Japón no se visita, se vive. Es un país donde el pasado y el futuro coexisten en armonía exquisita, donde cada rincón tiene un secreto que solo se revela al que observa con deseo. Desde la serenidad de un templo milenario hasta el vértigo de un rascacielos, aquí te dejamos cinco lugares imperdibles para perderte (y encontrarte) en la tierra del sol naciente.
Caminar por Gion, cruzarte con una geisha y ver el atardecer sobre los templos dorados… Kioto es poesía visual. Aquí, el silencio habla y cada ceremonia del té es un ritual de belleza y calma.
La capital vibra a otro ritmo. Shibuya, Akihabara, Roppongi… cada barrio es un universo. Desde bares ocultos en rascacielos hasta boutiques futuristas, Tokio es un festín para los que aman el exceso con estilo.
A solo una hora de Kioto, Nara ofrece historia y ternura. El Tōdai-ji, con su Buda gigante, impresiona… pero son los ciervos sagrados que deambulan libremente quienes te roban el corazón. Literal.
Playas cristalinas, clima tropical y espíritu relajado. Okinawa es el lado inesperado de Japón, donde el ron local y la cultura Ryukyu te invitan a bajar el ritmo y simplemente disfrutar.
Para cerrar con placer, nada como sumergirte en un onsen (baño termal) con vistas al Monte Fuji. Hakone mezcla arte, naturaleza y lujo discreto. Ideal para una escapada sensual y contemplativa.
Japón es un destino para quien busca lo sublime sin renunciar al placer. Porque viajar no es solo moverse: es provocarse.