1. Avestruz de cloaca
Muy mala suerte tuvo un hombre en Montmélian, Francia, luego de que pasó una noche completa con la cabeza atorada en una alcantarilla. El pobre sujeto había metido buena parte del cuerpo en la pieza con el fin de recuperar su cartera, que había tirado minutos antes. Nadie lo escucho sino hasta la mañana siguiente; fue llevado al hospital con un caso de hipotermia (y mucha vergüenza).
2. Sana curiosidad
La teoría de Darwin sobre la “supervivencia del más apto” no siempre aplica. Un buen día hombre anónimo en Nueva Zelanda quiso saber si una pistola de clavos podría atravesar hueso, así que, naturalmente, la apunto contra su frente y oprimió el gatillo. “Entró al hospital riéndose al respecto”, dijo una de las enfermeras. El metal fijó el sombre del hombre a su cabeza y se instaló detrás de la nariz, costándole la visión en uno de sus ojos.
3. Hoyo en uno
Versiones: un vicario en Sheffield, Inglaterra, insistió a las enfermeras que se encontraba colgando unas cortinas, desnudo por supuesto, cuando resbaló y cayó sobre un papa que se encontraba en la mesa. El tubérculo se instaló sin remedio en su tracto rectal. Un desafortunadísimo evento. Cada quien llegará a sus conclusiones.
4. Los perros a las escopetas
En Utah, un fiel sabueso se emocionó de más con la cuestión de las armas. Mientras un cazador salía a un nítido día para hacerse de una presa, apoyó su escopeta en arco de su balsa. Su leal perro, algo emocionado por la aventura que les venía, piso el armo y disparo 27 municiones en el trasero de su dueño. La abundante retaguardia del señor le evitó lesiones de gravedad. Épico.
5. Cabeza de sombrero
La creatividad en tiempos de noche de brujas puede costar caro. En la sala de emergencias de un hospital en Bradford, Estados Unidos, llegó un paciente con un elegantísimo sombrero. Tanto estilo llamó la atención, así que al preguntar, descubrieron que encontraba pegado a su cabeza con súper pegamento que uso para la fiesta de disfraces del día anterior. La sustancia no cedió, así que tuvieron que amputar… El sombrero, no la cabeza.
6. Consérvese fresco
Un hombre mórbidamente obeso acudió a la sala de emergencia con una irritación en el estómago. La médico Sharon Orrange primero diagnóstico como una infección de rutina, pero después de levantar uno de los pliegues de grasa, un sandwich de pavo cayó. El hombre dijo que era de hace un mes, y “el olor”, aseguró Orange, “lo confirmaba”. Ahora nosotros perdimos, pero nuestro apetito.
7. El rompequijadas
Cuando Chad Ettmueller abrió grande para arremeter contra su emparedado de doble carne y doble queso, comprado en Atlanta, su quijada quedó trabada en su más amplia expresión y el alimento fue, trágicamente, no comido. En el hospital, los doctores tuvieron que trabajar durante 14 horas para devolver la quijada a su posición original. Abusados con esa enormes tortas tan famosas.
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