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Julio César en el CCB

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Roma, 44 a. de C. Celebración de Las Lupercales, dedicadas a los pasajes del origen del pueblo romano. En medio […]
Julio César en el CCB

Roma, 44 a. de C. Celebración de Las Lupercales, dedicadas a los pasajes del origen del pueblo romano. En medio de este escenario se avista el regreso victorioso de Julio César. Algunos simpatizantes han erigido, mezclados con las festividades, bustos del general a su regreso de Hispania (después de la guerra civil). La gente lo magnifica. Y el Senado está molesto. Casio pretende convencer a Bruto de participar, junto a un grupo de senadores prominentes, en el asesinato del recién llegado cónsul.

Llevada al teatro por la mano de William Shakespeare hace unos 400 años, la obra es una las principales tragedias del escritor inglés. En ella retrata el ambiente de la época y los hechos que el registro histórico no cesa de atenuar con detalles e interpretaciones: “Es ésta una época bastante extraña, pero los hombres pueden interpretar las cosas a su manera, al contrario, incluso, al fin de las cosas mismas”, sentencia el personaje de Cicerón.

Y es precisamente la frase anterior la que puede servir como propio epígrafe para esta “Tragedia de Julio César” traducida y adaptada por Alfredo Michel Modenessi y dirigida por Claudia Ríos, en cartelera desde mayo hasta fines del mes de julio. Es una representación sui generis que mezcla elementos mexicanos pero que mantiene una traducción casi intacta de la obra original.

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Vigencia mexicana

Obra compleja, la idea de trasladarla al escenario actual de los problemas políticos en México puede parecer interesante. Y lo es. Pero también es difícil porque se trata de una obra que contiene variadísimos subtemas que enriquecen la trama pero que a la vez impone circunstancias de coyuntura que dificultan las traducciones y adaptaciones actuales.

A ratos la ambición, la adulación, la intriga, el arribismo (tal cual gárrulo mexicano devenido en político) son moneda corriente que choca con los ideales del honor y el buen deber.

Así, vemos a Marco Bruto (Hernán Mendoza) que oscila entre la villanía y la justicia, el tormento y el deber; a Julio César (Eugenio Cobo) como la autoridad máxima hasta lo absurdo; a Cayo Casio (Humberto Solórzano en una sobresaliente ejecución) como el autor intelectual, líder lleno de envidia y con poder de convencer al más astuto de actos viles; a Casca (Arturo Reyes, cómico y mala leche hasta los huesos); Marco Antonio (Mauricio García) como el reivindicador del recién muerto; y a Porcia (Itati Cantoral, una mención aparte para el monólogo adaptado sobre los augurios funestos de una nación en decadencia, inolvidable) como la mujer de Bruto. Apoyados por un decorado que remite quizá a los años sesenta y dueños de una coreografía que hace pensar en la paranoia del influyente y la estulticia del junior (mirreyes reloaded). Todos hacen lo posible para trasladar a veces en guiños, a veces de la manera más clara posible la vigencia de una obra que escribiría William Shakespeare en la época victoriana en Inglaterra.

 “Esta obra tiene una parte que es increíblemente clara, que es la manipulación del pueblo”. La anterior frase es de Claudia Ríos, directora de la  obra. Habla sobre la escena posterior al asesinato de César: Bruto toma la palabra y explica al griterío la razón del crimen. La masa es convencida de que Bruto ha hecho lo correcto. Enseguida Marco Antonio hace lo propio y enseña el testamento de Julio César donde cada ciudadano es beneficiado con el tesoro póstumo. Ahora cambia de opinión y quiere capturar a Bruto y a los conspiradores. La anterior es la escena que quizá esté más apegada a las supuestas triquiñuelas de las elecciones pasadas…

A pesar de los detalles que hacen que la historia contenga giros cómicos (para algunos innecesarios), o sin sentido, en algunas escenas los actores ejecutan de manera eficiente sus caracterizaciones. 

Por último, si bien este párrafo lleva como subtítulo “vigencia mexicana” se debe más a esas situaciones de coyuntura actual –la manipulación y desinformación de una masa crédula y sin criterio, como remarcaba la directora- que a una figura similar al general romano (si nos atenemos al dictado superficial que pinta una semblanza casi heroica al ser un aristócrata que rechaza los principios de su clase para ir en pos de reformas que beneficien a los más pobres) o incluso a la figura de Bruto, quien sufre la pesada carga de la elección que marcará su honor, su conciencia, su moral y por último, su vida. Y son esas situaciones las que pueden ser rescatadas una y otra vez para aplicarlas a nuestro retrato social y quedar absortos al augurio de Casio: “¡Cuántos siglos verán representar esta sublime escena en naciones que están por nacer y en lenguas aún desconocidas!”

 

Últimas semanas

La obra se presenta en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque de jueves a domingo, hasta el 30 de julio.

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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