo me replanteé si estaba por hacer bien o mal, mas la curiosidad imperó, y tras unas cuantas hojas me olvidé del incidente y de las máximas de mis amigos intelectualoides pues estaba sumergido ya en tan interesante historia que gocé, página a página. Hoy aún mucha gente se burla de mí o me mira con incredulidad cuando les digo que creo que es muy bueno. A partir de entonces no tengo pudor en leer otro libro toqueteado por millones de lectores (con ciertos límites, claro). He pensado a final de cuentas respecto a la lectura de best sellers que seleccionar un libro es como escoger un vino, no importa si lo recomienda el más reconocido crítico, lo que se debe tratar es de seleccionar algo que creamos podríamos disfrutar, todo sin el estigma o prejuicio que pueda haber alrededor de una obra, aunque claro, esta recomendación de la que hablo aquí, bien que vale la pena. 

 

Referencia: “El psicoanalista”, de John Katzenbach, Ediciones B.