El Auditorio Nacional se bamboleó con ritmo, se bamboleó con salsa, con una fusión de jazz y funk que lo puso enterito a bailar durante el debut de los venezolanos en este foro.
Por Erica De
Fotografías de Kross y Rosa Hadit /Cortesía DMI?
Los responsables de organizar una gran fiesta en Paseo de la Reforma fueron los integrantes del grupo venezolano Los Amigos Invisibles, que el pasado viernes se presentaron por primera vez en el recinto, que los recibió con elogios y muchas ganas de bailar.?
Encargado de abrir la noche y pista a taconazo bien dado, fue el grupo mexicano Nortec, con su música de corte norte-trónico. Fueron ellos los dueños de los primeros pasos de baile que dieron pauta a calentar los cuerpos de los asistentes.?No pasó mucho tiempo para que el público impaciente y excitado llamara a Los Amigos Invisibles, fue entonces cuando el telón se abrió igual que los corazones de las asistentes, desesperadas, que no paraban de gritar.
Sexy fue la primera canción en darle tono a la noche y para estar a tono, diremos que la noche se corrió con un ritmo erótico sin igual. Temas como, Mentiras, Viviré Para Ti, In Luv With U, Óyeme Nena, Dulce, La Vecina, Qué Rico, Cuchi-Cuchi, Mami te Extraño, Mujer Policía, y EL baile Del Sobón, por mencionar algunos, desfilaron durante el ritual. La sorpresa del concierto fue que nos presentaran una de las nuevas canciones nuevas además de interpretar covers a Luis Miguel y Rigo Tovar, una versión de ese famoso ‘’El Santo, El Cavernario, Blue Demon y el Bulldog…’’, en la cual Julio, el vocalista, portó una máscara de luchador.
‘’No se verán nada desde acá arriba, serán muy ‘invisibles’, pero cómo hacen bailar’’, fue una de las frases con las que me topé en medio de aquella locura, sudor, placer y gozadera que se contagiaba entre el público. ?
Entre tanto meneo y calor, Los Amigos Invisibles demostraron que ser invisible en la oscuridad tiene sus ventajas, por lo que cerca del final solicitaron que las luces se apagaran para que la gente “disfrutar de unos segundos en completa oscuridad, en los que todo puede ser”.
Los fanáticos, fieles a la banda, permanecieron eufóricos hasta la última nota. Casi daban las 12 en punto y la banda seguía tocando, hasta que no hubo más cuerpos tibios y bocas húmedas celebrando aquella bacanal.
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