¿A quién no le gustan las mujeres que predicen las tormentas? Como bien lo apunta nuestro escritor, pronostican muy alta humedad y altas temperaturas después de ver en pantalla a Angie González o Sugey Ábrego.
Por: Fernando Rivera Calderón
Atodos nos gustan las chicas del clima en los noticieros. Sabemos que no tienen ni la menor idea de lo que están hablando pero que se esfuerzan por verse bien y que significan un remanso para los ojos en medio de las habitualmente malas noticias que van entrando por los oídos.
En lo particular ver a las chicas del clima no me lleva a emociones muy sofisticadas, pero cumple con mis modestas aspiraciones de saciar, aunque sea de modo visual, mis desenfrenados apetitos animales. Políticamente incorrecto, tal vez, pero completamente justificado desde el punto de vista biológico.
Parafraseando a Desmond Morris, podría decir que el macho del homo sapiens suele desear aparearse con la que da el clima en las noticias a sabiendas de que eso será imposible en la vida real. No obstante continuará mirando a la hembra en la pantalla, alimentando su deseo como una fantasía que se instala en los más íntimos y escarpados rinconcitos de su mente.
Bueno, no siempre tan íntimos. Fuentes que no pretendo revelar aquí aseguran que no es un secreto de Estado el hecho de que el Secretario de la Defensa Nacional detiene todas sus actividades a la hora en que Angie González, la del clima de Milenio Televisión, aparece en pantallas.
Yo lo entiendo. Angie es una chica que alegra los corazones de millones de asalariados en este país, pero fuera de las pantallas el clima suele ser distinto. Un día me la presentaron en una fiesta, ella estaba sentada en una mesa al fondo del lugar, un poco oculta, cubierta de pies a cabeza con un abrigo y un poco sacada de onda. Era evidente: llevaba la noche entera luchando contra un batallón de donjuanes que pretendían llevársela a la cama.
Yo podría salir con la payasada de que esa idea jamás pasó por mi cabeza, pero no fue así, porque yo, como todos los que la han visto en la telera, estoy enamorado de Angie, sin embargo dicha chaqueta mental incluía un letrero que decía: “Ni lo sueñes”. Tampoco me culpo. Después de todo, siempre estamos pensando en el clima, siempre queremos dormir calientitos y lejos de las tormentas del corazón que enfrían los afectos y traen heladas interminables.
Mi historia con las chicas del clima no acaba ahí. Tiempo atrás conocí en los pasillos de Televisa a Sugey Ábrego, buenísima compañera del Matutino Express quien se hizo tan famosa dando el clima que hasta le dieron su propio programa de TV, cosa que yo difícilmente lograría en Televisa, aunque en vez de dar el clima diera las nalgas; claro, mis nalgas no tienen ningún interés climatológico.
Recuerdo otro episodio curioso relacionado con las chicas que dan el reporte del tiempo. Hace por lo menos una década participé en otro noticiero matutino llamado Planeta Tres a Diario, bonito programa que sólo duró tres meses en el que coexistíamos Eduardo Videgaray y el Estaca, junto con Yuriria Sierra, Paola Rojas y acá su servilleta. Nuestra idea de la sección del clima era una pareja de strippers dando el reporte mientras se iban quitando la ropa. Sin embargo, la sección sólo apareció una vez. Apenas terminó el segmento, el hombre más rico del mundo, también conocido como Carlos Slim, le llamó a Emilio Azcáraga y le dijo que no quería levantarse en las mañanas para ver a unos tipos encuerándose en su tele. Debut y despedida de una idea que sin duda hubiera llevado un paso adelante al género.
Lo que más me gusta de ver a las chicas en la tele dando el estado del tiempo es que me recuerdan esas largas sesiones de seducción escuchando cosas absolutamente irrelevantes y absurdas salidas de la boca de una mujer que te encanta. Y aunque lo que te dice te parezca insulso e insoportable, algo en el fondo de tu ser implora: “sigue hablando, sigue hablando”, mientras tu reporte del clima personal pronostica humedad y altas temperaturas para el resto de la noche.