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Just Like Heaven

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Hubo un tiempo en que comprar un disco importado en México representaba un ritual en el que no todos podían […]
Just Like Heaven

Hubo un tiempo en que comprar un disco importado en México representaba un ritual en el que no todos podían ser iniciados. Existió, muchos antes de Internet, una templo-tienda en el que se formaron los músicos de hoy. Se llamaba Supersound y alguien hizo una película acerca de ella.

Por Arturo J. Flores Fotografías cortesía de Satus Media
Si la memoria no me traiciona, los primeros discos que compré fueron El Silencio de Caifanes y La invasión de los blátidos, de Cuca. Al primero le había echado el ojo con anterioridad, pero el segundo me lo recomendó el empleado de la tienda. En aquel entonces vivía yo con mis papás en Acapulco, tenía 13 años y muy poco conocimiento musical. Lo que sabía se lo debía a mi primo Jorge, que por vivir en el DF había ido a los conciertos de Guns N’ Roses y Metallica en el Palacio de los Deportes y Sepultura en el gimnasio Juan de la Barrera.
Así que cuando llegué a comprar El Silencio, porque semanas atrás lo escuché en casa de un compañero,  el empleado –que debió tener unos 18 años –me preguntó:
¿Así que te gusta el rock mexicano? ¿Ya escuchaste a estos? Y se refirió a los integrantes de Cuca por el sinónimo tan mexicano con que designamos a los toros, “bueyes”.
La portada me llamó la atención, pero como no existe otra forma de enamorarse de la música que permitiendo que entre por los oídos, el empleado de la tienda de discos que no era Mix-Up lo puso en el sonido local. No bien había terminado el solo de batería con que El Implacable arranca Cara de pizza cuando ya estaba yo pagando el disco en la caja.
Así funcionaban más o menos las cosas en los 90.
Pero incluso antes, en los 80, conocer, enamorarse y acceder al material de las bandas representaba una tarea digna de ser ejecutada por el mítico Heracles. Más si eran extranjeras.  No existía Internet y comprar un disco importado conllevaba meses y meses de ahorro. Además, no había conocer agrupaciones que no tocaban en la radio, ni aparecían en revistas ni televisión.
Los empleados de Supersound, legendaria discoteca que se abrió en los 80 en Polanco lo saben. Frank, su dueño, es todo un héroe mexicano del rock a quien por fin se le rinde tributo a través del documental  Just like Heaven, de la directora Pilar Ortega, donde cuenta su historia como precursor en la importación y comercialización de música en nuestro país.
Rebasa apenas la hora de duración, pero en sus 70 minutos encierra trece años de lo que para algunos personajes como Güilli Damage, hoy vocalista de Los Ezquizitos; Alejandro Marcovich, guitarrista de Caifanes; Rulo, programador de Reactor 105.7 FM o Alan Bugovslavsky, ex integrante de Héroes del Silencio, representó un episodio de sus vidas tan significativo como lo fue para mí la vez que compré mi disco de Cuca.
Supersound fue una de discos, la primera que comenzó a introducir en nuestro país el material de bandas extremas como Napalm Death o alternativas, con comillas, como Pixies, The Flaming Lips, Front 242 o The Cure, y es de estos últimos de quienes Pilar, la realizadora, toma prestado el título de unas de sus canciones para bautizar su ópera prima.
A través de una serie de entrevistas ágil e inteligentemente hilvanadas nos presenta un relato bastante divertido acerca de un negocio en el muchos de los protagonistas de la escena musical contemporánea se graduaron a manera de Universidad. Desde los punks del Chopo que marchaban hasta Polanco para comprarse, entre todos, un disco, hasta la abuelita que inexplicablemente adquiría material de Ministry, Ortega nos ofrece un documento audiovisual e invaluable para quienes conocimos, los que no y ni si imaginan, que alguna vez existieron tiendas de música en las que no todos los discos se amontaran bajo la etiqueta de “alternativo” como nos acostumbró la ignorancia de Mix-Up. En la película, se abordan de refilón aspectos político-sociales del México de hace 30 años, en los que estaba prohibido vestirse de negro o cuando ni en sueños existían conciertos internacionales de los que hoy disponemos al por mayor. Por supuesto y sin querer, hasta se menciona el fraude económico orquestado por Carlos Salinas y del que los que votarán por Enrique Peña Nieto parecen no acordarse.
Serán pocas las oportunidades para ver Just like Heaven en pantalla grande. El documental será exhibido en el Festival Distrital. Puedes consultar la página Distrital.Mx. para conocer sedes y horarios, así como otros filmes.
Hagamos del conocimiento de nuevas bandas lo que solía ser, y con el perdón de Enrique Iglesias, toda una experiencia religiosa. Además, asistiendo a ver Just like Heaven haremos que la friega que Pilar y su equipo se pusieron haya tenido sentido, toda vez que su producto documental fue financiado por ella misma y realizado en sus contadísimos tiempos libres.
Si sólo bajas música y nunca has comprado un disco, después de ver Just Like Heaven quizá se te antoje dar una vuelta por el tianguis del Chopo y dejarte aconsejar por algún puestero de buena voluntad con ganas de extender la infección rockera. Yo, a 20 años de aquel episodio en Acapulco, no he podido curarme.
Exhibiciones:
Domingo 10
Cine Tonalá
15:00 horas

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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